El ministro de Salud porteño, Fernán Quirós, chateó en las últimas horas con su par nacional, Carla Vizzotti. Quedaron en revisar los alarmantes datos de contagios, fallecidos e internados hoy y mañana, para poder luego tomar una decisión en conjunto, antes del plazo para renovar las restricciones decretadas por el Gobierno hace casi dos semanas.
Mientras insiste en sostener las clases presenciales a pesar del decreto del presidente Alberto Fernández y la presión de la provincia de Buenos Aires (a menos hasta que decida la Corte Suprema) , el gobierno de Horacio Rodríguez Larretadecidió reforzar controles al protocolo de distanciamiento y medidas sanitarias al interior de los locales gastronómicos, muchos de los cuales continúan permitiendo comensales aunque esté prohibido por las nuevas medidas. También intentará, con “ayuda” de porteros y consorcistas, poner freno a las reuniones sociales en espacios cerrados, otra de las disposiciones vigentes.
“Los números siguen altos, a un promedio de 2700 casos diarios, pero dejaron de crecer. Es buena señal, una meseta altísima, pero no es sustentable en el tiempo”, fue uno de los conceptos que quedaron claros luego de la reunión de Rodríguez Larreta con su mesa chica, en la tarde del domingo.
“El cumplimiento es alto, pero podría ser mejor”, afirmó a LA NACION una alta fuente del gobierno porteño en defensa del “refuerzo” en el control ciudadano en bares y locales gastronómicos. Si los casos no bajan de manera significativa, la Ciudad intensificaría las restricciones a la circulación, con un límite claro: las clases presenciales.
“Hasta que la Corte no decida, no hay cambios”, agregaron desde la gestión porteña, sin referencias a la propuesta de “presencialidad administrada” que el ministro de Educación, Nicolás Trotta, propone para las zonas con alta circulación del virus, que están presentes en 19 distritos y que van desde reducir la cantidad de días de clases presenciales (a dos o tres por semana) hasta la suspensión de las clases ante una eventual explosión de casos.
“Vemos un horizonte de mucha complejidad y, frente a eso, vamos a seguir defendiendo nuestra agenda de cuidar la salud y de garantizar el derecho a la educación en las mejores condiciones posibles y ahí, por supuesto, la presencialidad tiene enorme trascendencia”, sostuvo Trotta en declaraciones a A24, mientras pedía a Rodríguez Larreta “acompañar” las decisiones del Presidente. Luego de conversarlo con Fernández, Trotta delegó en su equipo las conversaciones con la Ciudad, pero hasta que la Corte no falle no habrá “contacto directo” con su par porteña, Soledad Acuña.
Alerta en provincia
Mientras tanto, en territorio bonaerense vislumbran como probable un cierre más estricto a partir del próximo sábado. “Axel (Kicillof) va a cerrar más. Si Rodríguez Larreta lo acepta, bien. Y si no, lo va a hacer igual”, aseguraba un intendente peronista del conurbano que conoce el pensamiento del gobernador bonaerense, y que en su distrito ya padece la falta de camas de terapia intensiva.
A cuatro días del vencimiento de aquellas medidas de restricción de la circulación y la suspensión de clases en el área metropolitana, la gestión de Kicillof insiste en su postura de impulsar nuevas restricciones como respuesta al geométrico aumento de los casos de coronavirus y el riesgo cierto de colapso sanitario en las zonas que, como el AMBA, tienen una alta circulación del virus.
“La situación es crítica en toda la zona, en la ciudad y los distritos del AMBA”, afirmó el jefe de gabinete bonaerense, Carlos Bianco, y aseguró que hay “un 80% de ocupación de camas” en la zona que comparten con la gestión de Rodríguez Larreta (ver aparte).
Para este lunes, y ya con los datos semanales en mano, está previsto que Kicillof y su ministro de Salud, Daniel Gollán, consulten a expertos y epidemiólogos antes de anunciar nuevas medidas, que a diferencia de la ciudad podrían conocerse en lo inmediato, según fuentes de esa administración.
Los informes de los intendentes del conurbano no son precisamente optimistas. Uno de ellos contó a LA NACION que “los comités de ética de los sanatorios ya comenzaron a elegir a los pacientes que atienden primero”, para dar una idea de la “desmadrada” situación sanitaria. Un drama que, desde la provincia, siguen adjudicando a “los pacientes que no pueden atenderse en la ciudad”.