Desafiado por el ala dura de Pro para que tuviera posturas más nítidas contra el kirchnerismo, el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, asumió un protagonismo mayor y se subió al ring para confrontar con el gobierno de Alberto Fernández por la continuidad de las clases presenciales en la Ciudad.
La pelea con la Casa Rosada por el cierre de los colegios, que escaló durante los últimos días, con fuertes cruces de acusaciones y presentaciones judiciales, fue una prueba de liderazgo para Larreta. Si bien no se saca el traje del “gestor moderado”, el alcalde encontró en por la presencialidad escolar “una bandera” para fortalecer su perfil presidencial y plantarse en el tablero de Juntos de Cambio.
“Horacio quedó muy bien parado. Esta bandera es transversal e interpela a muchos sectores, sobre todo, del peronismo y del kirchnerismo”, apunta uno de los funcionarios cercanos a Larreta. En la mesa chica del alcalde subrayan que tomaron el “debate público” sobre la presencialidad desde fines del año pasado, cuando Larreta -siempre atento a las encuestas- percibió el creciente malestar social por la virtualidad escolar.
En la cúpula del gobierno porteño reconocen que el conflicto con la Casa Rosada le permitió a Larreta recuperar terreno en la grilla de la oposición, sobre todo, ante el del ala dura, que tiene a Patricia Bullrich y Mauricio Macri como principales exponentes.
La semana pasada, cuando confrontó con Fernández por su decisión “inconsulta” de suspender las clases en el AMBA, Larreta le imprimió a sus discursos un tono inusualmente duro. Criticó la campaña de vacunación y apuntó contra el Presidente. “Decidió hablarle a la sociedad y a la política, más que a Alberto”, desliza uno de los consejeros que trabajaron en los ejes argumentativos de las alocuciones. Priorizaron, cuentan en la Ciudad, dar una “respuesta institucionalizada”. “No hubo golpes bajos ni adjetivaciones”, señala un asesor del alcalde.
Bajar la tensión
Quienes lo conocen repiten que Larreta no se siente cómodo en el terreno de la confrontación política. Por eso, aseguran en Uspallata, el alcalde retomará su perfil moderado y buscará bajar la tensión con el Gobierno. Larreta se mantendrá firme en la discusión por las presencialidad escolar, pero evitará tirar “más nafta al fuego”. “Algunos piensan que no tiene firmeza, pero él la dosifica. Ahora va a moderarse”, comenta uno de sus colaboradores.
De hecho, durante los últimos días se activaron los contactos subterráneos entre funcionarios porteños y la Casa Rosada. Los nexos son varios, pero hubo últimamente con el ministro de Educación, Nicolás Trotta y Sergio Berni, ministro de Seguridad bonaerense. Es más, Sergio Massa admitió que llamó a Larreta el domingo pasado, “en nombre del Gobierno”, para acercar posturas. Vilma Ibarra, Julio Vitobello, Juan Manuel Olmos, Gabriel Katopodis y Gustavo Béliz, entre otros, suelen conversar con los colaboradores de Larreta.
En la Ciudad vieron en la idea de la “presencialidad administrada” que planea implementar Trotta a partir del 30 de abril, un gesto de acercamiento del Gobierno. Aunque admiten que la relación está “fría” con la Casa Rosada, afirman que harán “el esfuerzo” de acercar posiciones y dialogar. “Soy optimista. Si hay que restringir más, la educación es prioridad”, apuntan cerca de Larreta.
Trastienda
La noche del martes, pocos minutos después de que se conociera el fallo del juez federal Esteban Furnari que obligaba a la Ciudad a cerrar las escuelas, Larreta activó una reunión de urgencia con sus colaboradores más estrechos y sus espadas jurídicas. Eran las 20 y quedaban pocos funcionarios en el edificio de Uspallata, sede de la administración porteña. Por esa razón, algunos de los convocados se conectaron vía Zoom. Apenas se inició la sesión, que tenía como telón de fondo el ruido de los cacerolazos, el jefe de gobierno porteño encaró a sus consejeros: “¿Cuáles son los escenarios que tenemos? ¿Qué implica ajustarse a Derecho?”.
En plena pelea con el Gobierno por las clases presenciales, Larreta sabía que estaba frente a una de las decisiones políticas de más alto impacto desde que asumió su cargo. Ya había tensado la disputa con el Presidente el domingo a la noche, cuando garantizó la continuidad de la presencialidad escolar, luego de que la Sala IV de la Cámara de apelaciones porteña hiciera lugar a un amparo presentado por un grupo de padres. Por eso, Larreta optó por contemplar las distintas opciones y sus consecuencias jurídicas y políticas.
En la cumbre del martes, el procurador general porteño, Gustavo Astarloa; el secretario de Justicia y Seguridad, Marcelo D’alessandro; y el subsecretario de Justicia, Jorge Djivaris; consejeros de Larreta en el ámbito judicial, junto al legislador porteño Martín Ocampo, del riñón de Daniel Angelici, evaluaron los distintos escenarios jurídicos. “Nos pusieron en una situación en la que no podías acatar los dos fallos. Nos quedamos con el que tenía más sustento”, comenta uno de los funcionarios que participó de las deliberaciones.
Mientras los abogados debatían a contrarreloj el fallo de Furnari, el vicejefe de gobierno porteño, Diego Santilli; el jefe de gabinete, Felipe Miguel; y el secretario general, Fernando Straface, recibían mensajes de abogados constitucionalistas, como Ricardo Gil Lavedra o Daniel Sabsay, con recomendaciones. Todos evaluaban el impacto político que tendría la decisión. Y había distintas visiones sobre cómo debía actuar el alcalde.
Cuando definieron que la Ciudad debía acatar el fallo de la justicia local, Larreta insistió: “¿Qué otros escenarios tenemos?”. “No podemos demorarnos, yo tengo que mandar la comunicación a los colegios”, advirtió la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña. Minutos después de meditar las distintas alternativas, Larreta decidió avanzar. Con el objetivo de bajar el nivel de confrontación con el Gobierno, los asesores y el equipo de comunicación de la Ciudad definieron que Astarloa y Djivaris saldrían a explicar los fundamentos jurídicos de la medida. Larreta se preservó para no agitar más las aguas.
Tras la jugada, que le costó varias denuncias penales en Comodoro Py -algo que previeron en la reunión-, Larreta se mostró “convencido” de la decisión.