Estados Unidos acaba de cerrar un 2020 de frenesí político-electoral, pero el naciente 2021 trae más de eso bajo el brazo.
Este martes, el sureño estado de Georgia celebra la segunda vuelta para elegir a sus dos senadores federales, lo cual definirá el balance de poder en el Congreso y, por lo tanto, las posibilidades del presidente electo, Joe Biden, de concretar su agenda legislativa.
Las dos elecciones se presentan extremadamente parejas y se especula que podrían pasar varios días hasta conocerse el resultado. Además, hay tanto en juego que no se descartan impugnaciones legales, recuento de votos o protestas en las calles. Los resultados podrían estar aún en duda para cuando asuma Biden, el 20 de enero.
Si los demócratas pierden alguna de las dos elecciones, Biden se convertiría en el primer presidente de su partido en asumir el poder sin una mayoría en el Senado en 136 años. Encima, no enfrentará cualquier Senado, sino uno liderado por el astuto republicano Mitch McConnell, una piedra en el zapato de los demócratas desde hace 15 años.
Con Biden en la Casa Blanca y los demócratas en control de la Cámara de Representantes, un triunfo en los dos balotajes en Georgia dará al partido el dominio de los Poderes Ejecutivo y Legislativo, aunque sea con mayorías exiguas.
Pero incluso si los candidatos demócratas superan las expectativas en un estado conservador que no elige a un senador de ese partido desde hace 20 años, su capacidad para aprobar leyes se verá severamente limitada desde el arranque.
Con las dos bancas de Georgia, sumarían 50 de las 100 del Senado y la futura vicepresidenta Kamal Harris, presidenta de la cámara, inclinaría la balanza de su lado en caso de empate en votos para una ley que requiera aprobación por mayoría simple.
El problema es que el grueso de las principales leyes necesitan una “supermayoría” de 60 votos para pasar el Senado. Por lo tanto, el partido de Biden precisaría unos 10 votos republicanos para avanzar su agenda parlamentaria.
Incluso el expresidente Barack Obama -del cual Biden fue vicepresidente-, que asumió con una mayoría de 59 senadores, tuvo serios problemas para obtener uno o dos votos republicanos y sortear la táctica del obstruccionismo característica del Senado.
Esta práctica consiste en tomar la palabra por tiempo indefinido de tal manera que sea imposible poner fin al debate en torno a una ley para finalmente votarla y aprobarla. Y se necesitan 60 votos para superar el obstruccionismo.
Las dos prioridades de Biden son contener la pandemia de coronavirus y revitalizar la economía, muy posiblemente con un plan de infraestructura verde”
El presidente electo podría sacar algunas cosas por decreto u ordenar a los organismos del Gobierno volver a poner en vigor regulaciones de la época de Obama en materia de derechos civiles o medioambiente. Sin embargo, para sus prioridades necesitará del Congreso.
Con una mayoría en el Senado, no obstante, los demócratas sí podrían conseguir ratificar a los nominados por Biden para puestos de gabinete y en el Poder Judicial, y también sacar adelante leyes presupuestarias, para las que se puede evitar el obstruccionismo.
Otro factor a tener en cuenta es el presidente saliente, Donald Trump.
El republicano ha dividido al partido con sus denuncias de fraude en las elecciones de noviembre y hasta se peleó con el gobernador de Georgia, Brian Kemp, por negarse a apoyar su esfuerzo para revertir el resultado de los comicios en el estado.
Muchos republicanos creen en las afirmaciones de Trump de que les robaron la elección presidencial en Georgia. Si los demócratas ganan las dos bancas, es muy probable que haya denuncias similares y quizás protestas en las calles.
Algunos republicanos dicen que, con sus ataques al sistema electoral del país, Trump desalentará a los votantes a participar de los comicios en Georgia, donde la participación definirá el resultado en gran medida.
Si los republicanos pierden el Senado, el control de Trump sobre el partido seguramente se debilitará. Si lo ganan, se robustecerá, lo cual, sumado a todos los otros factores, podría prefigurar otros dos años de más parálisis política en el Congreso.