
Gustavo Vargas, Director de Comunicación y Relaciones Públicas para Latinoamérica de Kwai, explicó: ¨Nos nutrimos de agencias productoras que aportan contenido especializado y bien desarrollado. No son grandes compañías, son creadores de contenido que se convierten en productores y pueden tener cuentas personales para difusión. En la microficción no puede faltar el drama, con un storytelling de estructura narrativa que puede estar relacionado con el humor, con el terror, pero siempre debe tener algo de suspenso¨.
Target
La plataforma tiene un target de mayores de 25 años, por lo que la temática pasa por engaños, parejas abiertas, primeras mudanzas, primera convivencia, debate sobre la carrera a elegir y la comunicación con los padres, situaciones típicas que se resuelvan rápidamente en ese poco tiempo de extensión. No faltan las historias con gays, trans, cambio de sexo y el comunicárselo a la familia, todo de manera esquemática, contada sin tiempo para diálogos profundos o complejos, desde ya. Hoy se afianzan estas plataformas, a medio camino entre Tik Tok o Instagram, y Netflix o HBO Max. ¨El cine siempre será el cine y lo mismo las series, aquí competimos por el espacio de ocio de las personas y buscamos ofrecerles contenido de alta calidad. Apostamos a evolucionar en esa línea. Que el público se pueda entretener con microseries de buena calidad y no sólo concentrarse en los bailes de moda”, agrega Vargas.
Cuando son varios los artistas que luchan contra la dictadura del algoritmo, índice que dictamina lo que tiene cabida y lo que queda fuera, estas plataformas obedecen a rajatabla a ese algoritmo ¨educado¨ por cada usuario. En Kwai se ofrece una sección que Vargas define como “inclusiva, democrática y random”, con contenido aleatorio y genérico, y otro más especializado ofrecido a la medida de cada consumidor. Cada compañía o plataforma sigue su propio algorimo. ¨Nosotros ofrecemos en el display de inicio una sección diversa que no privilegia ni beneficia a influencers o famosos sino que brinda las mismas posibilidades de exposición a todos. De ese modo las personas comunes no quedan opacadas. El negocio es siempre el mismo: generar contenido que interese a las audiencias, en este caso de bajo costo, que pueden grabarse con el celular y si evolucionan pueden ofrecer mejor calidad”, puntualiza Vargas.
El contexto es tan cambiante que mientras el año pasado creían que los intereses del nicho giraban en torno a la música, el entretenimiento o las tendencias, descubrieron que llega a un público masivo, de clases medias y medias bajas, al que llaman “auténtico”. Vargas concluyó: “El público disfruta de lo que tiene y rara vez aspira a tener mansiones o autos carísimos, le gusta estar informado y consume historias. Lo enganchamos con humor y estamos en estudio permanente de la big data para perfeccionarnos. Además los intereses varían, el público quiere algo en momentos electorales y otra cosa muy distinta en tiempos navideños”. La clave está no sólo en esos primeros tres segundos de video sino en la imagen de portada del video y hasta en las preguntas o afirmaciones que aportan al público la primera impresión. Se trata de comentarios breves, palabras muy cortas y pocas, y una tensión inicial que capte al usuario. La monetización difiere de Youtube o Spotify que ponen publicidad en sus videos o canciones. Aquí se firman contratos con las productoras en tanto los actores pueden recurrir al product placement y marketing de producto, mejor conocido como canje o chivo.