LA HABANA, Cuba. — Surtió efecto la denuncia que publiqué en Facebook, y de la que CubaNet se hizo eco, sobre las malas condiciones de la sala de aislamiento para sospechosos de coronavirus en el Hospital Clínico de 26.
Mi principal temor, lo que me preocupaba, era que mi tía, de 78 años y con una fractura de cadera que le dolía terriblemente, fuera a contagiarse allí de COVID-19 solo porque dio alterado el test de antígeno, que suele a menudo errar.
Un día después de aparecer mi denuncia en las redes sociales hubo una inspección. Todo empezó a mejorar e hicieron una encuesta a los acompañantes de los pacientes.
Haydée, la jefa de la sala, y la doctora Dionisia, directora del hospital desde hace más de 20 años, conversaron conmigo y no escatimaron explicaciones sobre los esfuerzos que realizan, en críticas condiciones, para desempeñar su trabajo.
La primera me explicó que los ancianos desnudos que había visto son dementes que no tienen familia que se ocupe de ellos, y que por mucho que las enfermeras los bañen y los vistan, se quitan la ropa y no cuidan de su aseo.
Les dije —y espero que les haya quedado claro— que mis quejas no eran acerca de los médicos, enfermeras y demás personal del hospital, sino sobre las condiciones materiales de deterioro y escasez y la calidad de la comida del hospital.
Insistí en mis explicaciones porque no quiero se afecte su prestigio ni que haya dudas sobre su profesionalidad. Pude ver, y me conmovió, la sinceridad y el dolor en los ojos de Haydée y de la doctora Dionisia, que ha convertido ese centro en su segunda casa por las muchas horas que pasa allí.
En el hospital son tan amables, muestran tal calor humano, que cuando uno va a quejarse te desarman con sus argumentos.
El problema no son los camilleros, sino la falta de camillas; el problema no está en la cocina, sino en los suministros que reciben los cocineros; el problema no son las enfermeras, sino el esparadrapo que no tienen para poner los sueros.
No tengo dudas de que médicos, enfermeras y resto del personal del Clínico de 26, sobrecargados de trabajo como están y con los mismos problemas materiales y dificultades que tenemos todos los cubanos de a pie, hacen lo posible, con lo que tienen —y a veces hasta con sus propios recursos y su inventiva— para el cuidado de los pacientes.
En cualquier caso, mis quejas van dirigidas a los altos funcionarios del Ministerio de Salud Pública (MINSAP), los que asignan recursos a los hospitales y demás instituciones de salud. Y en última instancia, a los verdaderos responsables: la máxima dirigencia gobernante, que antes de destinar más dinero y recursos para los hospitales, prefieren invertirlos en construir hoteles para el turismo extranjero y comprar carros patrulleros antes que ambulancias.
Ojalá que los dirigentes del MINSAP y del Estado-Partido Comunista-Gobierno reaccionen ante quejas como la mía con la misma presteza y honestidad que reaccionó la dirección del Hospital Clínico de 26. Pero en vez de eso, lo que hacen es justificarlo todo con “el bloqueo” y acallar las voces de los periodistas independientes.
El artículo 143 del nuevo Código Penal contempla penas de cárcel de cuatro a diez años para los que reciban financiamiento del exterior. Ese fascismo institucionalizado va directamente apuntado contra los periodistas independientes.
Cuándo comprenderán los mandamases que para enfrentar los problemas sociales será más útil que escuchen y tengan en cuenta lo que informa la prensa independiente y no el teque y las loas alejadas de la realidad de la prensa oficialista, esa que habla de un país que apenas se asemeja a Cuba.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Fuente Cubanet.org