
“Los celulares llaman nuestra atención permanentemente, y este exceso de estímulos pone al cerebro todo el tiempo en estado de alarma”, se plantea.
“Esto genera un estrés al que el cerebro responde liberando hormonas como el cortisol, lo que reduce nuestro rendimiento, y a largo plazo puede arruinar nuestra salud“, añade.
Sobre esta sintomatología, especifica que “el corazón late más rápido, la sudoración aumenta, y se incrementa el riego en la musculatura; toda ese energía que se libera, estando sentados con nuestro celular, no es empleada como el cuerpo está acostumbrado, así que para compensarlo, se producen otras reacciones, como el aumento del apetito”.
“Cuanto más sea el estrés que nos produce el celular, más se sobrecarga la parte del cerebro encargada de las tareas cognitivas. En consecuencia, la capacidad de concentración y de pensamiento lógico, disminuyen”, establece.
El informe apunta especialmente a las redes sociales, ya que “pueden resultar adictivas, ya que cada “me gusta” y cada mensaje, hace que el cerebro active mecanismos de recompensa, pero si estos tienden a activarse con asiduidad, ese efecto positivo se va a atenuando; y aún así, si uno lo deja, se siente mal, lo que significa que la adicción se ha estabilizado”.
“Esta actividad puede hacer menguar algunas regiones del cerebro, un efecto comparable al de una drogo-dependencia. El uso excesivo del celular puede provocar síntomas típicos del síndrome de abstinencia, como nervios y problemas para dormir”, alerta la Universidad de Heidelberg.
Pero no se trataría de una tendencia de consecuencias irreversibles: “La buena noticia es que el cerebro es un órgano flexible, y los científicos creen que estos efectos pueden ser corregidos mediante un uso más consciente del aparato”.
Fuente Ambito

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