Antes de aterrizar en Ezeiza, la aeronave hizo una escala en el Aeropuerto Taravella. En esa provincia se encuentran los mayores secretos aeroespaciales y se desarrolló el abortado misil Cóndor II.
Por Antonio D´Eramo
Al tiempo que investiga a su tripulación, el juez federal Federico Villena intenta reconstruir que ocurrió con el Boeing 747-300M, matrícula YV3531 de la empresa venezolana Emtrasur, que se encuentra retenido en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, a cuya terminal de carga arribó el lunes 6 de junio, durante las horas que estuvo en el aeropuerto Taravella de la Ciudad de Córdoba. En principio, se habría tratado de una escala obligada por la niebla, pero algunos indicios disparan otras hipótesis.
Si bien la fiscal Cecilia Incardona, que, en principio, decidió impulsar la investigación, solicitó y consiguió del juez Villena el secreto de sumario para que no se filtren medidas de prueba. El foco de atención está puesto en lo sucedido en el aeropuerto cordobés donde, aún, no se ha logrado establecer si la extensa tripulación, compuesta por 14 venezolanos y cinco iraníes, bajó del avión, abrió la bodega y, si lo hicieron, descargaron o subieron material.
Las sospechas se incrementan por la gravedad del hecho de haber volado desde Córdoba hacia Buenos Aires con el transponder apagado que impidió que se localice a la aeronave mientras atravesaba el espacio aéreo nacional.
Un transpondedor o transponder es un tipo de dispositivo utilizado en telecomunicaciones. En aviación, estos dispositivos, sirven para conocer dónde está una aeronave en un momento dado. Un instrumento de enorme importancia que puede ser desactivado girando tan sólo un mando. En algunos casos, los pilotos los apagan en los momentos en que circulan por la pista de un aeropuerto para que las señales que emite el dispositivo no se mezclen o interfieran con radares ubicados en tierra. Pero luego se los enciende durante el vuelo. Hay casos en los que puede fallar pero si eso sucede, los controladores aéreos, suelen pedir al comandante de la nave que encienda un segundo transpondedor de respaldo que se puede activar manualmente si el principal falla y hay que anularlo.
Por lo que, pocas son las excusas que pueden ofrecer los responsables del vuelo de la empresa Emtrasur para explicar las razones por las que decidieron surcar los cielos argentinos de manera invisible.
Técnicos de la Asociación Personal Técnico Aeronáutico (APTA), explicaron a NA que “el avión puede volar porque se trata de un equipo que emite una señal con un código pero no debería hacerlo. O sea que si el avión voló de esa manera es porque alguien se estaba haciendo el vivo. Es peligrosísimo. Hay un caso emblemático de accidente aéreo por apagar el transponder. El vuelo 1907 de Gol que chocó en el aire con un Embraer Legacy Privado el 29 de septiembre de 2006 en Brasil. El accidente se produjo a 11.277 metros de altitud y murieron 148 pasajeros del Gol y seis tripulantes luego que el ala izquierda del Legacy le pegara de frente al Boeing 737. El pasaje del jet privado sobrevivió pero el vuelo internacional fue completamente reducido a cenizas”.
Desde luego que en ningún país del mundo se puede volar legalmente un avión con el transponder apagado. La Argentina no es la excepción.
A ese misterioso proceder de la tripulación del Boeing de la compañía aérea venezolana hay que sumarle el hecho del desvío a la provincia de Córdoba. Territorio emblemático en secretos militares y aeroespaciales. La nave no se desvió a Neuquén, Sante Fe, Tucumán, o al litoral, lo hizo a Córdoba, lo que viene a alimentar más especulaciones y sospechas acerca del misterio de su hoja de ruta.
Según publicó el diario Clarín, el Ministerio de Seguridad, a través de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), controló a la tripulación y la carga para ver si transportaban armas u artículos prohibidos, pero comprobaron que llevaban “repuestos para autos”.
Del pedido de informes presentado por legisladores de la oposición en la Cámara de Diputados con destino al Poder Ejecutivo se desprende que la aeronave habría sido propiedad de la empresa iraní sancionada por Estados Unidos, Mahan Air, que luego lo habría transferido a la empresa estatal venezolana Conviasa, en su versión “cargo”, es decir, Emtrasur. Firma esta última también sancionada por la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Tesoro del país del norte.
El 6 de junio pasado, el avión Boeing 747, en configuración cargo, matrícula YV3531, proveniente de México y con destino el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, no pudo aterrizar allí y se tuvo que dirigir a la ciudad de Córdoba. Ese mismo día, por la tarde, la aeronave volvió a despegar para, entonces sí, aterrizar en Ezeiza.
Luego, el miércoles 8 de junio, despegó del Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini y tras sobrevolar el Río de la Plata durante 20 minutos, aterrizó nuevamente en Ezeiza “por motivos desconocidos”.
Córdoba, el Proyecto Condor II y los secretos aeronáuticos
En tiempos del gobierno del presidente Raúl Alfonsín, su ministro de Defensa, Horacio Jaunarena, recibió un llamado del secretario de Defensa estadounidense, Frank Carlucci. En plena guerra fría le manifestó a su colega argentino, la preocupación de su país porque la CIA poseía informes sobre un misil argentino que estaba contribuyendo a desestabilizar el equilibrio militar en Medio Oriente. Si bien la política del gobierno radical era la de no exportar armas a zonas en conflicto, Estados Unidos ya presionaba por desarmar a la Fuerza Aérea y terminar con el Proyecto Cóndor que nació en 1979 y abarcaba once etapas de desarrollo hasta el denominado Proyecto Cóndor 11.
Para la académica Anabella Busso, que publicó un importante paper analizando la relación argentino-estadounidense durante la post guerra fría, la desactivación de la segunda etapa del Plan Cóndor durante la administración de Carlos Menem fue central para su relanzamiento.
“El gobierno radical continúo con el proyecto comprometiéndose a no realizar transferencia de conocimientos misilísticos a países en conflicto”, escribió la autora que, además, agregó “si bien la Fuerza Aérea Argentina tenía experiencia en la investigación y desarrollo de cohetes y misiles, la misma no era suficiente para un desarrollo como el Cóndor 11″.
El gobierno de Menem desmanteló el Proyecto Cóndor al alinearse a Washington y debió adherir a las nuevas pautas de seguridad vigentes, tras la caída del muro de Berlín y el colapso de la Unión Soviética, donde no había cabida para un plan misilístico de esas características.
El analista internacional, Daniel Romero, publicó en totalnewsagency.com un artículo donde afirma, “En Córdoba se encuentra el asiento de los mayores secretos aeroespaciales argentinos y es donde se desarrollo el misil Cóndor, (desmantelado) entre otros, y la fuerza Cuds, a la que pertenece el avión 747, se especializa en esa rama tecnológica”.
El experto se refería a la sospecha que poseen numerosos servicios de inteligencia occidentales acerca de la connivencia entre agentes iraníes y partidarios de la milicia Hezbollah, una organización musulmana chií libanesa que cuenta con un brazo político y otro paramilitar, con los militares de Cuba y Venezuela con los que trabajarían activamente. En ese contexto, el avión “invisible” investigado por la Justicia Federal, sería parte de ese entramado de relaciones.
Fuente NA