Prácticamente la mitad de los bonos que colocó el ministro Martín Guzmán para conseguir $100.000 millones en la semana están atados a la suba del dólar oficial.
Fueron esos bonos dólar-linked —que cubren a los tenedores en caso de un salto cambiario— un indicador sobre la expectativa de los mercados respecto de lo que puede pasar hasta noviembre de 2022.
La compra de esos bonos, más los atados a la inflación, le permitieron al ministro conseguir los pesos necesarios para cubrir los vencimientos, y a los operadores de los bancos, cubrirse las espaldas ante la incertidumbre cambiaria que desemboca en la certidumbre de que algo deberá hacer el Gobierno con el dólar en los próximos seis meses.
¿Pero cabe esperar una devaluación fuerte del peso desde ahora hasta fin de año más allá del resultado de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) de este domingo?
Para arriesgar sobre el futuro, habría que refrescar un poco el pasado y recordar cómo pensó y actuó la vicepresidente, Cristina Kirchner, en materia cambiaria, en la elección presidencial de 2011, cuando ganó con un 54% de los votos; y en la legislativa de 2013, al perder frente a Sergio Massa en la provincia de Buenos Aires.
A los pocos días de haber triunfado, y después de haber llevado a cabo lo que el economista Miguel Bein denominara el “macrocidio”, consistente en atrasar el dólar haciéndolo subir un 8% y los salarios un 30%, Cristina Kirchner puso el cepo cambiario para frenar una dolarización que había arrasado con millones de dólares de las reservas del Banco Central.
Así demostró que el “vamos por todo” del arranque de 2012 en lo político, debía comenzar a transitar con una restricción económica que se profundizaría con el tiempo, y fue la escasez de dólares. En ese contexto nació el ahora cotidiano cepo al dólar.
Cristina Kirchner ganó por amplio margen en 2011, fue por todo en 2012, perdió en 2013, y el trasfondo que el límite le impuso fue la estrechez cambiaria que desembocó, en el arranque de 2014, con la devaluación de Juan Carlos Fábrega en el Banco Central y Axel Kicillof en el Ministerio de Economía.
El salto del dólar de enero de aquel año fue de un 23%, y trasladó 12 puntos a la inflación anual, aunque fue acompañado por una suba consistente de la tasa de interés que le resultó cara al kirchnerismo.
El denominador común de Cristina Kirchner ganando o perdiendo consistió en la toma de decisiones difíciles en materia cambiaria para defender uno de los bienes kirchneristas más preciados: las reservas del Banco Central.
Es por ese camino que la expectativa de una modificación brusca de la política cambiaria podría desvanecerse a partir de mañana, por lo menos hasta después de las legislativas del próximo 14 de noviembre.
¿Y con los dólares libres qué puede pasar? Esa es otra historia. Y está muy atada, precisamente, a la expectativa que se vaya generando en torno a la evolución de las preciadas reservas del Banco Central.
Un informe reciente de la consultora Quantum arriesga un comportamiento y un resultado de la cuestión cambiaria hasta fin de año, poniendo el foco en el actual nivel de reservas del Central.
Quantum destaca la llegada “inesperada” de dólares en 2021, que estuvo dada por US$10.000/11.000 millones más que el año anterior originados en la suba de los precios internacionales de los productos que la Argentina exporta.
A esas divisas se sumaron los cerca de US$4.330 millones (en realidad fueron Derechos Especiales de Giro) que aportó el Fondo Monetario Internacional y que le permitirán al Gobierno cancelar deudas con ese y otros organismos financieros internacionales.
Entre las dudas están qué porción de esos dos aportes podrán repetirse en 2022 y la evolución del nivel de reservas hasta fin año, contemplando la posibilidad de que el Central tenga que intervenir con US$21 millones diarios para tratar de controlar a los dólares libres.
El 1° de septiembre las reservas brutas del Central alcanzaban los US$46.094 millones mientras que las “netas líquidas” eran US$1.926 millones. Es claro que no hay mucho margen para que el cepo pueda modificarse, a menos que vuelvan a llover billetes verdes.
Tampoco para que Cristina Kirchner, una defensora de la estabilidad cambiaria, aun a costa del atraso del dólar, vaya a modificar antes de fin de año sus decisiones sobre el dólar por su impacto sobre la marcha de la inflación.
LGP
Fuente Clarin