Los demócratas contactan con la cúpula militar para que le impida al presidente usar las armas nucleares dado su «desquiciado estado mental». Por David Alandete
La gran maquinaria del «impeachment» o juicio político se ha vuelto a poner en marcha por segunda vez durante el único y atribulado mandato de Donald Trump. Ayer, aprovechando la conmoción postraumática de los republicanos, la líder de los demócratas en el Capitolio, Nancy Pelosi, tomó la iniciativa y anunció que a mediados de la semana que viene espera poder votar una nueva recusación del presidente por incitar a una turba furiosa a asaltar de forma violenta la sede del poder legislativo, provocando cinco muertos.
«El desquiciado estado mental en el que se halla este presidente no podría ser más peligroso, y debemos hacer todo lo posible para proteger al pueblo estadounidense de su perturbador asalto a nuestro país y a nuestra democracia», dijo la demócrata Pelosi en una carta enviada desde el mismo Capitolio que hacía unas horas estaba siendo saqueado. Además de poner en marcha el juicio político, Pelosi llamó al jefe del Estado Mayor Conjunto, general Mark Milley, para pedirle garantías de que el presidente no tiene acceso a los códigos necesarios para lanzar un ataque nuclear, ya que considera que no está en plena posesión de sus facultades.
Expulsión acelerada
Previamente, Pelosi y algunos líderes demócratas llamaron por teléfono al vicepresidente, Mike Pence, para pedirle que ponga en marcha el proceso de inhabilitación del presidente por parte del consejo de ministros, algo que permite la enmienda número 25 de la Constitución cuando este «es incapaz de desempeñar los poderes y deberes de su cargo». El vicepresidente Pence les tuvo esperando 25 minutos al teléfono y finalmente no habló con ellos. Varios republicanos han expresado sus dudas sobre la necesidad de expulsar a Trump cuando apenas le quedan 11 días en el cargo.
Los republicanos ya bloquearon la destitución de Trump en el juicio político de 2020. Entonces el presidente fue recusado en la Cámara de Representantes por presionar al Gobierno de Ucrania para que le ayudara a desprestigiar a Joe Biden, pero sólo un republicano se sumó a ellos en el Senado, el excandidato a la presidencia Mitt Romney, que en esta ocasión ha vuelto a convertirse en uno de los más duros críticos con Trump y sus acciones. Según dijo Pelosi este viernes, en esta ocasión tiene más apoyos para la recusación que el año pasado.
Los demócratas tienen mayoría suficiente en la Cámara de Representantes para aprobar la recusación de Trump. Pero para expulsarle, e impedirle que se vuelva a presentar a unas elecciones, se necesitan dos tercios del Senado, algo harto de lograr para los demócratas, a pesar del profundo enfado que hay dentro de las filas republicanas con Trump tras su papel en el asalto violento al Capitolio.
Trump, por su parte, confirmó ayer que no acudirá a la toma de posesión de Biden, a pesar de que el jueves asumió finalmente su victoria en las elecciones presidenciales de noviembre. Sólo después de una alarmante sucesión de dimisiones en su gabinete -incluidas las secretarias (ministras) de Transporte, Elaine Chao, y Educación, Betsy DeVos- el presidente aceptó leer un comunicado llamando a la concordia en un vídeo grabado y emitido en las redes sociales.
To all of those who have asked, I will not be going to the Inauguration on January 20th.— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) January 8, 2021
Varios estrechos colaboradores del presidente le han amenazado con dimitir en horas recientes si no rebaja el tono. Entre ellos se halla, según dijo ayer CNN, Hope Hicks, una de sus personas de mayor confianza. También el procurador de la Casa Blanca, Pat Cipollone. Cuando la portavoz de la presidencia, Kayleigh McEnany, compareció el miércoles por la tarde, lo hizo para denunciar la violencia «en nombre de todo el equipo», como una forma de marcar distancias con respecto a las provocaciones del presidente. Después se marchó de la sala sin tomar preguntas.
Pero ayer Trump volvió a la carga: «Los 75.000.000 de grandes patriotas estadounidenses que votaron por mí, por poner América primero y por hacer América grande nuevo tendrán una voz gigantesca en el futuro. ¡No permitiré que se les falte al respeto o se les trate mal!», dijo el presidente en un mensaje en Twitter, una red social de la que expulsado por un día por incitación al odio.
The 75,000,000 great American Patriots who voted for me, AMERICA FIRST, and MAKE AMERICA GREAT AGAIN, will have a GIANT VOICE long into the future. They will not be disrespected or treated unfairly in any way, shape or form!!!— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) January 8, 2021
Varios republicanos están alzando la voz contra su presidente, en una revuelta insólita. El senador Ben Sasse dijo ayer en varios programas de radio que Trump quería que el caos engullera Washington el miércoles, antes de que el Capitolio certificara la victoria de Biden, como una forma de perpetuarse en el poder, algo que así descrito parece un golpe de estado. «Quería que ese caos se viera en las televisiones», dijo ayer Sasse. «El presidente renunció a sus obligaciones, de eso no hay duda», añadió.
Los republicanos que siguen junto a Trump, callados estos días, están pagando por sus actos antes del saqueo del Capitolio. El senador Josh Hawley, que se negó a validar la victoria de Biden enarbolando la bandera de un supuesto fraude, ha perdido un lucrativo contrato para escribir un libro con la editorial Simon & Schuster. Los dos diarios de su estado, Misuri, le han acusado de tener sangre en sus manos. Y sus compañeros y varios donantes le han calificado de oportunista e insensato. Pocas veces ha sido sometido un republicano a un escarnio semejante por su propio partido.
Tiempo de unión
Cierto es que los republicanos en la Cámara de Representantes se oponen a una nueva recusación de Trump, aunque son minoría y su opinión en este caso no tiene efecto alguno. Kevin McCarthy, líder de ese grupo, sí dijo que activar el «impeachment» «sólo servirá para dividir a esta nación aun más». Aun así, por primera vez McCarthy se refirió a Biden como «presidente electo», para ofrecerle cooperación para «rebajar la temperatura y unir al país».
Mientras, la fiscalía investiga los hechos del miércoles, y cómo una turba fue capaz de penetrar en el Capitolio y saquearlo. Además de los cuatro asaltantes, ha fallecido un agente de policía, Brian D. Sicknick, que fue golpeado en la cabeza con un extintor. La cúpula policial del Capitolio ha dimitido a petición de los líderes políticos. Hay más de medio centenar de detenidos, y el FBI, la policía judicial, está haciendo más arrestos, ayudada por el hecho de que los asaltantes documentaron y transmitieron su asalto en redes sociales, jactándose de sus acciones. El hombre que entró en el despacho de Pelosi y se sentó ante un escritorio fue detenido ayer.Nuevos detalles de ese asalto emergieron ayer, como que un grupo de asaltantes gritó que quería encontrar al vicepresidente Pence y colgarlo de un árbol frente al Capitolio por considerarle un traidor
Nuevos detalles de ese asalto emergieron ayer, como que un grupo de asaltantes gritó que quería encontrar al vicepresidente Pence y colgarlo de un árbol frente al Capitolio por considerarle un traidor. Momentos antes de que la turba penetrara en el edificio rompiendo las ventanas, el vicepresidente había dicho en un comunicado que se negaba a ceder a las presiones de Trump y que validaría la victoria de Biden. Trump le llamó «cobarde» en redes sociales justo en el momento en que la masa enfurecida se infiltraba en los pasillos de la sede del poder legislativo.
Según varios colaboradores citados en la prensa de EE.UU., el presidente ha estado preguntando estos días si antes de abandonar la presidencia puede indultarse a sí mismo y a su familia, en el caso de que la fiscalía presente cargos contra él por incitar al odio. La Casa Blanca no ha confirmado este extremo.
Fuente ABC.es