Una de las ultimas medidas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, antes de terminar el año, fue prorrogar hasta el 31 de marzo próximo dos de sus decretos que habían suspendido los pedidos de residencia de muchos trabajadores estables y temporarios.
La medida no solo fue criticada por la oposición demócrata, que promete cambiar la restrictiva política migratoria cuando asuma el presidente electo Joe Biden el próximo 20 de enero, sino que también es rechazada por las empresas, grandes y medianas, que suelen beneficiarse de este tipo de empleados.
Biden no hizo una promesa concreta aún de vetar este tipo de decreto, pero la prensa estadounidense ya informó que el empresario local y transnacional del país se lo ha pedido.
Biden no hizo una promesa concreta aún de vetar este tipo de decreto, pero la prensa estadounidense ya informó que el empresario local y transnacional del país se lo ha pedido”
Mientras, Trump se mantiene en su posición nacionalista, profundizada por la crisis económica provocada en 2020 por la pandemia y la mala gestión de la Casa Blanca, que convirtió al país en el más golpeado del mundo.
“Los efectos de la Covid-19 en el mercado laboral de los Estados Unidos y en la salud de las comunidades estadounidenses son asuntos que siguen siendo preocupantes”, argumentó Trump en el texto en el que ordenó prorrogar ambas suspensiones hasta el 31 de marzo.
Los procesos migratorios afectados son los de los que piden una Green Card, como se conoce a la residencia legal para extranjeros en Estados Unidos, y los que aplican a permisos para trabajo temporal.
A esta política de migración legal restrictiva se sumó en los últimos años un veto para personas que llevaban al país de naciones de mayoría musulmana y una serie de acuerdos negociados bajo amenazas comerciales con México y los principales países emisores de migrantes de Centroamérica -Honduras, El Salvador y Guatemala- para frenar la llegada diaria de cientos de miles de personas a la frontera sur estadounidense.
Prueba de esta política restrictiva es que alrededor de 400 migrantes cubanos tomaron hace dos noches el puente internacional Paso del Norte, que une México con Estados Unidos, para presionar al Gobierno de Trump a que reactive las solicitudes de asilo político congeladas desde marzo pasado.