
Solo la semana pasada el Banco Central perdió un total de 520 millones de dólares de sus reservas internacionales, y acumula pérdidas totales por hasta US$ 768 millones desde el comienzo de noviembre. La dinámica del Central es preocupante ya que a este ritmo será imposible cumplir con la meta del FMI para diciembre sin incurrir en medidas abruptas sobre el comercio exterior o el tipo de cambio oficial.
El endurecimiento del plazo para el pago de importaciones, las retenciones a la exportación, el “dólar soja” o la aplicación del nuevo sistema SIRA para el comercio exterior, fueron solo algunos parches temporales que acabaron siendo rápidamente consumidos por la realidad económica.
Asimismo, el Índice de Producción Industrial (IPI) del INDEC registró una caída del 0,2% en septiembre y un estancamiento que ya perdura por 3 meses. Lo mismo ocurre para la actividad de la construcción, cuya caída alcanzó hasta el 1,2% en ese mes. Una vez más, el principal factor explicativo para el pésimo desempeño de la actividad fue la falta de insumos.
En la misma línea la Cámara de la Industria Argentina de Fertilizantes y Agroquímicos (CIAFA) declaró que, de continuar con el actual esquema cambiario, se corre el riesgo de limitar severamente el rendimiento de las próximas cosechas ya que podrán escasear los fertilizantes, los agroquímicos y la maquinaria agrícola importada.
“De mantenerse esta situación, el aprovisionamiento de fertilizantes y fitosanitarios se verá comprometido. Consideramos que es necesario y urgente que se aprueben las SIRA, y se adecuen los plazos de pago a la realidad que requiere nuestra industria”, declaró CIAFA.
Una caída en el volumen de las próximas cosechas también implicaría un saldo negativo en las divisas que potencialmente podrían entrar en el país para 2023. El Gobierno se encuentra atrapado en una dramática disyuntiva: permitir una mayor devaluación en un contexto de nula confianza, o perseverar en los controles e inducir efectos recesivos en la actividad hasta las últimas consecuencias.