La Casa de Campo a la luz de la luna. El frontal de minero para correr y marchas legionarias en el teléfono para animar dos horas de una alegre tortura. Es mi yoga barato, donde pongo en orden los pensares y van saliendo columnas, prosillas y cosas. A veces ve uno ve las órbitas de algo que puede ser la Estación Espacial Internacional, qué sé yo, y entra el alma en estado de calma. Se sigue trotando, claro. Y con las sombras, si hay algo de luna, los árboles desmochados tienen un aspecto infernal. La mirada va hacia el Oeste, donde hace tiempo que se ha puesto el sol, y el ‘runner’, uno mismo, no piensa en la guerra, aprieta… Ver Más
Fuente ABC