– ¿Qué le pareció el discurso del Presidente en el Congreso?
– No alcanza para aclarar el rumbo de la Argentina. Hay semánticas nuevas y atractivas, como la convocatoria ‘a todos los actores del país a consolidar rumbos previsibles de mediano y largo plazo’. Pero al acompañarlas cuestionando a la Justicia o afirmando que todos los males de la Argentina comenzaron en 2015, pierde mucha o toda credibilidad. De ese modo no se construye la confianza necesaria para la imprescindible inversión que requiere el desarrollo sostenido de la Argentina – Argentina no crece hace tres años, ¿ha visto algo así antes? ¿qué puede esperarse para este año?
– En la Argentina hemos tenido de todo. ¿Qué puede venir?
Un rebote de la actividad, dependiendo mucho de lo que haga el Gobierno. Pero hay que preguntarse qué cantidad de vacunas llegarán después del zafarrancho de la semana pasada. Esto será determinante.
– ¿El acuerdo con el FMI puede reactivar la economía o es una mochila?
Hasta cierto punto puede ayudar. Sería una señal de que los números macro son razonables. De todos modos es un karma nacional esto del FMI. Tiene que ver con nuestra escasa capacidad para autogobernarnos. Los países de la región que lograron disciplinar sus cuentas fiscales lo han hecho por medios propios en base a acuerdos políticos sin necesidad caer de manera tan reiterada con el FMI como nosotros.
– El mundo ayuda, ¿seguirá así?
Tenemos un marco externo favorable con los granos. Pero ojo porque noto demasiado optimismo con la economía internacional si pensamos que aumentó más de 40 puntos el rendimiento de los bonos del tesoro estadounidense aún cuando Jerome Powell, el titular de la Reserva, dijo que seguirían comprando bonos. Se teme que esto puede llevar a un proceso de la suba de las tasas de interés como sucedió en 2007, antes de la crisis de 2008. Hay un endeudamiento público y privado que es tres veces del PIB global. No hay que confiarse en que el mundo nos salvará.
“Hacen falta tres cosas: inversión en capital humano, en capital físico y, de este modo, crear empleos formales para reducir la pobreza-desigualdad”.
– Mencionó la convocatoria al diálogo y a acuerdos, ¿le entusiasma?
La espero con interés. Siempre he sido partidario de instancias como el Consejo Económico y Social, que con el tema de las vacunas se vio tapado. No digo que pensemos todos igual pero sí por lo menos en cuanto a las políticas fiscales, la rendición de cuentas y transparencia.
– ¿Alcanza con eso?
La Argentina para crecer, además de los números fiscales, le hace falta definir un rumbo con claridad. Hacía dónde va su economía. Un día aparece Vicentín, otro día aparece el congelamiento de tarifas…
– ¿Qué significa definir un rumbo? ¿Hacer reformas?
Dar señales. Por eso insisto, estoy expectante con esto del Consejo Económico y Social. Hay gente y potenciales inversores con dudas de qué quiere hacer el Gobierno. En la década del 90 estuvo ese rumbo, aún con sus errores. Pero es verdad que reformas hacen falta, como la tributaria por ejemplo. Fíjese que Mauricio Macri puso el rumbo, ¿y en qué falló? Fue a Davos en enero de 2016 y le prometieron inversiones millonarias, mucha de las cuales habrán llegado sólo el 10%. ¿Por qué no se concretaron? ¿por falta de ajuste? No. La carga tributaria en la Argentina es demencial. Ingresos brutos, exportaciones, impuesto al cheque, tasas municipales. Es muy difícil así generar inversión.
– ¿Qué margen queda para crecer?
En un proyecto que llevamos adelante en el IAE y la Universidad Austral estudiamos algo que denominamos la productividad inclusiva, Hacen falta tres cosas: inversión en capital humano, en capital físico y, de este modo, crear empleos formales para reducir la pobreza-desigualdad. El margen para crecer es grande dado que Argentina invierte 13% del PBI, es más fácil aumentar la inversión. Los recursos potenciales para invertir en la Argentina son cuantiosos, pero no así las condiciones. Argentina no crea puestos de trabajo privados en términos netos hace casi diez años.
– ¿Cuál es el costo de este cuadro que usted describe?
En contextos de incertidumbre alta como estos no sólo los capitalistas no invierten y no se crea empleo. Los trabajadores se mandan a mudar porque no ven futuro. Hay que atacar eso de raíz.
– ¿Cómo ve a Martín Guzmán?
Sin un plan estratégico. Argentina tiene a nivel nacional unas 200 dependencias entre ministerios, secretarías y/o subsecretarias. Una enormidad porque no existe ningún tipo de rendición de cuentas de la productividad del sector público. Con los números, el Gobierno fue hábil en generar condiciones de financiamiento en pesos para disminuir la emisión monetaria. Pero deben combinarse palos y zanahoria. Mostrar incentivos y apretar el déficit fiscal porque sino se va a un nuevo choque. La política tiene que sostener el trabajo técnico. El 28 de diciembre de 2017 el gobierno de Macri presionó para que el Banco Central bajara las tasas de interés en un momento que la economía crecía 4,5% anual. La paciencia de la política en Argentina es muy escasa aún en un gobierno comprometido con hacer cosas bien.
Fuente Clarin