Repitiendo la experiencia que en su momento utilizó Martín Guzmán durante la inspecciones del primer trimestre del año (gestión que terminó en abril con el pulgar para arriba de las cuentas públicas locales), los contactos se efectuaron de manera virtual, con entre dos y cuatro comunicaciones diarias vía satelital entre Buenos Aires y Washington. De un lado los funcionarios del quinto piso del Palacio de Hacienda.
Del otro, en el sexto piso de la sede central del FMI, Luis Cubeddu como principal negociador, y con Ilan Goldfajn y Gita Gopinath como invitados ocasionales. El encargado del FMI del caso argentino, recibía eventualmente la visita del director gerente para el Hemisferio Occidental y la número dos del Fondo; como veedores generales de las negociaciones. Desde Buenos Aires aparecían eventualmente el secretario de Finanzas, Eduardo Setti; Lisandro Cleri, el hombre de Massa en el Banco Central; el secretario de Planificación y viceministro, Gabriel Rubinstein, y el secretario de Hacienda, Raúl Rigo.
Todos discutieron varias veces, coincidieron otras, y negociaron finalmente, los grandes números de las variables argentinas; y desde ambos lados de la conexión quedó en claro el fin de semana pasado que no hay muchas diferencias entre lo que se exige desde Washington y lo que se presentará desde Argentina. En general, se aseguró, el clima fue bueno y ciertamente optimista; confirmándose la presunción de las dos partes de las negociaciones, que al menos para el período analizado (segundo trimestre del año), no hubo intención de patear el tablero. Ni Argentina quiere romper el acuerdo ni el FMI exigir su cumplimiento irrestricto. Aunque
la mayoría de las metas y objetivos pactados estén lejos de cumplirse
. Con este panorama sobre la mesa, y con el viaje de los argentinos a la capital norteamericana como infantería negociadora; la intención del titular del Palacio de Hacienda es que en el momento de la cumbre con Kristalina Georgieva; se concrete el avance político final para aprobar los números y porcentajes del período analizado. Luego sería tarea de la burocracia del organismo internacional para que antes del 30 de septiembre la misión sobre el segundo trimestre del año haya recibido el aval del board. Ese día el país debería recibir los casi u$s 2.300 millones para cumplir con la cuota del Stand By del 2018, que según el Facilidades Extendidas firmado en marzo debería pagarse con dinero proveniente de este acuerdo.
Como aseguró este medio, Sergio Massa replicará la estrategia contable elaborada entre abril y mayo por Martín Guzmán, y que luego también planteó Silvina Batakis ante el FMI: adoptar como válidos los números y porcentajes elaborados durante la era del primero ministro de Economía del oficialismo para cerrar las cuentas fiscales y monetarias del período enero- junio; las que en teoría estarían en sintonía con lo firmado con el organismo financiero para cumplir con el acuerdo de Facilidades Extendidas vigente. Massa asumirá como válidos y tomará como gestión propia los números y porcentajes del segundo semestre del año, pero siempre sobre la hipótesis de sostener los compromisos negociados por su antecesor y avalados por Alberto Fernández, que derivaron en el acuerdo aprobado por el Board del organismo el 25 de marzo pasado.
Así había quedado determinado entre Guzmán y Alberto Fernández primero y entre el ex ministro y su sucesora Silvina Batakis, durante la crisis surgida por la eyección del primero y la llegada de esta última, en aquel fin de semana de crisis casi terminal para la coalición gobernante. En el casi único capítulo que las partes pudieron discutir por separado, se acordó que el Facilidades Extendidas con el FMI continuaría vigente, y que la estrategia de Guzmán para el primer semestre del año sería defendida. Batakis lo aceptó. Y ahora también avala Massa.
Fuente Ambito