
“Es un día para inscribir en los libros de Historia”, lanzó el presidente de la Asamblea, el ministro noruego de Medio Ambiente, al abrir la última jornada de trabajos.
“Vamos a iniciar el proceso extremadamente importante de negociación de un tratado fuerte para prohibir la contaminación plástica”, agregó, recordando el vínculo entre las crisis del clima y la naturaleza, “ambas tan importantes (…) que no debemos resolver una en detrimento de la otra”.
El texto debe establecer una agenda muy amplia y los negociadores se volcarán, por ejemplo, sobre el “ciclo de vida” completo del plástico, es decir los impactos de su producción, utilización, desecho y reciclaje.
De manera implícita, puede haber medidas de limitación, en momentos en que cada vez más países en el mundo prohibieron las bolsas plásticas de uso único así como otros productos desechables.
El mandato prevé también negociar objetivos mundiales en cifras con medidas que pueden ser vinculantes o voluntarias, mecanismos de control, elaboración de planes de acción nacionales teniendo en cuenta las especificidades de los diferentes países, y un sistema de ayuda para los países pobres.
Concierne todas las formas de contaminación terrestre o marina, incluyendo los microplásticos.
Las negociaciones deben comenzar en el segundo semestre de este año y estarán abiertas a todos los países miembros de la ONU.
La inclusión en las negociaciones de todas sus preocupaciones vuelve a las oenegés prudentemente optimistas, incluso si subrayan, como muchos observadores y participantes, que será necesario vigilar para que no queden edulcoradas.
El compromiso manifestado por grandes multinacionales, entre ellas algunas que utilizan muchos embalajes plásticos, como Coca-Cola o Unilever, a favor de un tratado que establezca reglas comunes refuerza el optimismo, a pesar de que estas compañías no se han pronunciado por medidas precisas.
El futuro texto debe darles visibilidad y evitar distorsiones en la competencia de una industria que mueve miles de millones de dólares, según sus promotores.
De unos 460 millones de toneladas de plásticos producidos durante 2019 a nivel global, menos del 10% se recicla en la actualidad y el 22% se ha abandonado en vertederos improvisados, se quemó al aire libre o se arrojó en plena naturaleza, de acuerdo a las últimas estimaciones de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos).
Fuente Ambito