Recién llegado de París, donde viajó en coche con su hermano para ver el partido del Madrid contra el Liverpool, recibe a ABC en el Palacio de Fuensalida, a menos de un año de las elecciones autonómicas y municipales. ¿Se siente con fuerzas para superar un posible tándem PP-Vox en Castilla-La Mancha? Estamos acostumbrados a los desafíos. El partido que represento ha obtenido, salvo en una ocasión, la confianza de la ciudadanía y además con una enorme diferencia respecto de los resultados en generales y otras elecciones. Cada año que pasa, cada legislatura y cada elección hay más gente que se centra en los intereses de la región en vez de en los vientos nacionales o mundiales. Tengo mayoría absoluta y podría haber sido una legislatura muy cómoda. Y resulta que vamos por tres crisis encadenadas y me siento un poco experto en superar crisis y desafíos. Aquí escalamos, vamos cuesta arriba. Es la ventaja de ser de Toledo, que sé subir cuestas. ¿Tiene miedo el PSOE de Vox en Castilla-La Mancha, lectoralmente hablando, o debería tenerlo el PP? El miedo no es recomendable en política, lo que hay que tener es las ideas claras. El problema es que la crisis de 2007 abrió las puertas a infinidad de demagogias y populismos. Una parte del populismo lo representan organizaciones como Podemos —no digo que todos ellos sean iguales—, con una alta dosis de populismo en sus planteamientos. Aprovechando la ansiedad del momento, el populismo lo representan los independentistas de una manera clara, en este caso con un ADN territorial, pero vemos cómo han engañado a tantos millones de personas en Cataluña y en el resto del mundo, que ahora precisamente están empezando a ver la realidad. Y sobre todo la nula expectativa que hay sobre los objetivos que se habían planteado. Ese populismo también ha prendido en el ámbito de la derecha, no hay vuelta de hoja. Por tanto, no hay que tener miedo sino las ideas claras. La ciudadanía no puede dejarse engañar voluntariamente. A uno le pueden engañar, pero cuando se aplauden cosas que sabes que no son posibles ni reales, sino que son un tubo de escape o un desahogo, se está cometiendo un grave error. Y espero que la ciudadanía no caiga en ese error. ¿Cree que el ‘efecto Feijóo’ puede perjudicarle a usted en Castilla-La Mancha de cara a las elecciones? Todo influye y Feijóo tiene que pedir el voto para el PP también en Castilla-La Mancha. He comentado con él que hay un elemento que nos une a los dos: llevamos mucho tiempo en política y a ninguno nos ha sido necesario hacer travestismo político a lo largo de nuestra trayectoria. Él ha llegado donde está básicamente con el perfil que tenía cuando comenzó y sin hacer giros copernicanos ni dar bandazos; y yo, personalmente, creo no haber dado un banzado en mi vida. Podemos pecar de aburridos pero no de aventureros. Pero, ¿podría perjudicarle a usted en Castilla-La Mancha? Si se pone de moda de nuevo la coherencia y una cierta visión de España, aunque sea con metas distintas en lo social y lo económico, yo creo que ganamos todos los que creemos en la Constitución Española. ¿El ‘efecto Feijóo’ puede beneficiar al PP de Castilla-La Mancha? Si el PP nacional sube influirá en el PP de Castilla-La Mancha, pero sinceramente pienso que hay muchas más cosas que pueden unir a Feijóo conmigo que con el presidente del PP en Castilla-La Mancha, salvo una: que son del mismo partido. ¿El PSOE y el Gobierno se equivocarían si mantienen la misma táctica con Feijóo que con el PP anterior? Claramente. Creo que el PP, de una manera muy traumática, —siempre he tenido un concepto personal muy bueno de Pablo Casado—, y bastante sangrienta ha cortado un camino que en principio no les ofrecía seguridad de éxito, y han apostado por lo que el propio PP cree que es un valor seguro. Eso solo tendría que hacer que el PSOE y el Gobierno tuvieran una estrategia diferente. Creo que con el Feijóo presidente de Galicia ha habido una actitud de diálogo y consensos desde el Gobierno de España bastante alta, y ahora no se puede borrar ese papel de Feijóo de presidente de la Xunta. Como presidente de una comunidad autónoma hay una cuestión capital como es la financiación autonómica. ¿Qué es, a su juicio, lo que el actual gobierno no está haciendo bien al respecto? De entrada, abordarla. Es verdad que con el clima político tan complejo que hay en España conseguir un acuerdo, con el estrés que supone cada votación, y una ley para abordar cuestiones que deben durar más de una generación, es muy complejo. La primera conclusión a la que debe llegar el Estado, gobierne el PSOE o el PP, es hacer hacer una lectura sincera y real de cuáles son sus competencias y por tanto la sobrefinanciación que tiene el Estado respecto de cuáles son las competencias que han ido asumiendo las autonomías, que son muchas más de las previstas y que están infravaloradas. No se trata de quitarle dinero a Cataluña o Baleares o Extremadura, sino de establecer un criterio claro de qué competencias debe tener cada comunidad y qué nivel de servicios y gastos. Ahora mismo no estamos solamente reclamando un modelo justo, equilibrado y realista con las competencias de cada cual, sino que estamos intentando taponar hemorragias que se producen desde el Gobierno de España, que, sin tener competencia directa sobre muchas cosas, toma decisiones que le cuesta pagar luego a las autonomías. Es la política del yo invito y tú pagas. Evidentemente hay que sentarse, y desde luego una conversación PSOE-PP sería positiva porque tenemos la idea clara de que la financiación no tiene que pagar el independentismo, sino la unidad. ¿Le preocupa la subida del IPC hasta el punto de que la Junta tenga que variar algunas previsiones económicas y tomar otras medidas? El IPC y la inercia económica son cuestiones que están por encima de una autonomía. Nosotros influimos a pie de calle pero no en la macroeconomía. Pero nos está afectando mucho. El encarecimiento de la energía influye por ejemplo en el coste de los hospitales, o los problemas que estamos teniendo con las obras públicas. Esos costes nos pueden llevar ya a otra crisis en sí misma, y eso es lo que hay que evitar. ¿Un gobierno autonómico puede ayudar al ciudadano bajando impuestos, como propone de manera insistente Paco Núñez? Tenemos una presión fiscal de las más bajas de España, con mucha diferencia. Acabamos de reducir los impuestos a una parte importante de la población que más lo necesita. No se trata de bajar los impuestos a lo loco, sino de decir a quién se les baja y a quién no. Cospedal llegó a Castilla-La Mancha proponiendo una bajada radical de impuestos, y terminó doblándolos, aunque eran pequeños porque la capacidad de recaudación de de las comunidades es pequeña. Las cosas de la macroeconomía no pasan por las autonomías. ¿Cómo ve a Paco Núñez? Tengo una relación razonablemente normal con él. Cuando necesita algo hablamos y cuando nosotros planteamos algo, también. Hay un cierto diálogo normalizado. No creo que pueda decir que tiene las puertas cerradas para hablar de muchas cosas. Yo lo veo desde una perspectiva institucional. Cualquier cosa que pueda decir desde el punto de vista electoral le perjudica a él o, peor aún, me perjudica a mí. Sobre la encuesta electoral en la región que ha hecho el PSOE y que le da como vencedor ¿qué lectura hace? Sobre las encuestas soy un poco más escéptico que la mayoría. En todo caso, creo que hay una cosa instalada en la región y es que aquí no se necesita ningún cambio, que las cosas, aunque tienen que mejorar, van funcionando. Noto un clima muy bueno, pero precisamente el exceso de confianza puede llevar a confusión, y a mí no me van a pillar en ese exceso de confianza. La posibilidad cierta de que se pueda formar un gobierno PP-Vox está ahí, pero eso lo que va a hacer es motivar a muchísima gente para no estar indiferente ante las elecciones autonómicas, lo cual siempre es importante. Es curioso, porque veo que Feijóo rehúye cualquier entendimiento con Vox, mientras que en Castilla-La Mancha estamos en el único caso en España en que ni siquiera quieren esperar a los resultados, sino que ya han llamado a las puertas de Vox para ya ir cómplices en las elecciones. Es un caso inaudito, pero refleja la nula confianza de Núñez en sus propios resultados. ¿Hasta dónde cree que puede llegar electoralmente Vox en Castilla-La Mancha? Dependerá de los candidatos en buena medida, aunque en Vox no es tan así porque es la marca. Si el candidato es Ortega Smith, como se especula, me resulta muy difícil pensar que sea el vicepresidente de la comunidad. Hoy entra en vigor la Ley LGTBI de Castilla-La Mancha. ¿Qué opina del escrito de los obispos de la región donde critican ciertos aspectos? Creo que no discrepan tanto de la ley como del movimiento y del concepto en sí mismo. Creo que esta será la única ley LGTBI que se ha aprobado por unanimidad, y creo que hay leyes un poco más ariscas con planteamientos de la Iglesia Católica, en Madrid sin ir más lejos, o en Galicia. Creo que está en una línea totalmente normalizada. No es una ley extravagante ni que complique la vida a nadie, ni que rompa ninguna costura. Decimos adiós a Emiliano García-Page, que dice, para hoy, Día de la Región, que «vamos a celebrar los 40 años al servicio de Castilla-La Mancha y hay que aprovechar este día para una reflexión, que compartimos todos el tronco común de lo que es España».
Fuente ABC