LA HABANA, Cuba.- Además de la distribución en un mayor porcentaje de las utilidades empresariales —ahora es el 50%, y antes era el 30%—, y la no obligatoriedad de observar las escalas salariales en el pago a los trabajadores, otra de las medidas adoptadas últimamente para intentar estimular a los empleados de las entidades estatales ha sido el establecimiento del pago por alto desempeño.
Este es un tipo de pago que se aprueba por el consejo de dirección de una empresa, teniendo en cuenta el criterio de la organización sindical, y se aplica de manera excepcional por los resultados del trabajo que influyan en la eficiencia de la entidad y otros hechos relevantes.
Sin embargo, y a pesar de estar plenamente legislado, en la práctica el pago por alto desempeño casi no se emplea en las entidades de la isla. El discurso oficialista insiste en que se trata de una traba al buen funcionamiento de la empresa estatal socialista. Por su parte, el periódico Trabajadores, órgano de la oficialista Central de Trabajadores de Cuba (CTC), aduce que el no pago por ese concepto se debe “a la inercia y resistencia a lo nuevo” por parte de los empresarios cubanos,
También se asevera que a muchos empresarios les cuesta trabajo evaluar sistemáticamente los aportes de cada trabajador, al tiempo que otros directivos de empresas desconocerían en parte los pormenores de este tipo de pago.
Por supuesto que sería pedirles mucho al oficialismo y sus amanuenses que hurgaran más en esa renuencia de los empresarios a pagar el alto desempeño, y llegaran a la conclusión de que, más allá de una actitud humana, asistimos a una deficiencia del sistema político imperante en Cuba.
Nos referimos a la falta de institucionalidad que se observa en nuestra sociedad, y que puede provocar que la voluntad de un individuo en un momento dado —obviamente, alguien de la alta nomenclatura— pase por encima de las normativas establecidas.
Es lógico suponer que cualquier empresario pueda sentir temor de pagar por lo que considera alto desempeño de un trabajador, y después aparecerse Díaz-Canel, Manuel Marero o Alejandro Gil diciendo que ese empresario inyectó dinero en la circulación sin una contrapartida en bienes o servicios, y por tanto agudizó la inflación en el país, y ahí mismo, como decimos en buen cubano, el empresario podría “salir por el techo”.
Entonces esa incertidumbre que torna en una especie de mentira piadosa la tan cacareada autonomía empresarial es la que lleva a los empresarios a mirar hacia arriba, y no actuar hasta tanto no lleguen las orientaciones de las instancias superiores. Y en casos como este del pago por alto desempeño, a la postre el no actuar afecta a la masa trabajadora.
Y tal vez convencidos de la inamovilidad de los empresarios si no reciben una orden superior, los altos mandos de la economía acaban de dar a conocer una disposición que les aclara a los empresarios las circunstancias que no impiden a los trabajadores acceder al reparto de las utilidades obtenidas por la empresa.
Se trata de aquellos que reciban cursos de capacitación a tiempo completo, los que actúen como jueces legos, los que participen como autoridades electorales, quienes estén movilizados en actividades militares, y también aquellos que ostenten cargos profesionales en los sindicatos oficialistas.
Como vemos, el castrismo hace todo lo posible por acomodar a quienes le son fieles.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Fuente Cubanet.org