LA HABANA, Cuba. — Un nuevo segmento ha llegado a las páginas de CubaNet para contribuir a que se haga justicia cuando el inevitable cambio democrático se materialice en Cuba. “Los represores del régimen” es el título de este breve espacio a través del cual, de manera sistemática, serán expuestos los rostros y la verdadera identidad de varios agentes de la Seguridad del Estado que se dedican a hostigar, amenazar y golpear tanto a opositores como activistas y periodistas independientes.
El propósito no es solo denunciar, sino ofrecer una descripción de la personalidad de cada esbirro y sus principales rasgos para identificar a la mayor cantidad posible de cubanos involucrados en actividades represivas, sean civiles o militares. Para ello están siendo muy útiles los testimonios de las víctimas, que ayudan a componer un archivo de memoria que no prescribe.
El primer capítulo de esta serie estuvo dedicado a la teniente coronel Kenia María Morales Larrea, conocida por su despotismo y crueldad. La militar se presenta además como instructora policial de Villa Marista, cuartel general de la Seguridad del Estado, famoso y temido por las flagrantes violaciones de los derechos humanos que allí se cometen, incluida la tortura. Morales Larrea estuvo muy vinculada a la represión contra los miembros del Movimiento San Isidro y otros activistas que tomaron parte en los sucesos frente al Ministerio de Cultura en noviembre de 2020, y enero de 2021.
La entrega más reciente de “Los represores del régimen” reveló la identidad del agente “Luisito”, cuyo nombre real es Ariel Arnau Grillet, un connotado esbirro que ha tomado parte en varios operativos contra las Damas de Blanco, y ha sido descrito como “el represor más indeseable sobre la faz de la tierra”.
Insolente, agresivo y proclive al abuso de poder, podría clasificar en el grupo de los represores violentos, destinados por lo general a confrontar a quienes toman la calle, fundamentalmente a los activistas. Ariel Arnau ha sido desenmascarado gracias a las indagaciones y el coraje de sus víctimas, que no han vacilado a la hora de denunciar.
Más revelaciones llegarán acerca de los hombres y mujeres que coaccionan y maltratan a sus semejantes en nombre de una dictadura que, solo por el momento, les ofrece impunidad. Pero eso no ha de durar mucho más.
Sin importar cuán a menudo cambien a los agentes, la observación oportuna, la capacidad de escuchar sus amenazas sin perder la compostura y, sobre todo, comprender el justo alcance de sus violaciones de derechos durante las llamadas “entrevistas”, son imprescindibles de cara al día en que, por fin, se haga justicia.
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Fuente Cubanet.org