LA HABANA, Cuba. — Continúa la actividad del régimen castrista para preparar las elecciones de delegados municipales del llamado “Poder Popular”, las cuales deberán celebrarse el venidero domingo 27. A esa fase de las votaciones populares podrá dársele cualquier calificativo, menos el de “democrática”. Quienes resulten electos en ella podrán participar en la adopción de diversos acuerdos, pero nunca de las “importantes decisiones” que anuncia un promo mentiroso y ridículo que exhiben por televisión.
Pero forzoso es reconocer que se trata del único ejercicio de ese tipo que merece en Cuba el nombre de “elecciones”, ya que, durante él, el electorado sí cuenta con cierta escogencia; sí puede optar entre varios nominados. Aunque el método por el que todos estos son seleccionados propicia —eso sí— que la generalidad de los postulados sea afín al régimen impuesto.
Remedando a las “telepantallas” plasmadas por George Orwell en su genial novela 1984, la Televisión Cubana no escatima letreros referentes al proceso cuya ronda inicial culminará el referido día 27. Hasta hace pocos días, esos letreros enarbolaban la etiqueta #VoluntadDeNominar; hoy las reemplazan otras que rezan #VoluntadDeElegir.
Esas consignas simplonas revelan la huella repulsiva que dejan los ineptos burócratas del fatídico Departamento Ideológico adscrito al Comité Central del partido único. El repelente letrerito horada las pupilas de los espectadores, sin que importe que estén viendo la telenovela de turno, un evento deportivo, un programa dramático o uno de los poquísimos espacios cómicos que exhibe hoy la Televisión Cubana (la situación calamitosa en que está sumido el país no propicia bromas ni chistes).
Según un anuncio televisivo, el proceso de nominación de los candidatos a concejales habrá terminado sin penas ni glorias este mismo viernes. Una ilegalidad grosera: el artículo 95 del código que rige la materia establece: “Una vez nominados los candidatos a delegados a la Asamblea Municipal del Poder Popular, se exponen sus fotos y biografías en lugares públicos por un período no menor de quince (15) días, previo al día de las elecciones”.
La asistencia a las correspondientes asambleas fue esmirriada. Las intervenciones fueron pobres. La propaganda comunista quiere proyectar la imagen de un vibrante proceso repleto de entusiasmo y civismo. Pero la realidad ha sido bien diferente a eso.
Aunque en realidad la concurrencia ha sido paupérrima, en los papeles ella aparece haber sido mucho mayor. Los organizadores comunistas aceptan la práctica que han entronizado los simples ciudadanos: que uno cualquiera de los miembros de un núcleo familiar lleve las boletas de citación de toda su parentela. Con eso, todos se dan por contentos: quienes permanecen en sus casas, por poder ver el programa televisivo de su preferencia; y los jefes, por los elevados “índices de asistencia”.
Poco se ha dicho o escrito sobre los nulos resultados que ha arrojado el propósito de determinados grupos opositores de procurar nominar a algunos de sus miembros. Ya he escrito que ese empeño no es fácil. La nominación la hacen los vecinos en una votación pública. A ellas asisten los llamados “factores” (o sea, los jefecillos y representantes locales de las “organizaciones políticas y de masas” al servicio del régimen). A ellos se suman los inevitables “segurosos”.
En ese ambiente de desinterés, coacción, mangoneo e intimidación, no es fácil que una mayoría de los asistentes se anime a alzar su brazo en apoyo a un conocido disidente. Cabe citar aquí la respuesta que mi amigo personal y abogado agramontista Hildebrando Chaviano le dio a un vecino que se acercó para encominar el valor del cual él (Hildebrando) había dado muestras al autoproponerse como candidato: “No, amigo, valor el de los electores que alzaron la mano para votar por mí”.
Ya sabemos que los medios oficialistas, fieles a su esencia y a su vocación, no abordarán ese tema. Pero es que tampoco lo ha hecho la verdadera prensa cubana (la independiente, quiero decir). Una excepción es la información datada el 14 del corriente, en la que Diario de Cuba informa: “El régimen impide que las cubanas María Elena Mir y Zuleydis Pérez Velázquez se postulen a las ‘elecciones’ municipales”.
El texto nos comunica que, en el caso de la primera, no se colgó el habitual cartelito informando del lugar y hora de la reunión; por el contrario, se recurrió a hacer una citación casi clandestina. En definitiva, la asamblea de nominación se realizó con sólo 16 asistentes. Con la segunda, la actuación oficialista fue más burda: agentes de la policía política se presentaron en su vivienda y le impidieron salir de ella para participar en la reunión. En resumidas cuentas —insisto— no se conoce de algún candidato opositor que haya logrado ser nominado.
¿Qué hacer ante esas tristes realidades? Coincido con otros numerosos compatriotas disidentes que lo más apropiado, en vista del curso de los acontecimientos, es no ir a votar. Y en el caso de aquellos electores que no deseen “señalarse” en esa forma y cedan a las presiones del régimen para acudir al colegio electoral, que anulen la boleta.
En los restantes casos, creo que ponerse a escoger entre Juan, Pedro o María, aunque alguno de los tres sea vecino o amigo nuestro, es hacerle el juego al régimen. Ninguno de los tres va a resolver nada de peso. Y ninguno de ellos va a participar en la toma de “importantes decisiones”. En este desdichado país, estas últimas se toman sólo a nivel nacional, y no por los diputados (que se limitan a aplaudir y alzar la mano para aprobar por unanimidad todo lo propuesto por los jerarcas comunistas), sino por las instancias del partido único.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Fuente Cubanet.org