Le pusieron un mote despectivo ante la avanzada de La Cámpora en el mando partidario bonaerense
Es típico de la argentinidad y también del código político calzarle apodos a los dirigentes que superan la media de un conocimiento público. A veces son cariñosos, otros hablan de una enquina creciente de desconfianza ante el rumbo de los acontecimientos siempre apasionados.
Por ejemplo, la juventud peronista de los 70 apodó a Cámpora con el mote de “Tío”. La connotación era clara para aquel delegado del poder de un Perón exiliado. Lealtad y perfil bonachón eran sus principales cualidades rescatadas por la denominada “juventud maravillosa”.
Sin duda, el Tío representó un ala izquierda del viejo Perón y tuvo su impronta de relato épico. Actualmente, el brazo político de Cristina lleva su nombre en la agrupación que más jóvenes hizo interesar en la política tras la desilusión del 2001.
La lealtad está siendo puesta a prueba día a día de su gestión. Alberto calla lo que objeta y se alinea a lo inevitable como es, en el presente, la conducción de parte de Máximo K del PJ Bonaerense.
Cámpora fue un delegado elegido por los votos en una situación excepcional de proscripción política. ¿Se sentirá igual el actual presidente con una vice que debió subirlo en la fórmula por una cuestión de táctica político judicial?
Cámpora fue un delegado elegido por los votos en una situación excepcional de proscripción política. ¿Se sentirá igual el actual presidente con una vice que debió subirlo en la fórmula por una cuestión de táctica político judicial?
Lo cierto es que hay intendentes peronistas del Conurbano que están algo decepcionados con la falta de autonomía de Alberto.
Se creía, por ejemplo, que el presidente de la Nación se estaría haciendo cargo del partido justicialista a nivel nacional, como equilibro.
Creían que a esta altura su gobierno adquiriría otro volumen político. Máximo Kirchner será el nuevo jefe partidario de la provincia, para aprovisionar la lapicera en las próximas listas de candidatos del Frente de Todos.
Con este tenor de la tensión interna, un apodo se impuso a la figura de Alberto: “El Abuelo”, demasiado lento, buen tipo pero que hay que ayudarla a caminar…
Fuente Expediente Político