La Audiencia Nacional ha procesado a dos empleados del Valencia Club de Fútbol por desatender a un menor de doce años, que militaba en la cantera, tras contraer salmonelosis en un viaje a Egipto para disputar un campeonato entre equipos. En el auto, la titular del Juzgado Central de Instrucción Número 3 propone juzgar al director técnico de la Academia del Valencia como máximo responsable del club durante el viaje a Egipto, así como al enfermero ATS por ser quien debiera atender sanitariamente a los integrantes de la expedición, ambos acusados de delitos de lesiones por imprudencia grave. De acuerdo con la explicación de la magistrada María Tardón, el viaje realizado del 24 al 31 de agosto de 2019 al país africano para participar en la Zed Clubs Cup, consistía en un desplazamiento en el que los padres no podían «interferir en la expedición». Días después de llegar a Egipto, el canterano relató a sus padres por WhatsApp que se encontraba enfermo y que se había levantado con vómitos, fiebre, diarrea y un fuerte dolor en el estómago. Posteriormente, les explicó que los responsables del club le habían dado un medicamento, mientras que los progenitores preguntaron si podían ver a su hijo, a lo que les respondieron que «no se preocuparan» y que ya le habían dado ibuprofeno. Al día siguiente, a pesar de continuar su sensación de malestar, los encargados de la entidad ‘che’ le obligaron a entrenar con normalidad antes del partido, según el relato de la juez, quien apunta que «tras iniciar el entrenamiento no fue capaz de mantenerse de pie, por lo que finalmente acabó tumbado en el banquillo». A la conclusión del partido sus padres se desplazan al hotel y se alarmaron al ver el estado físico de su hijo que, según explica el auto, «se había deteriorado mucho». Así, y tras trasladar su preocupación nuevamente a los responsables, el club volvió a pedirles que no se preocuparan. No obstante, ese mismo día el preparador físico del club pidió a los padres que llevasen suero para su hijo. Tras acudir con el medicamento al hotel, se encontraron al pequeño «solo, acostado en la cama en calzoncillos con mucho frío, destapado y con el aire acondicionado puesto a toda marcha». «Su ropa está toda tirada por el suelo junto con toallas, botellas de agua. En el cuarto de baño, varios calzoncillos de su hijo sucios (debido a las diarreas) tirados por el suelo (…) Está enfermo, tiene unas ojeras negras, ha perdido peso, sigue con diarreas, no tiene nada de fuerzas y lo único que hace es dormir», señala el auto. «Una simple diarrea»
El ATS del Valencia, con todo, sostuvo que se trataba de «una simple diarrea que a los tres días se pasa, que hay varios niños igual y otros que ya se están recuperando, por lo que no es necesaria ninguna atención médica y que esto sólo serviría para tirar dinero, puesto que costaría 120 euros por niño». Pese a ofrecerse a costear el médico e insistir en quedarse a pasar la noche con su hijo, el sanitario del club recordó a los padres que no está permitido que permanezcan en el mismo recinto que el resto de jugadores. En su lugar, el ATS les facilitó su teléfono por si hubiera algún problema durante la noche. Después de varios días en que la situación del jugador fue a peor, los padres volvieron a presentarse en el hotel. Allí, el director técnico de la Academia del Valencia les acusó de «haberse saltado la línea y el protocolo por acercarse al cuerpo técnico y al hotel a ver a su hijo cuando está prohibido, recriminándoles igualmente que eran unos exagerados» y que el niño ya «estaba bien». Ante las insistencias de los padres para que practicasen pruebas médicas al pequeño, los empleados del Valencia les increparon: «se están pasando de la raya». Además, les advirtieron de las consecuencias que su comportamiento puede tener para el menor dentro del equipo. Los familiares finalmente se marcharon del hotel «pensando que quizá tuvieran razón y estuvieran exagerando», pero sobre todo para «evitar posibles represalias del Valencia CF, remitieron varios mensajes a los responsables pidiéndoles disculpas por si habían pecado de exceso de preocupación, pero que nunca habían visto así a su hijo», según apunta la magistrada. No volvieron a ver a su hijo hasta que el avión aterrizó en el aeropuerto de Manises después de varias escalas. El pequeño, «ante la falta de fuerzas que tenía, pues no había comido ni bebido nada en días, hizo todo el recorrido» hasta Valencia «en silla de ruedas al no poder andar». Cuando finalmente lo vieron salir por la puerta «literalmente sostenido y con un aspecto cadavérico», su padre lo cogió en brazos y corriendo se lo llevó al coche para trasladarlo de forma inmediata a un hospital. Operación de urgencia
El diagnóstico que expresaron los médicos del Hospital de Manises a los padres del menor fue realmente contundente: «está crítico, sufre una deshidratación grave y una insuficiencia renal y hay que llevarlo de urgencia al Hospital La Fe». Tras ser ingresado, los médicos adviertieron a la familia de que el menor tenía el sodio a 119, «lo que puede ocasionar daño cerebral, paro cardiaco, fallo multiorgánico e incluso la muerte». Ante el dolor abdominal del pequeño, los sanitarios realizaron un TAC y una ecografía, lo que revela que sufre una perforación. Tras una operación de urgencia, el médico les explicó que la dolencia pudo producirse por una bacteria o por «ingerir en grandes cantidades determinados medicamentos como el Ibuprofeno, sospechando que seguramente se trate de esta segunda posibilidad». Fue en ese momento, ante el desconocimiento de los padres, cuando su hijo informa a los médicos de que los responsables del Valencia «le administraron varias dosis de Ibuprofeno (concretamente 400 mililitros cada 4 horas)». El pequeño permaneció ingresado en el hospital tres meses más, hasta diciembre de ese mismo año, un periodo de tiempo que sirvió para que se sometiera a nuevos controles. Los mismos revelaron que padeció una salmonelosis que fue tratada con diferentes medicamentos que le provocaron una úlcera duodenal y una esofagitis por los vómitos. Este relato es el que, explica la juez, lleva a que la causa continúe su proceso por los cauces del procedimiento abreviado contra algunos empleados del Valencia. Los padres, sin embargo, recurrieron esta decisión considerando insuficiente la decisión de la magistrada. La magistrada, con todo, rechazó el recurso de los padres asegurando que no «se ha evidenciado que pueda atribuirse a ninguno de ellos, entrenador y técnica administrativa, respectivamente, la adopción de ninguna de las decisiones relativas al tratamiento de la salmonelosis que el referido menor padeció durante su estancia en El Cairo».
Fuente ABC