Es demasiado pronto para inferir algo más que las observaciones más preliminares.
Por Jonathan Spyer
Una semana después de la invasión rusa a Ucrania, está claro que el progreso de las fuerzas de Moscú ha sido significativamente más lento de lo que esperaban los comandantes rusos. Una serie de factores parecen explicar esto. Los tres elementos más significativos son: en primer lugar, las dificultades técnicas y el empleo de tácticas iniciales inadecuadas por parte de las fuerzas rusas; en segundo lugar, la subestimación rusa del enemigo y la inesperada escala e intensidad de la resistencia ucraniana; y en tercer lugar, los objetivos excesivamente ambiciosos en relación con los medios disponibles del asalto ruso inicial. Este último elemento puede relacionarse también con los antecedentes del líder ruso y su resultante modus operandi preferido.
Antes de considerar cada uno de estos elementos, una advertencia: la invasión rusa de Ucrania no se ha convertido en un fiasco y, de hecho, las fuerzas de Moscú han logrado algunos avances. El avance aún no ha penetrado en las principales ciudades, pero una mirada al mapa muestra que una media luna de control ruso de facto se extiende ahora a lo largo de la frontera desde Mykolaiv y Jerson en el sur, a lo largo de las «repúblicas» disidentes en Donetsk y Lugansk, y luego hacia el norte a las áreas que rodean las ciudades cruciales de Járkov y Kiev.
Solo ha pasado una semana desde que comenzó la guerra y no se vislumbran medios diplomáticos o militares internacionales para poner fin a los combates. Por lo tanto, es demasiado pronto para hacer más que las observaciones más preliminares.
No obstante, las fuerzas rusas sin duda han experimentado notables dificultades. Alrededor del 50-60% de la fuerza que Putin reunió alrededor de las fronteras de Ucrania se ha desplegado ahora en Ucrania. Una semana después de la guerra, las defensas aéreas ucranianas siguen operativas. Kiev afirma haber derribado 14 aviones de ala fija y ocho helicópteros. Entre las aeronaves de ala fija había dos transportadores IL-76 que trasladaban paracaidistas rusos. Los observadores occidentales quedaron asombrados por la imprudencia con la que se emplearon estas naves, dada la ausencia de superioridad aérea.
Mientras tanto, en el terreno, muchos observadores han notado la escasez generalizada de combustible experimentada por las unidades mecanizadas rusas, lo que demuestra una preparación logística inadecuada. En ocasiones, como en el área de Chernígov esta semana, las unidades rusas se vieron obligadas a detener su avance debido a esta falta de combustible. También ha habido informes (no verificados) de unidades rusas que vacían deliberadamente sus vehículos de combustible para evitar avanzar.
Alexander Grinberg, un ex oficial de inteligencia militar de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) nacido en Moscú, señaló en una conversación con este escritor una “falta crónica de profesionalismo y equipos en las filas del ejército ruso”.
Grinberg agregó que “tal vez debido a la corrupción desenfrenada pero también por otras razones, la mayor parte de las unidades rusas en Ucrania carecen de radios militares y en su lugar usan teléfonos celulares, lo que las hace interceptables. Se puede especular sobre los objetivos iniciales y la planificación de la guerra, pero está claro que los militares no esperaban una lucha de tal intensidad ni modernizaron las unidades”.
El hábil y decidido empleo por parte de los ucranianos de los misiles antitanque Javelin suministrados por EE. UU. se ha cobrado un precio significativo entre los tanques rusos y otros vehículos blindados. Los problemas logísticos parecen verse exacerbados por tácticas inadecuadas. Varios informes describen la entrada de tanques rusos en áreas urbanizadas sin la compañía de infantería montada o desmontada. Tal imprudencia ha facilitado la tarea de los defensores de destruir los blindados rusos. (Una vez más, una advertencia: los elementos de vanguardia rusos no han sido detenidos; han avanzado, pero a un ritmo más lento y a un costo más alto de lo previsto, y no hacia las principales áreas urbanas).
Estas dificultades rusas se derivan claramente de una subestimación, o quizás mejor una mala interpretación del enemigo ucraniano. Moscú evidentemente anticipó que la marcha sería más fácil, eliminando la necesidad de la precaución adecuada tanto en el aire como en tierra.
¿De qué podría derivarse un análisis tan erróneo? Al respecto, vale la pena escuchar nuevamente el discurso del presidente Vladimir Putin del miércoles 23 de febrero, en la víspera de la operación. El discurso refleja no solo los propios prejuicios del líder ruso. Es la destilación de una perspectiva rusa comúnmente escuchada sobre la noción misma de una nación ucraniana separada. Putin describió la situación actual de Ucrania como la de una “colonia, con un régimen títere”. Descartó la noción de una identidad histórica ucraniana separada, afirmando que, “desde tiempos inmemoriales, las personas que viven en el suroeste de lo que históricamente ha sido tierra rusa se han llamado a sí mismas rusos”.
Tales puntos de vista no son una invención personal del presidente ruso.
Más bien, se apoyan tanto por los escritos ideológicos de los escritores que supuestamente le favorece, figuras como Ivan Ilyin y Alexander Dugin, y, lo que es más importante, por una percepción común y dominante entre muchos rusos de que la nacionalidad ucraniana es una especie de pretexto.
Desde este punto de vista, los ucranianos son una presencia familiar, incluso simpática, con un lugar apropiadamente modesto en el esquema de las cosas. Desde esta percepción, la noción de una apuesta ucraniana por la independencia y la soberanía contiene un elemento un tanto cómico. Los ucranianos son vistos como hermanos descarriados que, si es necesario, deben volver al redil con firmeza.
Esta perspectiva bien puede haber llevado a la suposición errónea de que la resistencia a los invasores rusos sería breve y superficial.
La consecuente subestimación del desafío parece haber producido una planificación demasiado confiada e inadecuada, y una mala preparación por parte de los rusos. La observación de los métodos iniciales utilizados para intentar afianzarse en las ciudades refleja un elemento adicional en la conformación personal del líder ruso. Más precisamente, su formación en inteligencia y métodos clandestinos, y su mayor familiaridad con estos que con las tácticas militares convencionales.
En un tuit del 27 de febrero, Kamil Galeev, investigador y periodista ruso, se centró perspicazmente en la descripción del presidente ruso de la invasión de Ucrania como una “operación especial”. Galeev continuó que la “declaración de Putin de ‘operación especial’ en Ucrania es sincera, porque no esperaba la guerra. No sabe hacer guerras. Durante toda su vida ha estado organizando y lanzando operaciones especiales”.
En este sentido, vale la pena recordar que en los primeros dos días de la guerra, los rusos intentaron un asalto aéreo relámpago en el estratégico aeropuerto Antonov en las afueras de Kiev, con la intención de que se mantuviera como un «puente» para permitir la llegada de nuevas fuerzas para un asalto rápido a la capital ucraniana.
Contrariamente a las expectativas rusas, las tropas ucranianas se movilizaron y la fuerza rusa fue rodeada y destruida. De igual forma, Kiev cumplió este lunes por la mañana un estricto toque de queda de 36 horas, tras indicios de que elementos asociados a la compañía militar Wagner habían entrado en Kiev, con la intención de perpetrar asesinatos de líderes ucranianos y, presuntamente, sembrar el miedo y el caos en la capital ucraniana. Todavía no se han producido tales asesinatos.
Entonces, ¿hacia dónde se dirigen las cosas? Se subestimó al enemigo, los primeros intentos de una victoria relámpago claramente fracasaron, aunque se lograron algunos avances. Las defensas ucranianas no se han derrumbado, y el estado no ha sido decapitado, todavía, por “métodos especiales”. ¿Qué pasará después?
Claramente, el liderazgo ruso no tiene la intención de retirarse. La alerta de Putin sobre las fuerzas de disuasión nuclear el domingo parece diseñada para alarmar a Occidente y disuadirlo de una mayor asistencia a Ucrania. En cuanto a lo que seguirá; las predicciones son una misión imposible en este contexto. Pero la historia militar rusa está repleta de ejemplos de torpezas y errores iniciales. Estos (Finlandia, Chechenia) fueron «rectificados» más tarde mediante la aplicación de una fuerza abrumadora, a menudo centrada en el uso de artillería pesada.
Si Putin realmente tiene la intención, como parece, de tomar las grandes ciudades del este de Ucrania, la guerra aún está lejos de su punto máximo de intensidad.
Fuente: The Jerusalem Post
Fuente Aurora