Si algo tiene Madrid, silente para el turista y para el propio, es agua. Si algo nominó a la ciudad fue el agua. El agua que baja en arroyuelos sin nombre o con nombres diversos desde las alturas modestas de la Casa de Campo. Subterráneos o no, los riachuelos, incluso en lo más duro de la canícula, tienen rumor acuático por ese líquido que por gravedad e Historia acaba en el Manzanares. Y sí, el Manzanares tiene todas las chanzas que le dio el Siglo de Oro: de «aprendiz de río» hacia arriba. Aunque ahí están en el archivo fotográfico las lavanderas, los niños y los no tan niños quitándose el calor en un tiempo que ha quedado, por ventura,… Ver Más
Fuente ABC