
Periodista: ¿Qué les atrajo de esta historia?
Mela Lenoir: Está contada desde otro punto de vista y perspectiva. Todos sabemos sobre los atentados del las Torres Gemelas pero aquí se piensan otras cuestiones. Qué pasó ese día con las torres de control que tuvieron que divergir 200 aviones y reubicarlos para que no cayeran. Qué hay detrás de este pueblo isla en el Atlántico donde en general bajan los aviones a cargar combustible y que ese día albergó 7000 personas en 4 horas. Son casos y nombres reales, historias que están en documentales y aquí son los personajes de la obra. Hay una cosa heroica que ocurrió con sentir la responsabilidad de albergar a toda esa gente y hacerla sentir en casa, porque venían de todas partes del mundo, y había que hacerles entender, en lengua africana si era necesario, lo que estaba ocurriendo. Encontraron la manera de explicarse a través de pasajes de la biblia. Ese día el mundo cambió, cambiaron leyes y formas de volar, la seguridad, y esa gente que tuvo que estar en ese lugar, reconoce haber sentido la humanidad y solidaridad como nunca antes.
P.: ¿Cómo es producir musicales internacionales en una Argentina tan inestable?
Carla Calabrese: Es un país complicado para hacer producciones y cobrar una entrada a un máximo de 17 dólares. Pero si bien la ecuación casi nunca da, poder arriesgar la plata de esta manera es un lujo. Hay que administrarse para poder seguir haciendo producciones cada año y no dejar todo acá. Con este contenido tan valioso y de calidad no estoy esperando que la inversión vuelva y haya retornos, soy consciente de que eso se logra sólo con mantener la obra en el tiempo y que el público valore y lo recomiende. Con “El curioso incidente” funcionó durante 9 meses seguidos a sala llena, luego llegó la pandemia y habíamos recuperado la inversión. Faltaba el tiempo para la ganancia pero no llegó. Ahora estamos renegociando los derechos que vencieron.
P.: Habla con el espíritu del teatro independiente que sabe que hace para perder dinero, empatar o la menor de las veces, ganar.
C.C.: Sí, ese es el espíritu, y podemos financiar escenografía y diseño de calidad. El público se pregunta cómo es posible que hagamos estas producciones sin retorno seguro, y no cuestiona tantas actividades que están paradas y pierden dinero. Elijo usar mi plata para hacer teatro, pagar actores, generar trabajo y generar producciones de calidad que reflejen conductas humanas y transformadoras. Para mi este es el lugar más interesante para arriesgar mi dinero.
P.: Los musicales fueron mutando en temas y pasaron de lo más trivial a historias más comprometidas, ¿por qué?
M.L.: Todo se amolda al contexto social y político. Se banalizó mucho en tiempos de posguerra porque había que entretener, distraer, alivianar, y como toda expresión artística fue mutando y utilizó su música en función del cuento. Hay una búsqueda de autores y dramaturgos que apuntan a la profundidad y el musical se trans-
formó pese a ser un lenguaje de puro entretenimiento y pasatista. Cuando la música toca una fibra y eso se suma a una historia conmovedora el resultado es fuerte.
C.C.: No puedo hacer un musical de texto que no tenga un contenido movilizante, no me sale. Veo muchos obras y pocas me gustan, de esas intento comprar los derechos.
P.: ¿Qué querría comprar?
C.C.: “Book of mormons”, creo que es uno de los musicales más importantes del momento pero no nos responden. Si tiene que ser nuestra, será. Vamos a codirigir con Mela el año que viene la obra inglesa “Consentimiento” , y de todo lo que vi en Londres me gustó mucho el grupo Mischief y “La obra que salió mal”, por ejemplo vi “Peter Pan salió mal”. También me interesa el realismo americano cuando estoy en Nueva York.
P.: ¿Cómo ven la escena del musical en la Argentina?
M.L.: En los últimos años hubo un despegue muy fuerte porque la gente estudia desde muy joven, además es de los pocos géneros que tiene legión de fans que ven los espectáculos hasta diez veces. Quizá también hay influencia de los programas de TV de talentos, que empujan a artistas a querer perfeccionarse, y a la vez los docentes incentivan la escritura. Hubo un momento de freno entre los 90 y 2000 pero luego reflotó y ahí vamos. Es un género que implica mucho trabajo, mucho ensayo, somos todos soldados.