Marcelo Sain asumió como ministro de Seguridad santafesino en diciembre de 2019. La expectativa era enorme y el desafío mayúsculo: domar los índices de inseguridad y narcocriminalidad que desde hace años azotan a las grandes urbes de la provincia, en especial a Rosario.
No pasarían muchos días para que exhiba su impronta de trabajo, alejada de las formalidades habituales en el mundo de la conducción política. “Le ordeno que restituya eso (Ndr: la custodia de edificios públicos baleados) porque de lo contrario voy a ir para allá y la cosa se va a poner picante”, le ordenaba Sain en un tono imperativo al jefe de la Unidad Regional II de policía. No había cumplido ni una semana en el cargo.
En treinta días cambió tres veces al jefe de la policía de Rosario y advirtió: “El que no cumple, va preso”.
En catorce meses de gestión no faltaron las polémicas por sus declaraciones ácidas, potentes, muchas veces desafortunadas. Tampoco una idea persistente por impulsar una reforma policial para avanzar contra una fuerza involucrada en los últimos años con múltiples y resonantes casos de corrupción y connivencia con el delito.
La confrontación con la policía fue una constante. Y lo llevó a protagonizar un último escándalo, al conocerse diez días atrás el audio de una conversación privada donde acusaba a algunos comisarios de “ser unos negros pueblerinos que a las dos de la tarde están en la casa”.
“Creo que ustedes juegan en la primera D y yo juego en la primera A. Vos dirás que soy un hijo de puta, un fanfarrón, un turro. No, negro. Tengo muchos años de experiencia jugando en primera A. Ahora estoy en el vestuario de la primera D”, le explica a su interlocutor.
Por esos dichos, la diputada nacional de la Coalición Cívica Lucila Lehmann pidió a Perotti que lo aparte del cargo y solicitó formalmente que la Legislatura santafesina le inicie al funcionario un juicio político.
Perotti vio en Sain, licenciado en ciencias políticas y profesor de la Universidad de Quilmes -que pasó por la fuerza política “Nuevo Encuentro” de Martín Sabbatella– ex director de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) y encargado hasta diciembre de 2019 de liderar el Organismo de Investigaciones en Rosario, como el hombre adecuado para ayudarlo a cumplir uno de los eslogan centrales de su campaña: “Ahora, la paz y el orden”. Una promesa que le permitió sumar votos para derrotar al socialismo después de doce años de derrotas de un peronismo desunido.
Los índices de inseguridad, la violencia urbana, los crímenes narcos, sin embargo, nunca cedieron. Ni siquiera con la pandemia y el tiempo de cuarentena que impedía la circulación en la calle.
Por primera vez en cinco años, los asesinatos en el Gran Rosario volvieron a superar los doscientos. Fueron 212, un registro que es necesario remontarse a 2015 para observar un impacto mayor en los números.
La crítica situación en la calle, el hastío de los vecinos, se condimentaba con algunas frases de Sain. “(Vine) a descansar porque si me quedo allá me cagan a tiros”, dijo mientras cerraba una entrevista en el piso de Crónica TV. Era febrero de 2020 y llevaba dos meses de gestión.
Unos días antes había jugado una humorada que también le valió fuertes críticas. En su cuenta de Twitter, mientras se sucedían los homicidios y las críticas por su gestión, utilizó como foto de perfil una imagen suya en la que se lo veía con el uniforme del Capitán América, el personaje de historieta que lucha contra personajes malvados de todo el mundo.
En otra entrevista, se había quejado porque “la sociedad rosarina se cree que vive en un cantón suizo” cuando “hay un enorme nivel de violencia”.
Mientras tanto, insistía en dictar charlas para impulsar un ambicioso proyecto de reforma policial que permitiera un mayor control y capacitación de la Fuerza, además de una renovación en el abordaje de la seguridad pública. Sain siempre vio a un sector de los uniformados como parte del problema y no de la solución.
Otra característica que destaca a Sain es la transversalidad de sus adversarios. En las últimas semanas señaló a dirigentes del Frente Progresista, la alianza de radicales y socialistas que gobernó la provincia durante más de una década, de proteger a comisarios condenados por su relación con bandas delictivas.
El radical Lisandro Enrico lo acusó de ser el “Jaime Stiuso de Santa Fe”, y de hacer “el trabajo sucio” del Gobierno.
Sain embistió también contra sectores del PJ santafesino. Al senador provincial Armando Traferri, un viejo caudillo con poder en la política provincial, lo señaló como uno de los encargados de manejar el juego clandestino. El legislador fue un factor importante para la unidad del peronismo local, una estrategia clave para llevar a Perotti al triunfo.
Una investigación judicial está frenada porque los fueros de Traferri no permiten avanzar contra él, tal como lo reclamó Sain.
Sectores de Juntos por el Cambio también criticaron con persistencia sus modos y su gestión. Incluso empujaron el trámite para un juicio político.
Perotti, un político de formas moderadas, lo defendió siempre. O al menos hasta esta semana, cuando ante la posibilidad del juicio político volvieron a consultarlo por el futuro de su funcionario más mediático y polémico. El gobernador, esta vez, se inclinó por el silencio.
Fuente Clarin