Esta vez, en Airport, el protagonista es un avión de guerra Aero-45 -mal llamado Skoda- que participó de la Segunda Guerra Mundial. El arquitecto consiguió la pieza en un campo ubicado en Sierra de la Ventana, donde un coleccionista lo tenía desarmado y sin uso.
“Vinieron personas re fanáticas que se pusieron a investigar sobre cuál era el avión, de dónde había salido, la serie y dónde había volado”, detalla Liporace.
“La gente va corriendo directo a sacarse la foto con el avión. Vi mucha gente apoyando sus tragos en el ala como si fuera la barra, podes ponerte al lado del avión y te quedas ahí”, comenta el ex chef de la Casa Rosada.
El avión se complementa con una gran ambientación que genera que quien lo visite pueda sentirse dentro de un aeropuerto. Baste señalar que, al entrar por la puerta sobre Cabello al 3601, recibe a los comensales una azafata detrás de un mostrador que toma las reservas como si fuese un servicio de check-in.
A continuación, un ascensor o una escalera suben al primer piso donde se abre una gran terraza decorada bajo la temática aeroportuaria: garrafas que parecen bombas, partes de avión desperdigadas, elementos de camuflaje y en enero incorporarán incluso una antena.
Además, hay un sector vip para seis personas donde los asientos son butacas como si fueran las de primera clase, la comida viene en las típicas bandejas que se usan en los vuelos y ese espacio hasta cuenta con ventanas de aviones.
En su primera jornada abierta al público, ya tuvo 40 reservas y 20 clientes que entraron cuando lo vieron al pasar. El chef pronostica que, como en otros bares en los que trabaja, si la ocupación sigue subiendo tendrá que implementar todos los días el sistema de reservas.
La realización de Airport requirió una inversión de US$90.000 y emplea actualmente a 13 personas. En sus aproximadamente 300 m², el bar tiene capacidad para 120 personas paradas, 80 sentadas y 40 asientos cubiertos, incluyendo los seis asientos del VIP.
Fuente Ambito