Algunas de las revoluciones más importantes de la historia comenzaron con la chispa aparentemente más insignificante. Una mañana cualquiera Carlos San Juan, un médico jubilado de 78 años y paciente de parkinson en grado dos, vio como motivado por el temblor de su mano introdujo mal el pin y cajero automático se tragaba su tarjeta de crédito. Entró a la sucursal y lo atendieron mal. 600.000 firmas después y tras haber puesto firme a ministros y la propia banca ha conseguido lo que parecía imposible, lo que reconozco jamás pensé ver, las entidades bancarias, a su manera eso sí, pero empiezan a hincar la rodilla. Parecía imposible, no lo es. Una vez más ningún político lo vio venir, o no quiso, o simplemente a la banca, como a las eléctricas, no se les discute. Ahora todos buscan a Carlos San Juan para salir en la foto, es el hombre de moda. La vicepresidenta Calviño esprinta para no perder la oportunidad de saludarlo ante la presencia calificada como ‘casual’ por la ministra de no menos de ocho cámaras de televisión y una veintena de periodistas, grotesco. No solo Calviño, más de un político con cargo en estas semanas ha aplaudido la situación. Tiene narices que ahora y que con razón, se lo han ganado, los palos vayan contra la banca, pero las administraciones que ellos representan mantengan la obligación en muchos casos de contactar y tramitar de forma telemática. La brecha digital no es sólo cuestión de los bancos. Que tome nota a quién corresponda. Carlos San Juan impulsó su campaña de petición de firmas bajo el lema “soy mayor, no idiota”. Y resulta que si aquella fría mañana de enero Carlos hubiese tecleado su pin de manera correcta nada de esto hubiera pasado. Calviño y sus ministros seguirían en la inopia, como el Banco de España, como la Asociación de la banca, como toda la clase política, la que nunca se anticipa a nada…Bendito error Dr. San Juan, enhorabuena y gracias.
Fuente ABC