Es que a momentos de iniciarse el viaje, ella y su amiga vivieron una situación particular y poco común para un momento que debe ser pura y exclusivamente de disfrute.
El vuelo salió desde Inglaterra hasta Málaga, en España. Y posteriormente al despegue, Isabella Prusak-James, una joven estudiante de 21 años, sufrió un percance que jamás imaginó mientras hablaba con su compañera de ruta, lo que obligó a una rápida asistencia en las alturas para solucionar urgente el problema.
La joven tuvo ganas de bostezar y automáticamente sintió un sonido extraño en su cuerpo, que nunca había oído. Rápidamente, notó que la mandíbula no estaba correctamente ubicada. Al salirse de lugar, le impedía poder hablar con su amiga. Por tal motivo, usó su celular para avisarle de lo que pasaba y pidió la atención de los tripulantes de cabina del avión.
Ante dicha situación, el personal de servicio de la aerolínea se hizo presente y junto a su amiga, fueron escoltadas por el pasillo principal hasta una zona apartada del resto de los pasajeros. Sentada en una silla, aún en shock, pidió que le acomoden la mandíbula con unos movimientos especiales.
Sabiendo cómo había que proceder para solucionar el problema (ya le había ocurrido en un viaje familiar), la joven le pidió a su amiga que con sus dedos pulgares realice movimientos que le permitan enderezarle la mandíbula. El procedimiento no surtió efecto y por eso, Isabella lo hizo por sus propios medios y logró su cometido para salir de esa situación apremiante.
Tal como precisó en diálogo con la agencia North News and Pictures, la mujer recordó que “la azafata nos llevó al fondo del avión y corrió la cortina. Fue muy amable, permaneció allí con nosotras y nos asistía. Comprendió las instrucciones que le di a mi amiga y le daba ánimos a ella”.
Y remarcó luego de la asistencia de su amiga: “no sentí dolor, sino que incomodidad. Seguía intentándolo, pero al final me dijo ‘esto me está estresando’. Me preguntó si yo podía hacerlo. Nunca había probado, aunque lo terminé logrando”.
Fuente Ambito