LA HABANA, Cuba.- A los gobernantes cubanos, a la hora de establecer oficialmente el mercado cambiario para la compra y venta de divisas, no les quedó más remedio que olvidarse del tipo de cambio 1 dólar = 24 pesos cubanos, que había sido fijado al inicio de la Tarea Ordenamiento. Evidentemente, era un tipo de cambio ya obsoleto, que no respondía a la relación existente entre ambas monedas. En esas condiciones las personas que obtenían divisas no estaban incentivadas a cambiarlas por la moneda nacional.
Fue así como las autoridades decidieron fijar un nuevo tipo de cambio que tuviese como referencia lo que califican como “mercado informal”, algo parecido a la bolsa negra en lo concerniente a la comercialización de bienes y servicios. Era un tipo de cambio que superaba los cien pesos cubanos por cada dólar.
Ante la inquietud de algunos ciudadanos, que cuestionaban la citada referencia al mercado informal, el periódico Granma, en su edición del 27 de agosto, publicó el trabajo “¿Por qué se tomó como referencia el tipo de cambio del mercado informal?”
Tras aseverar que el cambio informal está permeado por procesos especulativos que lo podrían desviar del tipo de cambio de equilibrio bajo condiciones normales de funcionamiento, Granma reconoce que “el tipo de cambio informal supone la referencia más cercana a las condiciones bajo las cuales los agentes que asisten al mercado informal se sienten motivados a realizar intercambios de moneda extranjera (divisas) por moneda nacional y viceversa”.
Los gobernantes cubanos estaban admitiendo, aun sin llamarlo por su nombre debido al desdén con que siempre han contemplado las leyes del mercado, que ese mercado informal, que no es otro que esa mano invisible de la que habló hace más de doscientos años el economista escocés Adam Smith, es el camino más conveniente a seguir.
Y ahora, después de las primeras jornadas de funcionamiento del mercado cambiario en sus dos vertientes, la compra y la venta, un nuevo panorama se presenta ante la vista de todos.
La oferta que dispone el gobierno de moneda libremente convertible (MLC) para vender a la población, en especial de dólares y euros, está muy por debajo de la gran demanda de este tipo de monedas. La población debe hacer largas colas para acceder a los locales de venta (CADECA), y la cantidad máxima a vender -100 dólares o su equivalente- no es suficiente para satisfacer las necesidades de muchos de los compradores. En esas condiciones ya se vislumbra que el desfasaje en la relación oferta-demanda dé lugar a un nuevo mercado informal.
En ese contexto, otro artículo aparecido también en el periódico Granma apunta a “¿qué sucederá si permitimos que esos revendedores se apoderen del espacio de las CADECA , monopolicen las colas, y por ende lleven a sus bolsillos lo que con un esfuerzo nada despreciable se pone hoy nuevamente a disposición del pueblo?”
Esos “revendedores” a que se refiere Granma serían las personas que estarían en condiciones de ofertar todas las MLC que los compradores quisieran, tal vez sin límite alguno, y probablemente sin necesidad de que los ciudadanos se involucren en una cola de varios días para acceder a los dólares o a los euros. Por supuesto, todo esto sería a un tipo de cambio superior al establecido por las autoridades.
Pero este nuevo tipo de cambio superior, si contara con la aceptación de los compradores al hacerles el proceso de compra menos desgastante, y lograra equilibrar la relación entre la oferta y la demanda, más que una presencia del mercado informal, sería en verdad la verdadera manifestación de las leyes del mercado.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Fuente Cubanet.org