“Hay algunos liberales que son conservadores, píquenles el boleto porque los quieren hacer salir a la calle para pedir catástrofe y penuria para millones”. Alberto Fernández subió al ring este lunes a los liberales, en lo que pareció ser una respuesta al multitudinario acto de lanzamiento de la precandidatura del economista Javier Milei, y una reafirmación de las medidas sanitarias dispuestas durante la pandemia y -curiosamente- flexibilizadas en la recta final rumbo a las PASO, pero que al mismo tiempo obedece a una estrategia para atomizar a la oposición y esmerilar a Juntos por el Cambio, el principal rival.
En rigor el primer paso lo dio Cristina, como en casi todo lo importante en cuanto al rumbo del Gobierno, a mediados de junio, en un acto en Lomas de Zamora que quedó envuelto en la polémica por su referencia al cumbiero L-Gante. Allí, en su discurso, la vicepresidenta fue la primera vez que marcó como rivales a los liberales, un movimiento que, a criterio del oficialismo, cada vez capta más jóvenes, con el impulso de figuras mediáticas y economistas con mucha exposición, y que puede bajar el techo electoral cambiemita.
“Jóvenes por la libertad, pero no por la libertad propia. Por la de los demás, que es la mejor libertad, porque libertad para mí y que se jodan los demás no es libertad”, fue la frase que eligió Cristina para diferenciar a los 16 mil jóvenes que trabajaron ad honorem en los vacunatorios de la provincia de Buenos Aires, de aquellos que por entonces le insistían al Gobierno por aperturas.
Pero, más allá del debate por la estrategia sanitaria, la decisión de confrontar con ese sector tiene un condimento estrictamente electoral. De hecho, la vice volvió a aludir a los liberales un mes después, en la presentación de los precandidatos, cuando los sumó a la andanada de críticas a la oposición: “Cuando los liberales dicen ‘nunca gobernamos este país’, vamos che, háganse cargo”, lanzó, en otro intento por ponerlos en el centro de la escena, como una alternativa concreta de gobierno. No explicitó, claro, que aquel proyecto se dio bajo un presidente peronista, Carlos Menem.
Si bien en 2019 el voto de los jóvenes fue clave para el triunfo del Frente de Todos, y de la mayoría de sondeos de los encuestadores surge un porcentaje de desencantados, en el Gobierno no reciben con preocupación el crecimiento de sectores de derecha liberal entre los jóvenes.
No es que en la Casa Rosada se piense seriamente en que hubo fluctuación de votantes K que hoy eligen a los liberales. Entienden, al cabo, que son votos “posibles” de JxC y que en la medida que consolide un piso electoral en las PASO evitará el corrimiento por el “voto útil” a la boleta cambiemita y hasta, por el contrario, puede servir para absorber al público joven que se referencia en la principal coalición opositora.
Según un sondeo que miran en el oficialismo de cara a las Legislativas, el público entre 16 y 26 años que se referencia en los liberales supera el 22 por ciento, frente a un 20% de JxC, un 14% del FdT, un 25% que todavía no se identifica con ningún y un peronismo no K y la izquierda que no superan el 5%.
Pero igual la estrategia del Gobierno no sólo se limita a esta elección. A mediano y largo plazo, consideran que puede ser la llave que ocasione un daño más profundo ya que reavivará la discusión entre los liderazgos más moderados, como el del jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta; y dirigentes del radicalismo; y los halcones, referenciados en Mauricio Macri y Patricia Bullrich.
Es, vaya paradoja, una remake más rudimentaria de lo que intentó Néstor Kirchner en sus primeros años como presidente, cuando preocupado por el crecimiento de liderazgos de centro, eligió a Mauricio Macri como su adversario y lo usó como sparring para diluir a sus adversarios.
Rodríguez Larreta pareció advertir esa jugada: con el visto bueno para que Ricardo López Murphy y jóvenes como Yamil Santoro compitieran dentro de JxC contra la boleta de María Eugenia Vidal, institucionalizó la pata liberal dentro de su espacio con miras a 2023.
Con todo, los discursos de las primeras líneas no constituyen la única herramienta a la que apela el Gobierno para acentuar sus cruces con los liberales. Hay un secreto a voces en el universo oficial que da cuenta de un pedido que se extendió a los medios de comunicación afines para que convoquen a sus programas a precandidatos de derecha.
Por lo pronto, sin grandes estructuras partidarias detrás y una campaña “a pulmón” y “sin la plata de la gente”, como refieren en su entorno, Milei aprovecha para consolidar su candidatura. “Pobrecito: ¿Querés hacer un debate conmigo y ver quién termina con el boleto picado?, ¿Estás con ganas de recibir una lección sobre política, economía y valores morales?”, lo interpeló por Twitter el economista a Alberto F., luego de su discurso. No debería llamar la atención si el Presidente le contesta.
Fuente Clarin