
Minutos antes, autoridades del Donbás informaron de fuertes enfrentamientos y bombardeos rusos en varias localidades de Lugansk y Donetsk, las dos provincias que forman el Donbás, una región industrial fronteriza con Rusia donde la mayor parte de la población habla ruso.
Las declaraciones de Zelesnki llegaron al término de una jornada que había comenzado con ataques rusos con misiles contra instalaciones militares en la occidental ciudad ucraniana de Lviv y otros numerosos objetivos en otras partes del país, interpretados como un esfuerzo por reducir las capacidades militares de Ucrania antes de lanzar su asalto en el Donbás.
A fines de marzo, y anunciando el fin de la primera etapa de su invasión, Rusia retiró sus tropas de Kiev y otras regiones del norte de Ucrania para abocarlas a la “liberación” del Donbás, donde separatistas rusoparlantes controlan extensos territorios y combaten al Ejército ucraniano desde 2014, en rechazo a la destitución del entonces Gobierno prorruso por una ola de protestas.
Más de 14.000 personas murieron en ese conflicto, según la ONU, y el presidente ruso, Vladímir Putin, dice que uno de los fines de la ofensiva en Ucrania es proteger a la población rusoparlante del “genocidio” que, según él, cometieron allí las nuevas autoridades prooccidentales de Kiev, a las que tilda de “neonazis”, en los últimos ocho años.
“No importa cuántos soldados rusos traigan hasta acá, lucharemos. Nos defenderemos”, aseguró Zelesnki.
Poco antes, el gobernador de Lugansk, Serguei Gaidai, informó de “combates incesantes” en varias ciudades de la provincia. “Esto es un infierno. Ha comenzado la ofensiva de la que llevamos semanas hablando”, dijo en Facebook. “Hay combates en Rubizhne y Popasna, combates incesantes en otras localidades pacíficas”, afirmó en Telegram.
Artillería
Más temprano, el Departamento de Defensa de Estados Unidos dijo que Rusia sumó artillería, decenas de miles de soldados y otras capacidades militares en días recientes para su ofensiva en el Donbás, y que podría disponer aún de más tropas si termina de conquistar -algo que parecía inminente- la sureña ciudad portuaria de Mariúpol, ubicada en esa región.
Aunque completamente devastada por siete semanas de asedio, bombardeos y enfrentamientos callejeros, la estratégica Mariúpol está controlada casi por completo por el Ejército ruso, y los últimos combatientes que la defienden, estimados en unos pocos miles, están atrincherados y rodeados en una enorme planta de producción de acero.
Los combatientes, entre los que según Rusia hay tropas ucranianas y mercenarios europeos, ignoraron ayer un ultimátum del Ejército ruso para rendirse y preservar sus vidas.
La captura de Mariúpol sería de gran importancia para Rusia, ya que le permitiría liberar a miles de soldados para que se sumen a la operación en el Donbás.
Rusia se anexionó Crimea en 2014. Mariúpol se encuentra sobre el mar de Azov, que a su vez es parte del mar Negro. Con la conquista de la ciudad, Rusia controlaría los puertos más importantes de Ucrania salvo Odesa, ubicada más al oeste, virtualmente bloqueando la salida al mar de Ucrania e impidiendo la mayor parte de sus exportaciones.
La mayor parte de la ciudad está en ruinas, y sus autoridades calculan que la ofensiva rusa provocó al menos 21.000 muertos.
Se estima que unas 100.000 personas permanecen atrapadas en Mariúpol -que antes de la guerra tenía una población de 450.000-, sin agua, alimentos, luz ni calefacción.
Mientras tanto, Zelenski envió al embajador de la UE en Kiev dos voluminosos expedientes, incluyendo las respuestas a un cuestionario, que contienen la demanda de adhesión de Ucrania al bloque, como primer paso para obtener una membresía acelerada, un deseo que ha sido fuente de gran irritación para Rusia durante años.
Sin embargo, el mandatario se ha ofrecido a abandonar cualquier intención de Ucrania de adherirse a la OTAN, una de las exigencias centrales de Rusia para poner fin a su ofensiva.
Fuente Ambito