(Lisboa-Enviado especial) El almuerzo -pescado y papines, con algo de vino autóctono, servidos sobre una mesa acondicionada con paneles de acrílico, por el COVID- se extendió más de lo previsto. Alberto Fernández había adelantado el vuelo a Madrid para las 2 de la tarde de Lisboa, pero las anécdotas sobre el peronismo, el tango y el fado alargaron la sobremesa.
Felipe Solá, un incansable contador de anécdotas, hacía anotaciones imaginarias en su cuaderno de trabajo: “¿Y vos qué dijiste sobre el peronismo? ¿Ah, sí?”. Dicen los comensales que Antonio Costa, de un lado de la mesa junto a su equipo, frente al Presidente y el resto de la delegación, se reía a carcajadas. Afuera, en los coquetos jardines de Sao Bento -donde trabaja el primer ministro-, al mediodía del lunes en Lisboa, el sol alternaba con lluvias fuertes y fugaces. Cada tanto, el pavo real de la residencia, hacía su show.
El presidente Alberto Fernández llega a la residencia del embajador argentino Ricardo Alfonsín en Madrid. Foto Cezaro Luca.
“¿Y el primer ministro, preguntó por Cristina Kirchner? ¿Hablaron de ella?”, preguntaría Clarín al canciller un par de horas después, en el vuelo de una hora entre Lisboa y Madrid. “No, esos son problemas argentinos”, respondería el funcionario.
De buen humor, distendido, Fernández encontró en sus primeras 48 horas en Europa una bocanada de aire fresco en una gira motivada por la agenda económica, con foco en la renegociación con el Fondo Monetario, pero que lo saca durante una semana de las tensiones domésticas. Cuestionado puertas adentro por algunos de sus socios de la coalición, y criticado por la oposición de Juntos por el Cambio.
Lo resumió de manera cruda y relajada un integrante de la comitiva que paseaba el lunes a primera hora por el bar del hotel cinco estrellas de Lisboa, a metros del río Tajo, antes de la reunión con Costa, mientras custodios y funcionarios de protocolo y ceremonial ultimaban detalles de la escala en Madrid. “En vez de discutir con (Juan) Grabois, acá lo hacemos con (Emmanuel) Macron”, dijo el funcionario, y se escabulló a la habitación.
En la delegación presidencial recordaron por estas horas uno de los consejos que Mauricio Macri intentó facilitarle a su sucesor durante la primera y única reunión de transición, antes de que el ex presidente abandone la Casa Rosada, y cuando el diálogo político no iba todavía camino a una quimera. “Cada diez días, tenes que tomarte unos días”, aseguran que le dijo Macri a Fernández en la oficia presidencial de Balcarce 50.
El presidente Alberto Fernández llega Madrid en su gira por Europa. Foto Cezaro Luca.
A 12 horas de avión con Buenos Aires, el jefe de Estado encontró en Europea el sosiego político que hace rato perdió en el país por los constantes tironeos sobre su liderazgo, motivados, muchas veces, por el kirchnerismo. En la delegación oficial no son fanáticos de las comparaciones. Pero Macri enfrentaba una situación idéntica: las giras por el exterior lo ayudaban a descomprimir sus propias tensiones internas.
“Acá está mejor que adentro (de la Argentina). Se enfoca solo en dos temas”, explicaba este lunes un funcionario que, como otros, también fue foco de críticas dentro de la coalición de gobierno.
Fernández, de hecho, se dio el lujo en sus primeras horas de la gira oficial de colocar a Martín Guzmán en el centro de la escena. Cascoteado como nunca antes en Buenos Aires por la fallida renuncia del célebre subsecretario Federico Basualdo, el ministro de Economía, acompañado a sol y sombra por un puñado de asesores, tiene a cargo un rol relevante: terminar de regar la cosecha sembrada hace algunas semanas con sus pares europeos en torno a la renegociación con el Fondo Monetario y el Club de París.
A última hora de este lunes, mientras el Presidente y el resto de los funcionarios se acomodaban en la residencia del embajador Ricardo Alfonsín -Fernández verá este martes al Rey Felipe VI y al presidente Pedro Sánchez-, que preparó un agasajo de bienvenida, circulaba entre la delegación una insistente versión sobre un posible reacomodamiento en las actividades para el tramo final de la gira que podría darle al Gobierno una cucarda fuera de agenda. En medio de la visita de Fernández al Papa Francisco. Y del seminario del que Guzmán tiene previsto participar junto a Kristalina Georgieva y algunos de sus colegas de peso en el coro de las finanzas internacionales. Como Estados Unidos o Alemania.
En la delegación nadie habla de Cristina Kirchner. De las internas de palacio que corroen el liderazgo presidencial. O de las tensiones en el Ministerio de Economía, un capítulo que el Gobierno pretende sepultar y que, en todo caso, deberá resolverse a la vuelta, después del fin de semana.
Alberto Fernandez con el primer ministro de Portugal Antonio Costa.
Solo del Fondo Monetario. De la posibilidad de eliminar los sobrecargos por el acuerdo firmado con el organismo, y que este año representan unos U$S900 millones. Del vencimiento de fin de mes con el Club de París. Y de peronismo, de tango y de las misceláneas de cada país. El domingo por la noche, en la residencia del embajador Rodolfo Gil en las afueras de Lisboa, se recordó, por ejemplo, la gira del primero y único presidente que hasta este fin de semana había pisado Portugal en visita oficial, en noviembre del 2001: Fernando de la Rúa.
Ese domingo, a media tarde, el jefe de Estado, la primera y algunos de sus hombres de confianza, como Julio Vitobello y Juan Pablo Biondi, caminaron por una Plaza del Comercio semi vacía, en las inmediaciones del hotel. Durante las 24 horas que el mandatario estuvo en Portugal, este país registró solo un muerto por COVID.
Nadie los reconoció. Su jefe de comunicación y el secretario General son dos de los funcionarios que lo acompañan a diario en Olivos. También en Europa. A veces, el kirchnerismo más duro suele incluir en la lista de críticas al círculo más cercano del jefe de Estado. Son, en todo caso, los problemas argentinos que esperan a partir del fin de semana en Buenos Aires.
Fuente Clarin