Por Eduardo Paladini
Qué dicen las últimas encuestas nacionales. Y cómo impactaría una eventual condena por corrupción.
“Seguramente, desde lo personal, Máximo Kirchner quiere que sea. Pero ella no es tan irresponsable”. Así, descarnado, un dirigente del Frente de Todos que apoyó en público por estas horas a Cristina Kirchner le ponía hielo al operativo clamor para que la ex mandataria vuelva a la Casa Rosada el año próximo, otra vez como Presidenta.
Las palabras del hijo de la vicepresidenta se sumaron este jueves a las pintadas y declaraciones que militantes y dirigentes acumularon con fuerza desde que el fiscal Diego Luciani pidiera 12 años de prisión contra ella por delitos vinculados a la corrupción.
Ese 22 de agosto, Clarín adelantó que el pedido de condena confirmaba casi con seguridad la primera candidatura para las próximas elecciones: Cristina 2023. Pero no presidenta, sino senadora por la provincia de Buenos Aires.
La hipótesis, ratificada por un intendente de peso del GBA y un importante ministro del Gobierno nacional, se basaba en lo que hoy es un secreto a voces: para no ir presa, si es condenada, Cristina se presentaría para el mismo cargo que consiguió en 2017 y que le permitió estar libre hasta el 2019. Menem lo hizo.
La comparación con el ex presidente incomoda a la vice, que se aferra con fiereza a la teoría del lawfare e incluso se ocupó de hacer desmentir en público -a través de Oscar Parrilli, entre otros- la posibilidad de un indulto por parte del presidente Alberto Fernández, como sugerían otros voceros ultra K.
El límite de los votos
“No lo veo, por más que Máximo quiera, hoy me parece imposible. Ella no se va a presentar si no puede hacer una gran elección. Si mejora la economía, el candidato es Sergio (por Massa), y si todo se va al carajo es difícil que a ella no la afecte. Salvo que el recuerdo del 2015 se muy fuerte, pero no lo veo”, completó su mirada un referente del FdT consultado por la posibilidad de una nueva postulación presidencial.
La chance de hacer hoy una gran elección, como menciona el dirigente, parece una quimera. De las múltiples variables que miden las encuestas para evaluar a un candidato, hace años que Cristina arrastra una muy compleja: el rechazo electoral. La gente que dice que “nunca votaría” y que puede ser un lastre decisivo pensando en un eventual balotaje.
Algunos días atrás, a un año de las PASO 2023, Clarín publicó un informe especial con datos electorales. Allí, justamente, tres consultoras (CB, Solmoirago y Zuban Córdoba) midieron el piso y el techo de la ex mandataria. Se confirmó la presunción: tiene un voto seguro alto, lo que le garantizaría ganar una interna y muy probablemente pasar la primera vuelta; pero combinado con un rechazo tan alto, que le sería casi imposible ganar la segunda y decisiva.
Es el mismo dato que la convenció en 2019 de bajar un escalón y poner a Alberto Fernández en la proa. Ahora, la situación es más compleja todavía. El “nunca la votaría” que publicaron estas firmas oscilaba entre 64,6% y 68,5%.
Es cierto que sus números para una presidencial son mejores que los de cualquier integrante del Frente de Todos, desde Massa a Fernández, pasando por Kicillof, Wado de Pedro o cualquier gobernador. Pero en su caso, la necesidad de fueros si la condenan la pondría más cerca de un premio consuelo: una banca como senadora.
Con Cristina, de todos modos, nunca se sabe.