CÓRDOBA.- Las expectativas de los empresarios turísticos para la temporada de verano son muy cautas. Los hoteleros, por ejemplo, esperan que equivalga al 30% de la anterior; al temor que genera la pandemia se suma la crisis económica y también la menor conectividad aérea. Las perspectivas -tomando como base el primer fin de semana de diciembre extra large- es que serán unos 20 destinos los que registrarán una mejor performance. Frente a ese panorama, a los alojamientos que cerraron definitivamente se suman otros que no abrirán hasta que el panorama esté más claro.
Un relevamiento de la Federación Empresaria Hotelera Gastronómica de la República Argentina (Fehgra) -reúne a 15.000 asociados, una cantidad representativa del total- señala que todavía el 68% de los hoteles que preven seguir operando están cerrados y, entre los que está abiertos, el índice de ocupación es de entre 7 y 10%. “Cerraron muchos y hay otros en camino de hacerlo, no sólo establecimientos chicos sino varios de muchos años y más estrellas”, resume Graciela Fresno, presidenta de Fehgra.
Un informe del economista Marcos Cohen, del Ieral (Fundación Mediterránea) admite que, después de ocho meses de paralización, hay señales de una “leve” recuperación del turismo interno, aunque advierte que la “persistencia de la crisis del sector es muy significativa”. Las búsquedas reflejan mayor interés por opciones de turismo en destinos como Ushuaia, Villa General Belgrano (Córdoba), Bariloche, Mendoza y Mar del Plata, entre otros. Plantea que el programa PreViaje, que permitió a 200.000 personas comprar servicios para 2021 con un reintegro del 50% para otra salida futura, equivale hasta ahora al 5% del gasto de turismo interno del primer trimestre de este año.
La conectividad aérea juega un rol crucial en el movimiento turístico. La Argentina perdió a Latam que dejó de operar en el mercado de cabotaje y, además, dejó de operar para las low cost (JetSmart y Flybondi) el aeropuerto de El Palomar y ahora esas aerolíneas salen y llegan a Ezeiza. En el caso de Flybondi, está volando tres frecuencias diarias con un solo avión, frente a las 30 que hacía a inicios de año. El factor de ocupación, dicen en la compañía, es de entre 65% y 70%.
JetSmart cuenta con cuatro aviones y en la empresa indican que mantiene los 11 destinos que cubría antes de la pandemia, aunque con algunas frecuencias menos. El 21 de enero inaugurará la ruta entre Buenos Aires y El Calafate con dos vuelos semanales.
David Ratinoff, gerente comercial de JetSmart, señala que desde el reinicio de operaciones, el 19 de noviembre, lograron reactivar todos los destinos que operaban antes del inicio de la pandemia. “Este martes volvemos a volar desde Rosario y la semana pasada anunciamos la apertura de la ruta Buenos Aires Calafate. El volumen de frecuencias se está dando en función de la demanda y de las posibilidades que cada destino brinda en materia sanitaria. Actualmente estamos volando con los 4 aviones de nuestra flota de Airbus A320 y, tal como habíamos previsto, la demanda se está concentrando en las fiestas y los primeros días del verano“, apunta.
Aerolíneas Argentinas también suma vuelos conforme a la evolución de la demanda; incluso ha habido suspensiones y reprogramaciones que tomaron de sorpresa a los pasajeros. LA NACION consultó a la compañía sobre niveles de ocupación y cantidad de vuelos en comparación con los primeros meses del año, pero allí indicaron que por ahora no tenían los datos.
Aldo Elías, presidente de la Cámara Argentina de Turismo, remarca la “preocupación” por el impacto en el sector de la menor conectividad interna y externa (Air New Zeland, Qatar Airways y Emirates dejaron de operar en el país; British Airways redujo frecuencias y American Airlines levantó la ruta Córdoba-Miami). “El golpe será directo por el encarecimiento de boletos y porque nos alejamos competitivamente del resto del mundo. El turismo se mueve comparando precios; busca volar la mayor cantidad de veces posibles pagando menos“, describe, y enfatiza que con menos oferta y sin hubs en el país el impacto también alcanza al movimiento interno.
Fresno, de Fehgra, señala que, obviamente, acompañan la decisión de los gobiernos de que haya temporada de verano, pero que no son optimistas: “El primer fin de semana extra large de diciembre fue abundante en visitas por el día. Pero hay distintas realidades: en la Costa Atlántica la ocupación de los hoteles que abrieron fue de hasta 60%, pero en el resto del país el promedio fue del 30%. El índice de alojamientos abiertos es muy bajo. Hay que tener en cuenta que el verano no es turismo para todo el país; los registros de Europa en su verano son un espejo”.
Se refiere a que en agosto, plena temporada europea de verano, los hoteles vacacionales trabajaron con mínimos de ocupación. Hace unos días la consultora Cushman & Wakefield Hospitality publicó un trabajo sobre España y Portugal en base a una encuesta a 50 cadenas que concentran 200.000 habitaciones: las perspectivas de recuperación varían de forma notable entre los diferentes segmentos; los destinos vacacionales volverían a los niveles de 2019 recién en 2022 y los alojamientos de las grandes ciudades deberían esperar a 2023.
Elías y Fresno insisten en que los ATP (programa de ayuda del Gobierno para que las empresas puedan cubrir el 50% de los sueldos del personal) deben continuar para el sector, porque si no los cierres serán “masivos”. Indican que la circulación de la gente sigue sin ser normal y el turismo será mucho menor a otros años. Los beneficios establecidos en la ley de reactivación que se aprobó en setiembre vencen el 31 de este mes.