Mauricio Macri ordena sus piezas en el mapa del poder como si buscara ser candidato a presidente en 2023, pero el fundador de Pro se muestra críptico cuando lo consultan en la intimidad sobre sus próximos pasos. Repite que, si bien cree que ganaría la interna opositora sin sobresaltos e, incluso, que se impondría en la elección general contra el kirchnerismo, no se anota para competir porque aún no siente el deseo de volver a la Casa Rosada. Es un juego ambiguo: mientras avisa que nunca se subió a la contienda y remarca que está cómodo en el rol de mentor de Pro, aclara que no descarta la chance de lanzarse. Eso sí, quienes lo visitan en su nueva oficina, ubicada en el piso 14 de un edificio en Olivos con vista al río -un búnker “provisorio”-, se quedan con la misma sensación: Macri irá a fondo para trazar el rumbo ideológico de la oposición. Por ahora, se siente a gusto como guardián del “cambio” y mantendrá la incógnita sobre su futuro hasta marzo o abril.
En Doha, sede mundialista, tendrá un alto perfil. Como titular de la Fundación FIFA, oficiará como anfitrión junto con Gianni Infantino de las delegaciones internacionales de políticos y empresarios que llegarán a la capital de Qatar durante los próximos días para presenciar el Mundial. Macri se jacta de que tendrá roce con poderosos integrantes del establishment global, jeques y potenciales inversores. Por su viaje, el expresidente interrumpirá sus actividades políticas y bajará su exposición en la escena pública local. Después del Mundial, regresará a Buenos Aires. Y, luego, viajará al Sur. Su ausencia durante dos meses ya genera especulaciones en Pro: “¿Cómo se construye una candidatura si va a estar afuera hasta febrero?”, elucubra un armador de Bullrich.
Horas antes de que viajara a Qatar para presenciar el Mundial de Fútbol en ese país, un evento en el que ejerce un rol protocolar como titular de la Fundación FIFA, Macri se mostró hiperactivo y exhibió su capacidad de influencia en Juntos por el Cambio. Recibió a Miguel Ángel Pichetto y Joaquín de la Torre, sus escuderos en el universo peronista de la fuerza opositora; presentó su nuevo libro, Para Qué, en Corrientes junto al gobernador Gustavo Valdés, uno de los radicales que le generan simpatía, y volvió a incidir en la interna de Pro por el armado electoral en Buenos Aires y la Capital. “No está ni apurado ni se siente imprescindible. Dice lo que piensa, con la mochila libre, porque cree que el próximo gobierno tendrá poco tiempo”, comenta uno de los dirigentes que lo vio durante los últimos días.
En plena ebullición de proyectos personales en Juntos por el Cambio, no solo se mostró con Cristian Ritondo, rival de Diego Santilli y uno de los aspirantes a gobernador que avala Macri, sino que recibió a Soledad Acuña, ministra de Educación porteña y leal a Horacio Rodríguez Larreta, a quien alentó a competir por la Ciudad, pese a que él ya bendijo a su primo, Jorge. En esa reunión, repasaron encuestas y analizaron el escenario porteño. A lo largo de la conversación, Acuña dejó en claro que no pretende ser número dos, tras los trascendidos por la foto junto a Martín Lousteau, y que buscará representar los valores de Pro. Macri sugirió que no vetará sus ambiciones y celebró que salga a la cancha para blindar la Ciudad.
Soledad Acuña visitó a Macri y se anota en la pelea por la Ciudad
Frente a la amenaza de Lousteau, el expresidente quiere cerrar filas para que el Pro retenga la Ciudad. Y critica, en encuentros reservados, a Larreta por no haber preparado a un funcionario como su reemplazante. Lo considera, dicen quienes lo frecuentan, un déficit de su liderazgo. El número puesto era Diego Santilli, pero Larreta decidió repetir la fórmula en 2019 y clausuró esa chance. Con la mudanza de Santilli a la provincia y el pase de María Eugenia Vidal, incorporó a Jorge Macri. Al ingeniero nunca le gustaron esos experimentos de Larreta.
Si bien se muestra prescindente en la disputa entre Bullrich y Larreta, el expresidente está inquieto por los resabios de “populismo light” en Juntos por el Cambio. Por caso, estima que un 70% de la UCR tiene ideas populistas, pero un 30% sintoniza con sus planteos liberales. En el Pro también ve señales de populismo: lo atribuye a un 30% del partido. Rodrigo de Loredo, uno de los radicales que Macri destaca, le hizo una chicana en una reunión cuando escuchó ese análisis del expresidente: “Nosotros [por la UCR] tenemos cien años de historia y un 70% de populismo. Ustedes tienen apenas veinte años y ya llegaron al 30%”, lo interpeló. Macri celebró la humorada. Pero, en rigor, le preocupa cuidar su legado y el “espíritu” que tuvo el Pro cuando nació.
La violenta reacción por el pedido de informe de Graciela Ocaña para conocer la relación entre AFA y Be Smart Technology demuestra hasta qué punto puso el dedo en la llaga. Apoyo a Ocaña, tenemos que conocer qué hay detrás.
— Mauricio Macri (@mauriciomacri) November 20, 2022
A medida que crece la disputa entre dos modelos en Juntos por el Cambio, el expresidente estimula el debate sobre la identidad de la oposición. Está claro que rechaza el proyecto acuerdista de Larreta: duda de que su apuesta aperturista le permita impulsar reformas de fondo al próximo gobierno. Lo mismo opina de Santilli, delfín del alcalde en Buenos Aires. Por eso, se siente más atraído por los perfiles y pergaminos de Bullrich o Ritondo. Valora la estrategia de posicionamiento de la exministra y, sobre todo, su “valentía”. Por estos días, Macri se mostró preocupado por la herencia que podría dejar Sergio Massa en Economía, lo que podría condicionar su plan de schock y “ajuste drástico” del gasto público. Es el eje central de su “para qué”.
Nos reunimos con @mauriciomacri y @delatorrej para conversar sobre los problemas de la Argentina. Coincidimos en que es imprescindible afianzar el liderazgo de Juntos por el Cambio y fundamentalmente sentar las bases para la unidad de la coalición. pic.twitter.com/D0GSBQOaB4
— Miguel Ángel Pichetto (@MiguelPichetto) November 15, 2022
Fuente La Nacion