Llama la atención. O no tanto. Hay, al menos en la jurisdicción en la que se dio este hecho, una tendencia creciente de delincuentes novatos. Aparecen aportando un auto para cometer una entradera, una moto para una salidera. Sin antecedentes. El caso de “Kenai” tiene algo de eso, pero él se puso al frente de la banda y atacó fuerte, de entrada, en su primera movida.
Igual, insisten los investigadores, llama la atención, sí. “Porque es de una familia bien, de dinero, que tiene una empresa que fabrica casas rodantes premium y en sus redes publican fotos del viajes al exterior, buen vida en general. Cuando se hicieron los allanamientos había autos de alta gama, había un Camaro, también una Volkswagen Amarok modelo 2021, un Volkswagen Up… Incluso un par de armas”, detalla una fuente con acceso a la causa.
“Kenai” es Jonatan Miguel Meddis, de 29 años, y usaba ese apodo para su nueva vida, la delincuencial. Cayó este lunes junto a un cómplice, identificado como Braian Adolfo Coronil, de 21 años, que se hacía llamar “Braian Agustín”, limpio de prontuario también. Junto a otros dos (sin antecedentes ambos) dieron un golpe millonario el 7 de septiembre de 2020, en una casa colonial, linda, clásica, de San Francisco Solano. Tres entraron, uno hizo de “campana”, se quedó afuera en un Volkswagen Gol Trend.
Atacaron a una familia italiana: un hombre mayor, de 91 años, su hijo de 61 y una empleada doméstica, de 54, estaban presentes al momento del hecho. Un dato tenían: los hombres son dueños de una cadena de pinturerías y del edificio donde funciona un colegio privado. La movida valió por varias: se llevaron 500.000 dólares y dos millones de pesos. No usaron armas, ni fue una situación físicamente violenta.
Coronil y Meddis, detenidos en Quilmes, se negaron a declarar.
Encapuchados, con barbijos, imposibles de identificar a través de las cámaras. Por eso la investigación parecía naufragar. Pero no.
Un detalle lo cambió todo. Al teléfono fijo de la casa atacada habían llamado dos veces, horas antes de la entradera. Los investigadores tomaron registro del número desde donde las habían hecho. Un chip prepago, con decenas de llamadas entrantes y salientes. Eso permitió tener un punto, una referencia, que tras un hecho en Lomas de Zamora (un secuestro extorsivo) terminaría de relanzar la investigación de ese millonario asalto.
Meddis y Coronil aparecieron en ese entrecruzamiento de llamados, incluso un tercer integrante de la banda (sin antecedentes pero de una familia distanciada de la ley), que fue el involucrado directamente en ese secuestro en Lomas.
Otra banda pretendía cobrar unos 50.000 dólares para liberar a ese cómplice de “Kenai”, ya que se habían enterado del dineral que habían robado a la familia italiana. Una especie de mejicaneada.
Las pruebas fueron suficientes como para que se dieran las detenciones, tras siete siete allanamientos ordenados por la fiscal Mariana Curra Zamaniego, titular de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 6 de Quilmes, y concretados por la DDI del mismo distrito en San Francisco Solano, Quilmes, Wilde, Lomas de Zamora y Temperley, donde cayó “Kenai”.
Armas, municiones y celulares secuestrados en los siete allanamientos ordenados por la fiscalía 6.
La fiscal Curra Zamaniego indagó este lunes a los acusados por los delitos de “asociación Ilícita y robo agravado en poblado y en banda”, y ambos se negaron a declarar. Nombraron abogados particulares.
En su poder se hallaron una pistola Bersa Thunder Pro calibre 9 milímetros con un cargador extendido para 28 municiones; dos escopetas, un “Kit Roni”, siete celulares y una camioneta F-100.
“Meddis tiene un cierto nivel adquisitivo, es obvio que le gusta vivir bien. Cuando entrevistamos al padre, nos dijo que había cortado relación con él, que no sabía en qué andaba”, agrega uno de los investigadores, que al momento de plantear una hipótesis de por qué un delincuente novato con ese perfil podría haber cometido una millonaria entradera, no anduvo con vueltas y fue directo: “claramente se metió en esto para mantener su estatus de vida, conseguir el dinero que ya no le llegaba por otro lado”.
Fuente Clarin