El pádel causa furor, como hace 3 décadas. Renovado con los años, una multitud de fanáticos se suma a la práctica de un deporte que se profesionalizó y que aspira a competir con su hermano mayor: el tenis. Tras varios años de crecimiento sostenido, la pandemia produjo un auge inesperado. En estos meses, se disparó la demanda de paletas, calzado y accesorios específicos para la actividad, en paralelo con la proliferación de fabricantes, marcas (locales y globales) y sponsors. “En estos meses, las ventas se multiplicaron por 10“, celebra Gustavo Olivera, dueño de las dos tiendas de Tenis Hollywood, que ofrece artículos de tenis y pádel.
El pádel se popularizó en la primera mitad de los 90. Fue un negocio emblemático, al igual que los parripollos, videoclubes, locutorios y remiserías. Luego declinó, un poco por saturación (“había más canchas que jugadores”, según dicen) y otro tanto por las habituales lesiones que provocaba. Una verdadera tortura a rodillas y tobillos. “Las canchas ahora no tienen piso ni paredes de cemento. La gran mayoría son de césped sintético y blíndex lo que atrajo al público de vuelta”, explica Sebastián Forrester, proveedor de las paletas Samurai.
La euforia actual por el pádel se puede traducir en números. Se calcula que cerca de 1 millón de personas lo practican y que existen más de 6.000 canchas, muchas de las cuales están ocupadas todo el tiempo. En horas pico hay que sacar turno con hasta dos días de anticipación. El negocio de las canchas suena tentador. La inversión es relativamente baja. El armado de la estructura cuesta alrededor de US$ 15.000, pero para obtener rentabilidad requiere una dedicación full time, dice Jorge Nicolini, entrenador, emprendedor y fanático del deporte.
Junto con su socio Gustavo Volpi, Nicolini acaba de instalar en el Club Asturiano de Vicente López 5 nuevas canchas alfombradas y recubiertas de cristal “y tenemos otras dos en construcción”, explica. Para su explotación alternan entrenamientos de jugadores de competencia durante las mañanas y el clásico alquiler de turnos por las tardes hasta bien entrada la noche. “Es un negocio con muchas horas de atención”, aclara.
Por otro lado, Nicolini dice que “el pádel se hizo muy popular con las competencias internacionales y ya quedó instaurado definitivamente como deporte“. La historia del pádel es curiosa. Surgió en México, a principios de los 60 y llegó a la Argentina en 1969, “cuando el Ocean Club de Mar del Plata instala la primera cancha”, recuerda Diógenes de Urquiza, uno de los socios fundadores de la Asociación Pádel Argentino. De 58 años, cree que la situación actual es distinta a la del boom fallido de los 90. “El gran secreto es el pasto sintético, que no lastima las rodillas, y la poca dificultad para empezar a jugar, a diferencia del tenis”, subraya. Por otro lado, comenta que Topper fue la primera marca en incursionar en el negocio, 30 años atrás, con una línea específica de indumentaria y zapatillas.
Las marcas hoy se amontonan para capitalizar la movida, entre ellas Adidas, Wilson, Head, Dunlop, Bullpadel, Nox, Babolat, Star View y Royal Padel. Las paletas cuestan entre $ 4.000 y $ 50.000. “Hoy se venden más paletas de pádel que de tenis en una proporción 10 a 1 y todas las cadenas de deportes las están incluyendo en sus catálogos”, dice Olivera. Otra diferencia con el tenis es el gasto promedio. “El ticket promedio de un jugador iniciado ronda los $ 15.000“, completa el empresario.
Otra novedad es el desarrollo del World Padel Tour, el circuito internacional de pádel, que se juega mayormente en España. Junto con Argentina, son los dos países que prevalecen, pero las competencias -y su popularidad- está en pleno proceso de globalización. Con la profesionalización llegaron los derechos televisivos y los sponsoreos. Un caso muy reciente es el del argentino Fernando “Bela” Belasteguín, número 1 del ranking mundial por más de 15 años, considerado como el “Maradona del pádel: luego de 10 años de ser patrocinado por Head y Asics, acaba de firmar contrato con Wilson. En ese mismo momento, la marca anunció el lanzamiento de la línea “Wilson x BELA”, que incluye varios diseños de paleta, accesorios, ropa y calzado de alto rendimiento.
Guillermo Russell, dueño del local multimarca “Pádel Compra”, describe que los tiempos actuales cambiaron y que el boom modificó las formas de hacer negocios. Se calcula que en el país hay unos 10 fabricantes de paletas. “Los que tienen marca propia dejaron de fabricar para terceros y también se están dejando de hacer los modelos más económicos”, remarca. También señala otras diferencias con respecto a los 90. “Lo que pasa ahora es muy fuerte -puntualiza- porque el deporte tiene celebrities, torneos internacionales, transmisiones por streaming, lo que atrae mucho público. Por eso, mucha gente reconoce a los jugadores en la calle, eso antes no ocurría”.
Ya se dijo: España es la mayor potencia, junto con la Argentina. Pero empieza a crecer en otros países, principalmente de Europa. “El pádel se está instalando en Suecia, Italia, Inglaterra y en algunas zonas de Brasil. También en lugares como Dubai, Egipto y Japón”, enumera José Luis Echegaray, gerente de Promoción de la marca española Bullpadel, exclusivamente enfocada en ese deporte. El ejecutivo subraya que el pádel, después de muchos años, “creó una masa crítica de público, que antes no tenía”. De allí el interés de las compañías globales, como Adidas, Wilson, Asics y Head, de patrocinar jugadores y torneos.
Del origen aristocrático a un presente popular
Nació por casualidad, en la ciudad de Acapulco, en 1962. El pádel fue creado por Enrique Corcuera, cuando en su casa adaptó una cancha de tenis con paredes, con el objetivo de evitar la invasión de plantas y yuyos. Se jugaba con paletas de madera y lo bautizó Paddle-Tenis. De allí saltó a España, por impulso del príncipe Alfonso de Hohenlohe, conocido de Corcuera, que construye dos canchas en su Hotel Marbella Club. La tercera escala fue la Argentina, cuando Julio Menditeguy, Nelly Arrieta de Blaquier y otros conocidos de Alfonso, inauguran la primera pista de pádel en el Ocean Club de Mar del Plata.
En 1987, un puñado de aficionados fundan la Asociación Pádel Argentino (APA). La primera comisión directiva fue integrada por nombres reconocidos, entre ellos Mauricio Macri, el banquero Jorge Brito (recientemente fallecido) y Constancio Vigil. Aunque no hay estadísticas, se calcula que cerca de 1 millón de personas practica un deporte que, como negocio, fue un emblema del menemismo.
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