Este thriller psicológico se centra en el clásico disparador del escritor capaz de extremar sus vivencias con el afán de enriquecer su ficción, combinado con ingredientes religiosos en los que la justicia divina juega un papel crucial. La trama se vuelve más compleja cuando el afamado escritor Kloster, que encarna Diego Peretti, se ve impulsado por la venganza y el delirio místico, que lo empuja ejecutar en el nombre de Dios. La historia, contada con saltos temporales, parte de la colaboración entre Kloster y Luciana B, (Macarena Achaga) para escribir la última novela del exitoso autor. Hasta que un conflicto entre ambos los distanciará y comenzarán a ocurrir misteriosas muertes en el entorno de ambos. Luciana recurre a un periodista, Esteban Rey (Juan Minujín), quien intentará develar algunos secretos en su investigación periodística.
El film es crudo, oscuro, trágico, y se sigue con interés apoyado en excelentes actuaciones, no sólo en todos los actores mencionados sino en los secundarios que encarnan Guillermo Arengo como el padre de Luciana, Silvina Sabater como la abogada y hasta Silvia Villazur como una casera, quien es ya una abonada de las producciones argentinas de Netflix. Las locaciones, en su mayoría situadas en el microcentro porteño, están muy bien elegidas, siempre embellecidas por arte y fotografía que hacen ver Buenos Aires mucho más linda de lo que es, y las casonas de la playa y del escritor refuerzan el clima lúgubre digno de thriller opresivo.
La transpolación del libro a la pantalla es impecable, si se acepta como contrato de lectura la sucesión excesiva de muertes cada vez más sangrientas y retorcidas, eje de una historia donde los desórdenes psiquiátricos están en primer plano, entre ellos el evidente delirio místico del personaje de Peretti. De ahí “La ira de Dios” del título.