Desde su independencia en 1991, el antiguo jefe del Partido Comunista, Nursultán Nazarbáyev, de 81 años, gobernó durante años con mano de hierro este vasto país estepario.
Incluso después de que finalmente dimitiera en 2019 para dejar paso a su sucesor, el presidente Kassym- Jomart Tokayev, muchos creen que sigue manejando los hilos
Aliado clave de Rusia, el país nunca ha tenido unas elecciones libres. Nazarbáyev utilizó su enorme riqueza petrolera para construir una nueva y reluciente capital, Astaná, que posteriormente fue rebautizada como Nur-Sultán en su honor.
Conocida por sus rascacielos futuristas y sus gélidas temperaturas invernales, que descienden con frecuencia por debajo de los -20 grados centígrados, la ciudad tiene en su centro una torre coronada por una plataforma de observación en la que los visitantes pueden poner sus manos en una huella de oro de la palma de Nazarbáyev.
La antigua capital, Almaty, sigue siendo la mayor ciudad del país y el centro comercial.
Kazajistán es el noveno país más grande del mundo, con una superficie de más de 2,7 millones de km2.
La vasta estepa kazaja alberga el cosmódromo de Baikonur, propiedad de Rusia, que sigue siendo la mayor plataforma de lanzamiento del mundo casi 60 años después de que el cosmonauta soviético Yuri Gagarin despegara desde allí para convertirse en el primer hombre en el espacio.
Los kazajos representan casi el 70% de la población (2020), pero históricamente el país ha tenido una gran minoría rusa.
Los rusos representaban más del 40% de la población en la década de 1970, pero su número se ha reducido a uno de cada cinco habitantes.
Oficialmente, el país alberga 130 nacionalidades, muchas de las cuales fueron deportadas en la época soviética como presos políticos, con comunidades alemanas, griegas, tártaras, polacas, coreanas, ingusetias y turcas georgianas.
Kazajistán está orgulloso de su historia nómada y en 2015 celebró los 550 años del nacimiento del primer Estado kazajo.
Las celebraciones se produjeron tras las polémicas declaraciones del líder ruso Vladimir Putin, quien dijo que los kazajos nunca habían tenido un Estado antes de independizarse de Moscú.
Aunque Kazajistán y Rusia gozan tradicionalmente de fuertes relaciones, su historia compartida a veces crea conflictos.
Rusia criticó un documental kazajo de 2019 en el que se afirmaba que la colectivización forzosa del país dio lugar a un genocidio, en el que hasta el 40% de la población murió de hambre o huyó en la década de 1930.
Kazajistán es la mayor economía de Asia Central, que experimentó crecimientos de dos dígitos, pero en 2014 se vio muy afectada por el desplome de los precios del petróleo, del que depende en gran medida.
También se vio afectada por la crisis económica de 2008 en Rusia, que provocó una devaluación de la moneda kazaja, el tenge.
El petróleo representó el 21% del PIB del país en 2020, según el Banco Mundial, que prevé que la economía crezca un 3,7% este año.
El principal yacimiento petrolífero del país, Tengiz, representa un tercio de la producción anual de Kazajistán y está controlado al 50% por la empresa estadounidense Chevron.
Kazajistán es el mayor productor mundial de uranio y también tiene manganeso, hierro, cromo y carbón en abundancia.
El país ha vinculado el futuro de su economía a la vecina China, invirtiendo mucho en su red de carreteras, ferrocarriles e infraestructuras portuarias para facilitar los vínculos comerciales.
A pesar de los petrodólares que el Estado ha invertido en promocionar su imagen, Kazajistán sigue estando perseguido por el personaje de Borat, un grosero periodista kazajo que muestra un país subdesarrollado.
Muchos siguen asociando al país con “Borat”, el falso documental del cómico británico Sacha Baron Cohen que fue un enorme éxito en 2006 y cuyo personaje central volvió a recuperar en 2017.
Fuente Ambito