Ir a una biblioteca parece una actividad cotidiana, relativamente sencilla, pero para los vecinos de San Fermín poder hacerlo sin tener que viajar a una hora de distancia a pie o estar obligados a coger el coche les ha costado casi 30 años. Limitado por el río Manzanares al este, la M-30 y el nudo sur al norte, al oeste por la avenida de Andalucía y al sur con la M-40, los residentes de este barrio del distrito de Usera tenían que desplazarse más de seis kilómetros para llegar a Puerta de Toledo, la dotación más cercana. Tras una ardua carrera de obstáculos iniciada en la década de 1990, su reivindicación más peleada será por fin una realidad. El edificio, de 3.129 metros cuadrados repartidos en tres plantas y un garaje, será inaugurado la próxima semana. En 1994, ante la falta de un derecho tan importante como es el acceso a la cultura, un grupo de mujeres voluntarias comenzó a gestionar una biblioteca y sala de lectura en el Albergue San Fermín. «Empezamos en un pequeño cuarto. En 1994 tuvimos un espacio mayor, que llamamos el aula vecinal, que empezó a nutrirse de las aportaciones que la asociación realizaba. Ahora el fondo tiene 14.000 ejemplares, el 90% de libros de personas particulares», relata a ABC el portavoz de la Asociación de Vecinos de San Fermín, Víctor Renes, que se muestra «feliz» de que, al fin, puedan disfrutar de «un equipamiento digno en un barrio muy, muy necesitado de ello». Además de ser un espacio de préstamo de libros («libros viajeros», como los denominaban), el aula vecinal era también un lugar de estudio. «Muchos jóvenes nos dicen que lograron sacar su carrera universitaria estudiando allí», cuenta, con orgullo. Desde que comenzaron esta batalla, que han llevado a todas las instituciones relevantes, cada euro de fomento al asociacionismo que recibía la asociación de vecinos se destinaba a talleres para adultos aprender a leer y escribir, así como para apoyar a los más pequeños en sus estudios. Decenas de movilizaciones y reuniones con el Ayuntamiento de Madrid y la Comunidad fructificaron en 2007 en la inclusión del proyecto de construcción de la biblioteca dentro de los planes especiales de inversión de los distritos del consistorio. «En 2008, el día de San Isidro, le entregamos a Ruiz-Gallardón dos tomos del Libro Blanco de la Cultura de San Fermín, donde más de 3.500 vecinos y escolares hicieron poemas, relatos y dibujos para reclamar la necesidad de que se hiciera la inversión prometida», recuerda Renes. Pero aún hubo que esperar 15 años más para que se llegara a inaugurar. La crisis de 2009 retrasó los planes que no se reactivaron hasta 2015. Zona de lectura infantil de la bibliotecaFruto del proceso participativo que se inició entonces nació el diseño ya culminado. El equipamiento es una de las bibliotecas más grandes de la ciudad, con una superficie útil de uso bibliotecario de 2.475,18 metros cuadrados. Pero también cuenta con un espacio circundante convertido en jardín, biblioparque, y terraza en la planta superior con un jardín sostenible. El Ayuntamiento de Madrid ha invertido 5.048.606,01 euros en la construcción, instalaciones y equipamiento de la biblioteca de San Fermín (3.993.445,21 euros en la obra –incluyendo el proceso participativo, redacción de proyecto y ejecución– y 1.055.160, 80 euros en mobiliario, señalética, libros, etc). Según detallaron a ABC desde el Ayuntamiento de Madrid, que lidera José Luis Martínez-Almeida, el propio edificio genera la energía para mantener su actividad y reducir la huella energética producida en parte por paneles fotovoltaicos instalados en la cubierta del edificio, dando lugar a lo que se conoce como ‘edificio de consumo de energía casi nulo’. Autosuficiente y ‘verde’
Se trata de un complejo abierto al exterior y con espacios amplios y luminosos que favorecen la sensación de estar leyendo en un parque. En las diversas plantas del edificio los espacios se distribuyen teniendo en cuenta los diferentes niveles de ruido (de mayor a menor, según se asciende), para garantizar de este modo una convivencia confortable. Espacios comunes de la bibliotecaAsí, en la planta baja se localiza un la zona de prensa, internet, un área de descanso, la biblioteca infantil-bebeteca y los despachos. En la primera se sitúa un mirador volado, la llamada casita del árbol. En el espacio principal se localiza la sala de préstamo. También tiene una sala juvenil y de cómic, salas de trabajo en grupo y un espacio polivalente, configurable mediante un sistema de paneles acústicos. La planta segunda está dedicada a sala de lectura, que se abre a una terraza con una superficie ajardinada de plantas que requieren poco consumo de agua. Este centro es todo aquello que reivindicaron los vecinos haciéndolo entonces a menor escala. Es, en palabras de Renes, más que «un depósito de libros; es un nodo de desarrollo cultural».
Fuente ABC