Cuando alguien acepta jugar a la política debería dar por sentado que la política de los partidos carece de reglas. Las siglas acogen y aúpan hasta que dejan que hacerlo. Así de cruel. Una lección que se aprende en la derrota pero que debería asimilarse con los primeros aplausos que un cargo político reciba de los suyos. La llamada vida interna de los partidos es una cloaca de favores, estrategia, cinismo, conspiraciones y hasta espionaje. Los llamados «fontaneros» (con perdón para el oficio) tienen como función saberlo todo de los suyos por si en algún momento esa información sirve para usarla en su contra. Así de despiadado. Por eso, no asumir que se ruge de prestado en esta selva inmisericorde suele terminar en un sainete tragicómico. Puede que todo esto no explique la crisis en el PSOE de León, primera brecha socialista tras el último fracaso electoral de Luis Tudanca, pero sí la actitud de José Antonio Diez. El alcalde ha pasado del puchero al desafío en unos pocos días evidenciando que lo que desea es amarrarse al bastón de mando. Con la temeridad de la soberbia populista asegura que el partido desea apartarle e impedir su proyecto de ciudad a pesar de tener el favor de los afiliados y de los ciudadanos. Denuncia un pucherazo preventivo. A lo Pablo Casado atrincherado en Génova o Sánchez durante aquel del exilio en Peugeot recorriendo España. El León que imagina José Antonio Díez chirría desde hace tiempo en el proyecto que el PSOE propone para Castilla y León. Su leonesismo regionalista, excluyente y victimista, desborda incluso este nuevo socialismo sanchista de principios variables y enemigos íntimos. El pacto de no agresión acordado en el último congreso provincial ha durado una derrota electoral autonómica y el incierto horizonte de las municipales de 2023. Dicen que a un rival se le puede medir por sus amigos. A Diez estadista lo defiende el bailaor Antonio Canales y el vidente Rappel. Como mediador (internacional) José Luis Rodríguez Zapatero que aporta una sesuda reflexión de esas que vende a Venezuela: «Siempre que llueve, escampa». Qué difícil es saber perder.
Fuente ABC