Más todavía, la Fed se entusiasma con hacer reversible su política no convencional. Si aumentó su hoja de balance -de 4 billones de dólares a casi 9- la intención, después del taper, es reducirla. Quiere ir de la expansión a la contracción cuantitativa, y achicar así una liquidez en exceso (Bullard dixit). La tasa de interés es su arma principal, pero ahora contará con acompañamiento, y no todo el esfuerzo de absorción del estímulo caerá sobre sus espaldas. ¿Cumplirá la Fed lo que promete en las minutas? Ya hizo los deberes. Reforzó la plomería con una línea permanente de repos. Podrá resistir drenajes importantes sin causar estragos como los de septiembre de 2019 cuando la Fed bajó las tasas a 2% y los pases se dispararon a 10%.
¿Y por qué entonces la estampida de los pronósticos? ¿Se complicó la inflación el último mes? Los precios al consumidor treparon 7% interanual en diciembre, el registro más elevado desde 1982. ¿Fue la gota que rebalsó la paciencia? No. En rigor, la inflación se desaceleró. De crecer 0,9% mensual en octubre y 0,8% pasó a 0,5%. ¿Y qué decir de la inflación al productor que rozó 10% interanual? Es la misma historia sólo que más pronunciada. De empinarse 1% en noviembre reculó a 0,2%. Y los precios de los bienes finales, que habían hilvanado tres meses de subas consecutivas de más de 1%, cayeron 0,4% en forma absoluta. También bajaron los precios de importación (-0,2%) y de exportación (-1.8%).
Si la Fed afila su discurso es entonces por otra razón. La prioridad de 2022 es la inflación. Pero no lo fue el año pasado, cuando el estímulo recargado apuntó a que la economía, que salió de la fugaz recesión en mayo de 2020, se arrimara al pleno empleo lo antes posible. El banco central cambia la partitura porque da por cumplida su misión original. ¿Existen 3,4 millones de empleos menos que antes de la pandemia? Sí ¿Y es ocupación plena? Sí. La oferta de trabajo se achicó y no se recompone. Y la presión salarial es la amenaza que la Fed teme que dañe la estabilidad de manera persistente. Allí es adónde apunta sus cañones. ¿Tronarán la artillería y el escarmiento? ¿Convendrá abrir fuego con un obús de medio punto y mitigar las críticas? Si fuera así, por qué la Fed se toma hasta la reunión de marzo para actuar, y desperdicia la de enero. Porque se trata de un examen de estrés, pero restan dos meses de estudio. ¿Qué más precisa saber? Dónde está la economía hoy. La inflación de los bienes no se dispara, se desacelera o cae. La actividad robusta de octubre y noviembre se frenó en seco sobre el filo del año. La factura del covid tiñó de rojo, como pocas veces, toda la tirada de indicadores del viernes 14. Medio mes transcurrió apenas, pero cabe pensar en un parate en el primer trimestre (como el que provocó delta entre julio y septiembre). Transitorio. Y la Fed que ladra, pero no muerde todavía, no desea ningún accidente de tránsito. ¿Cuántas subas de tasas habrá en 2022? Una, la de marzo, luce firme. Es el emblema. Todas las otras son condicionales. Figuren o no en el mapa de puntos. Eso dijo John Williams, de la Fed de Nueva York, y responsable de la mesa de operaciones.
Fuente Ambito