Por Claudio Paya Santos –Especial Total News Agency-TNA-
Los tiempos de la inteligencia no son los de la política. El primero piensa en las perspectivas a veinte años, mientras que el segundo opera en la inmediatez de un tweet. Precisamente por esta razón, la inteligencia debe representar la parte más profunda del estado. La circunstancia es que, sin embargo, la inteligencia depende de la política que elige a su alta dirección, dirige su actividad, aprueba su financiación y utiliza su información.
Somos una potencia media que tiene que lidiar con los tiempos de la política, hibridados por la inteligencia artificial. Que los tiempos no coinciden, se confirma por el hecho de que en “Global Trends 2025”, publicación del Consejo Nacional de Inteligencia de Estados Unidos de 2008, se había considerado posible una posible pandemia alrededor de 2020. Y ya en 2004, coincidiendo con la explosión del SARS, Bush Jr. había pedido al Congreso una asignación de 7.500 millones de dólares para evitar la propagación de virus letales.
¿Coincidencias? ¿Magia? Simplemente un análisis cuidadoso de la mayoría de los elementos que ya tenemos a la vista de todos. Lo mismo ocurre con Afganistán, donde de 2004 a 2009 los cables de inteligencia enviados desde Kabul a Washington y publicados por WikiLeaks, ya mostraban que la intervención militar en Asia Central fue un fracaso.
Pero como sabemos, la inteligencia no es el agua de Lourdes y el 11 de septiembre vivimos “un fracaso de la inteligencia internacional”. Recordemos: la información para anticipar los ataques estaba ahí, pero se interpretó más tarde.
Esto nos lleva a hacerse dos reflexiones: primero, ante una recopilación masiva y fluvial de información esto es prácticamente inevitable; en segundo lugar, la inteligencia representa sólo una pieza, aunque fundamental, de la seguridad del Estado, por cuya protección compiten las fuerzas armadas, la policía, el poder judicial y las instituciones públicas. Surge el otro polo del debate: la inteligencia como chivo expiatorio conveniente para los fracasos políticos.
Dadas estas premisas culturales con validez general, tratemos de definir los desafíos de la inteligencia en el próximo año. Somos una potencia media que debe enfrentarse a los tiempos de la política, hibridada por la inteligencia artificial.
Partamos del primer desafío al que nos enfrentamos, la pandemia, además, la crisis económica nos podría hundir cada vez más, porque la sexta ola de contagios ya presupone una séptima, con escenarios, como se sabe, impredecibles.
En este escenario, el desgaste de la economía en mi opinión no debe interpretarse inmediatamente en el cambio total o parcial de propiedad de empresas estratégicas, sino sobre todo en la mayor penetración criminal, que hará que la economía sumergida sea cada vez más indistinguible de la economía blanca. Se trata de una cuestión fundamental, pero muy punzante, para las democracias del siglo XXI.
Por lo tanto, debe combatirse la infiltración en sectores estratégicos de potencias económicas extranjeras y organizaciones criminales. Sin embargo, no sólo habrá que supervisar las actividades económicas, sino también otras “puertas de entrada” a la economía y a los recursos de la nación, incluidas las asociaciones con universidades y centros de investigación, consorcios y proyectos nacionales e internacionales, así como el talento individual.
No en vano, precisamente sobre el tema de los bajos salarios y, por tanto, de la escasa capacidad de retener cerebros, es de primordial importancia retener y atraer talento, ya que para transferir habilidades clave no es necesario adquirir una empresa o penetrar en un sector económico, basta con contratar a las pocas personas adecuadas que poseen el conocimiento fundamental en ese sector.
Además, el tema de la inteligencia económica y financiera no solo debe desarrollarse en clave defensiva, sino también activamente. Un ejemplo se refiere a la creación de las condiciones para el desarrollo de sectores tecnológicos estratégicos, como el caso de Intel que finalmente se va a Alemania, Francia e Italia. Otro ejemplo se refiere al fortalecimiento de las tecnologías espaciales, donde hay centros de excelencia que deben protegerse y desarrollarse aún más
En términos de poder tecnológico, el sector de la inteligencia tendrá que reforzar su enfoque en la inteligencia artificial, teniendo en cuenta la estrategia de seguridad nacional del año 2021 presentado días atrás en el que la inteligencia artificial es el segundo objetivo de esta. De la misma manera, también es necesario aumentar los esfuerzos para garantizar un buen posicionamiento de España en las tecnologías cuánticas, que en los últimos años se están desarrollando rápidamente.
Está claro que estas áreas trascienden el mero perímetro de la inteligencia y abarcan todo el Sistema País, debido a las enormes inversiones y altas habilidades requeridas. Es igualmente cierto, sin embargo, que la inteligencia no puede permanecer al margen de tales procesos, tanto más cuanto que se trata de tecnologías que tienen implicaciones significativas para la seguridad y el interés nacional.
La ciberseguridad seguirá siendo cada vez más importante en 2022, como en los años siguientes. Este año tuvimos la confirmación del alcance de los riesgos cibernéticos tras los diversos ataques de ransomware y, como dice la propia estrategia de seguridad nacional en su pág. 32, “La magnitud y frecuencia de los ciber incidentes y del uso ilícito del ciberespacio han aumentado en los últimos años y han convertido la ciberseguridad en una prioridad de organizaciones y gobiernos”.
Conectado con el tema de la seguridad informática está el fundamental de la desinformación que, como hemos visto durante la pandemia, encuentra un vehículo rápido para la propagación en las redes sociales, también a través del uso de algoritmos. Los disturbios y enfrentamientos que surgen, sin embargo, distan mucho de ser virtuales, ya que en 2021 estos fenómenos han llevado a la parálisis de centros históricos y ciudades enteras.
Mirando hacia el exterior, 2022 será importante para el posicionamiento de España en el tablero de ajedrez internacional. En este contexto, las recientes tensiones en Ucrania y el actual clima en Kazajistán, vuelven a poner en primer plano el papel de la OTAN y el de Italia dentro de ella. Los próximos meses serán cruciales para evaluar los avances en el diálogo entre Rusia y Estados Unidos y las posibles consecuencias para nuestro país.
Otro tema importante para el posicionamiento externo se refiere al papel de España dentro del llamado “Consenso de Washington”, que cada vez más tiene que defenderse del “Consenso de Beijing”. China sigue siendo muy activa en Europa y también en España y, al mismo tiempo, la competencia entre China y Estados Unidos sigue creciendo en intensidad en todos los frentes: político, militar, económico y sobre todo tecnológico.
Este último plan es particularmente relevante, considerando el progreso realizado por China en vuelo hipersónico y varias otras tecnologías clave, incluidas las telecomunicaciones (piense en 5g y comunicaciones cuánticas) y el procesamiento de información (piense en inteligencia artificial). Es inevitable que 2022 sea un año muy delicado para España, que tendrá que encontrar su lugar dentro de un equilibrio cada vez más inestable.
En el nuevo año no podemos ignorar el tema del cambio climático, que ha ocupado una posición central en las noticias y en la agenda de los líderes mundiales. Fenómenos meteorológicos extremos como nevadas, inundaciones, han azotado nuestro país en 2021, causando grandes desastres.
Es evidente que la inteligencia no es ni una estación meteorológica ni de protección Civil, pero los riesgos para la seguridad nacional causados por el cambio climático son evidentes. Por lo tanto, son una cuestión de seguridad nacional y, por lo tanto, de inteligencia, que cada vez más tendrá que ocuparse del análisis y la predicción de los riesgos relacionados con estos fenómenos. De hecho, no olvidemos que España tiene recursos hídricos importantes, que dadas las tendencias climáticas actuales representan un patrimonio fundamental a proteger.
Vinculado al tema del cambio climático está el de la migración, que también aumenta como resultado de las condiciones cada vez más extremas en el sur del mundo. Precisamente en estos días estamos asistiendo a una intensificación de los fenómenos migratorios en el Mediterráneo. Por lo tanto, es esencial reanudar la atención a la inmigración ilegal entre los desafíos de 2022, que también está vinculada al riesgo de infiltración terrorista, hecho aún más probable por el colapso de la presencia occidental en Afganistán.
Por último, de cara al nuevo año, necesariamente debemos tener en cuenta la prolongación de la pandemia, con las inevitables consecuencias económicas y sociales. Aunque la economía española se está recuperado en el último año, creciendo al igual que otras economías europeas, la atención debe mantenerse alta, ya que los riesgos para la seguridad nacional son muy altos. Empezando por el malestar social, en el que “los no vacunados” representan solo la punta del iceberg.
Por Claudio Paya Santos. Doctor en Teoría Política por la LUISS de Roma