El pasado 9 de junio, durante un discurso ante jóvenes empresarios de la Federación Rusa, Putin se autodefinió como el sucesor de la causa de Pedro I, quien, según la opinión del propio mandatario ruso, “no arrebató, sino que devolvió” las tierras de Rusia y, entre otras cosas, luchó con Suecia durante 21 años. En el contexto de la guerra en curso entre la Federación Rusa y Ucrania, las palabras de Putin pueden ser interpretadas como una legitimación oficial de la ocupación territorial llevadas a cabo por el ejército ruso en Ucrania y otros países víctimas de la agresión del Kremlin.
Putin finalmente ha dejado ver “su verdadera faceta como dictador” al revelar las verdaderas razones de la denominada “operación especial”, en otras palabras, una guerra a gran escala para apoderarse de Ucrania. Los argumentos expuestos previamente por el ejército ruso y los servicios especiales sobre las razones de esta invasión quedaron inmediatamente obsoletos. Las tesis sobre la “desmilitarización” y la “desnazificación” de Ucrania dejaron paso a las tesis obvias sobre la ocupación de Ucrania y la pérdida de sus atributos de estado.
Las palabras de Putin sobre su intención de anexionar territorio han convertido a todos los rusos en carne de cañón por haber complacido los caprichos de un mandatario con serios problemas mentales. Las versiones de los portavoces oficiales del Kremlin – sobre armas nucleares que Ucrania pretendería obtener, provocaciones con productos químicos, la protección del Donbas, supuestamente sujeto a bombardeos regulares por parte de las Fuerzas Armadas de Ucrania, la OTAN a las puertas de Rusia -, han quedado desvalorizadas. Putin colocó en la misma bolsa todos estos argumentos e hizo quedar a todos como idiotas. El ejército ruso, los servicios especiales rusos, los propagandistas rusos que desarrollan la tesis sobre “las intenciones pacíficas de Rusia y la agresividad de Ucrania”.
Putin admitió abiertamente que había planeado la toma de Ucrania por adelantado e inventó las excusas anteriormente mencionadas para esto. Ucrania sistemáticamente venía siendo acusada de actividades antirrusas. En realidad, Putin estaba preparando a su gente para la guerra, a la que denomina “operación especial” y sólo necesitaba las condiciones previas para llevarla a cabo.
El blanqueo de la postura geopolítica de Putin, que se ha colocado a la altura de Pedro I, es prueba de que no tiene nada que ofrecer a los rusos excepto guerra, sangre y muerte. Y Putin, de hecho, ya está hablando abiertamente sobre esto, tratando de preparar al pueblo ruso para una larga guerra, numerosas pérdidas humanas y serios problemas económicos.
Pasechnik y Pushilin, títeres de Putin en Donetsk, han quedado retratados como idiotas funcionales frente a su “electorado” que en estos momentos está siendo enviado a la guerra para defender los intereses de Putin. Desde el 9 de junio, Donetsk ha sido objeto de bombardeos masivos, de los que la propaganda rusa culpa al ejército ucraniano. Putin está destruyendo deliberadamente las pseudo repúblicas que creó para crear así un precedente para una intervención militar más activa, que terminará provocando bajas masivas entre la población civil de Donbas. El dictador del Kremlin no entiende de que en el siglo XXI el territorio ha dejado de ser la joya de la corona, y las guerras de ocupación crean un precedente extremadamente peligroso para la guerra nuclear.
El Kremlin bloqueó deliberadamente las negociaciones sobre los acuerdos de Minsk, ya que estaba decidido de todas formas a iniciar la guerra contra Ucrania para capturarla. Putin usó un cliché clásico de la propaganda soviética, retratando a Ucrania como el agresor y colocándose el mismo como la víctima. Este fue y es el componente básico para enardecer el sentimiento anti ucraniano en la Federación Rusa con el fin de justificar la invasión y las muertes causadas por el ejército ruso.
Del mismo modo, las insinuaciones arriba mencionadas sobre “biolaboratorios estadounidenses”, “armas nucleares”, “bombardeo del Donbas”. Todas estas fábulas informativas se inventaron para tratar de justificar la invasión rusa de Ucrania. Putin nunca aceptará la independencia y los logros alcanzados por Ucrania. De ahí su pseudo retórica y el doble discurso. Teniendo en cuenta que alguna vez, parte de Manchuria y Alaska estuvieron en la esfera de influencia del Imperio Ruso, siguiendo esta lógica, Putin tendría que enviar sus tropas a China y Estados Unidos.
La ocupación de territorios es un trágico capricho de Putin, obsesionado con la manía de restaurar la Rusia histórica. El discurso del 9 de junio ante los jóvenes no fue por casualidad, sino que es un indicador que Putin tiene la intención de seguir arrojando a los rusos al crisol de la guerra y está dispuesto a hacerlo durante 21 años si fuera necesario, al igual que Pedro I. El dictador ruso no ha caído en la cuenta de la magnitud de la tragedia, que se hace cada vez más profunda y puede acabar en una guerra nuclear.