La investigación del llamado tiroteo de San Blas, que se cobró la vida el miércoles de Joaquín Jiménez Silva, de 46 años y miembro del clan de los Extremeños o los Milagrones, arroja nuevos datos. Según ha podido saber ABC, la víctima era un pastor evangélico (pese a su pasado, pues fue juzgado y absuelto de matar a dos personas en el extinto poblado de Las Mimbreras, junto a dos de sus hermanos) que, además, tenía un parentesco lejano con Antonio Vargas, su ejecutor, y el resto de la familia rival. Como explicó este diario, detrás de todo estaba la separación de una joven porque estaba siendo maltratada y, además, el patriarca de la consorte habría exigido la devolución de la dote del matrimonio, que supondrían unos 12.000 euros. Pues bien, debido a su posición dentro de esa comunidad religiosa y a su relación con la familia Vargas (primos lejanos), los parientes de la chica le pidieron que mediara con los del marido para que se pudiera llevar a buen término la separación conyugal, les transmitiera que querían el dinero de vuelta y, si no, amenazaban con una denuncia. En un principio, se pensó que el propio tiroteado era el padre de la muchacha, aunque realmente están todos emparentatados, de un modo más o menos cercano. La emboscada
El lunes, 48 horas antes del asesinato de Joaquín, este tuvo una reunión con los Vargas para aclarar el asunto. Su papel de mediador le costó la vida. Porque ese encuentro acabó con una gran discusión y amenazas contra él. Tanto es así, que su familia estaba al tanto de que su cabeza estaba en juego y le había pedido que no saliera de casa. Y esa es la versión que han facilitado a los investigadores. Pero el pastor no les hizo caso. El miércoles, poco antes de las tres de la tarde, regresaba a su domicilio, en San Blas, en su Citroën C5 cuando a apenas unos cientos de metros, entre la glorieta de Alsacia y la avenida de Guadalajara, junto al centro comercial Las Rosas, un BMW X5 negro le embistió frontolateralmente. El choque fue tan brutal, que quedó totalmente paralizado dentro de su turismo. Todo estaba bien planeado, era una emboscada en toda regla. Un agente de Policía Nacional, personal del Samuey dos personas en las inmediaciones de la plaza de Alsacia – EP
El BMW salió huyendo hacia la calle de Fuente Carrantona. Dentro iban cuatro varones y una mujer, entre ellos el presunto maltratador, su padre y su tío, Óscar y Enrique. Pero inmediatamente apareció otro vehículo, con Antonio Vargas en el asiento del copiloto. Es otro tío del joven del que se querían separarar. Disparó hasta en ocho ocasiones contra la luna del conductor del Citroën, causando al menos cinco heridas de bala en la cabeza de Joaquín, que murió poco después pese a los esfuerzos del Samur. Se entregó en Sevilla
Se investiga si hubo uno o dos pistoleros, pero lo cierto es que emprendieron la huida por la misma zona por la que se fueron los cooperadores necesarios del clan y fueron captados por las cámaras de la zona. El testimonio de los propios familiares del finado ayudó al Grupo V de Homicidios a saber quién era el brazo ejecutor. Durante las siguientes horas, Antonio Vargas ya se sabía entre la espada y la pared, mientras conducía hacia Andalucía. Por consejo de sus parientes, decidió entregarse sobre las cinco de la madrugada en la Comandancia de la Guardia Civil de Sevilla, en el barrio de Montequinto (Dos Hermanas). Tiene más familia en la ciudad hispalense. Allí reconoció los hechos de manera espontánea, pero no llegó a declarar oficialmente, pues el caso lo lleva la Policía Nacional. A la espera de declarar
Tras pasar por la Jefatura Superior de Andalucía Occidental, anoche, a las 22.30 horas, fue trasladado desde la capital andaluza a Madrid, y encerrado en los calabozos de la comisaría de Tetuán. El Grupo V de Homicidios espera tomarle hoy declaración, aunque todo apunta a que el detenido se negará y esperará, a última hora de la tarde a ser puesto a disposición judicial. Mientras, los parientes han puesto pies en polvorosa, por dos razones: por miedo a un derramamiento de sangre en una venganza de sus contrincantes y para eludir la acción de la justicia, pues su papel fue fundamental para la culminación de este brutal asesinato.
Fuente ABC