Salir de casa corriendo, cruzar la calle con mis amigos del barrio y competir a ver quién daba más volteretas seguidas sobre el césped del Parque de El Retiro fue, sin duda, una de las primeras sensaciones de libertad de mi infancia cuando mis padres me dieron ya permiso para cruzar la calle sin su vigilancia. Brincar, saltar, jugar al escondite en el mágico laberinto de la Rosaleda, llevar pan a los patos y a los peces del estanque, tirarnos por un tobogán que quemaba a rabiar en verano o hacer la croqueta cuesta abajo en la Montaña Artificial fueron algunas de las diversiones de una infancia al aire, en contacto con la naturaleza, y sin pantallas. Y es que los jardines de este lugar siguen siendo el refugio para que los más pequeños den rienda suelta a creatividad y disfruten del juego al aire libre. Jardines de Cecilio Rodríguez por el que pasean los pavos reales entre los visitantes
Pero la peculiaridad de este recinto es que desde el siglo XVII es testigo silencioso de la evolución de las personas generación tras generación. Allí los niños aprenden a dar sus primeras pedaladas en bici mientras sus padres corren al lado sujetándoles para que no pierdan el equilibrio. Esos niños, ya adolescentes, se sientan horas y horas bajo los árboles para charlar con sus iguales o dar su primer beso. Pasarán unos años en que El Retiro les echará de menos, pero finalmente, vuelven, esta vez empujando los cochecitos de sus bebés, orgullosos de que les de el aire allí donde ellos jugaron de pequeños. Y, aquellos padres que les ayudaban a mantener el equilibro con la bici, son ahora los que van agarrados al brazo de sus hijos y con un bastón en la otra mano para poder seguir el paso de un relajado paseo familiar. El parque cuenta con varias estanterías para coger o dejar libros y darse a la lectura sobre el céspedCientos de familias pasean, sobre todo los fines de semana, por los caminos de este lugar que el 25 de julio de 2021 fue reconocido como Paisaje Cultural patrimonio Mundial de la UNESCO. Y es que, además de poder pasear, sus caminos invitan a hacer deporte. Se puede hacer running, patinaje, o remo y piragüismo en el estanque e, incluso fúlbol, tenis, pádel o pesas en las instalaciones de La Chopera…. También hay la posibilidad de acudir a la Biblioteca Municipal Eugenio Trías o a las diferentes estanterías-biblioteca que hay distribuidas por el parque para que la gente lleve y coja libros; visitar exposiciones en la Casa de Vacas o en el espectacular Palacio de Cristal; dejarse sorprender por los pavos reales que se exhiben todas sus galas en los cuidados jardines de Cecilio Rodríguez, subir al mirador del monumento a Alfonso XII (en ocasiones se realizan visitas reducidas de entre 8 a 10 personas pidiendo los permisos dentro del programa Pasea Madrid del ayuntamiento de la capital o al área de Cultura del Ayuntamiento de Madrid)…. El entretenimiento para todas las edades está garantizado. Lo que mucha gente no conoce de este parque es que cuenta con un refugio antiaéreo, que nunca se utilizó en la Guerra Civil, y que cuenta con una capacidad para 270 personas Lo que mucha gente no conoce de este parque es que cuenta con un refugio antiaéreo, que nunca se utilizó en la Guerra Civil, y que cuenta con una capacidad para 270 personas. Se encuentra camuflado en el suelo, junto a a la valla de El Retiro de la Puerta de María Cristina. Es más, en este lado de la valla se pueden apreciar los impactos de bala producidos durante este conflicto bélico. El refugio solo se abre al público para casos muy específicos y bajo el permiso del área de Cultura del ayuntamiento. Reponer fuerzas
Los visitantes del parque puede reponer fuerzas en cualquiera de las terrazas y chiringuintos que hay a los largo de sus paseos donde se ofrecen bebidas, apetiruvos y helados principalmente, aunque en algunas hay posibilidad de tomar algo más sustancioso (como perritos calientes, sándwiches, bocadillos, wofres…) e, incluso, una paella. También ha posibilidad de acudir a restaurantes, como el mítico Florida Park, que a demás de su oferta gastronómica es un lugar emblemático por su agenda lúdica con experiencias y entretenimiento cada día del año (música, teatro, flamenco…). La cocina de este lugar apuesta por el producto local, la estacionalidad y la tradición y sus cartas están diseñadas por Iván Cerdeño, galardonado con dos estrellas Michelin. Florida Park se divide en cinco espacios, cada uno con una propuesta gastronómica (ver carta de precios): La Galería, con su tapas-bar de cristaleras abiertas al parque de El Retiro; La Terraza, donde se pueden tomar cocktails cerca de las copas de los árboles; Los Kioskos, donde se sitúan seis puestos con distintas ofertas de productos; El Pabellón, el restaurante estrella y, por último, la Sala, donde se celebra el Dinner Show de Florida, un espectáculo que combina la velada gastronómica con teatro y música en directo. Fachada principal de Florida ParkPara los que prefieran una estancia más tranquila y alejada del gran bullicio, El Retiro también ofrece rincones más íntimos tras algunos de los puentes de madera que conducen a pequeñas praderas rodeadas por agua de los estanques por los que nadan patos en busca de que algún visitante que les lance alimento que dar a sus crías. Puente de madera que va hacia una zona más tranquila de El RetiroPrecisamente para los que buscan relajarse en la naturaleza, pero en este caso alejados de la gran ciudad, hay otro puente, esta vez del siglo XVI, situado en el bellísimo paraje de Valdemaqueda, un pueblo de la sierra Oeste de Madrid, a 75 km de distancia de la capital. Este histórico Puente Mocha, también conocido como Puente de los 5 ojos, mide 40 metros y por debajo de él pasan las aguas del río Cofio. Se puede llegar andando desde el mismo pueblo por un sencillo y precioso camino de montaña de unos 3 km de largo rodeado de pinos, encinas, jaras, tomillo…, lo que hace que esta senda sea un regalo para los sentidos. Dos excursionistas camino al río Cofio que pasa por debajo del Puente MochaOtra posibilidad es realizar el trayecto en coche hasta el aparcamiento gratuito que hay habilitado. Esta última opción está sobre todo recomendada para los que quieran pasar allí el día entero y organizar un picnic completo, que pueden hacer tanto en alguna de las numerosas mesas de merendero en una de las laderas del río o, a modo tradicional, sobre el suelo o las rocas a orillas de río. El caudal de agua varía de forma significativa según la estación del añoNo muy lejos de allí, a 14 km también merece una visita el magestuoso pino Castrejón de Hoyo de Pinares (que pertenece a Ávila) y que con más 250 años de vida luce con todo su esplendor. Se trata de un ejemplar pertenece a la especie Pinus pinea y la amplitud máxima de su copa es de 25 metros, debido a las extensas ramas horizontales que parten de su cruz. Tiene una altura de 12 metros y el perímetro de su tronco es de 4,78 metros. De hecho una de las fotos características de las personas que lo visitan es juntarse de la mano y roedar el tronco (al menos hacen falta 4 o 5 personas para conseguirlo). Este ejemplar es uno de los pinos piñoneros más gruesos de la Comunidad de Castilla y León, y el de mayor grosor de la provincia de Avila. Algunas fuentes aseguran que este ejemplar ha llegado a producir hasta 2.000 piñas en una única temporada. El el perímetro de su tronco de este pino piñonero es de 4,78 metrosPara los amantes de la naturaleza también resulta muy divertida la visita al Bosque Encantado, un jardín botánico de San Martín de Valdeiglesias único en Europa en el que grandes y pequeños podrán pasar una soprendente jornada dejándose seducir por las más de trescientas esculturas vivientes realizadas por los mejores artistas de arte Topiario de Europa. Este bosque cuenta con laberintos, exposiciones de cactus, bonsáis, plantas aromáticas… Además dispone de un arroyo y en uno de los rincones del jardín se deja caer una de las pocas cascadas naturales de la Sierra Oeste, la cascada Barbellido, unos metros más adelante del nacimiento del arroyo Las Casetas. Para los días de mucho calor, el bosque cuenta con una ducha de agua fina al principio del camino que resulta de los más reconfortante para realizar la visita algo más fresquitos. El recorrido puede durar entre dos y tres horas y está permitido llevar comida que se puede tomar en un merendero que disponen o comer en su terraza al aire libre. El precio de adultos, según promociones, es de 10 euros. Los niños entre 3 y 12 años pagan la entrada infantil de 8 euros. Los menores de 3 años pasan gratis. De vuelta a Madrid, otra parada recomendada es el pueblo de Navalcarnero (a 33 km de Madrid por la A5). En él no puede faltar la visitar a su emblemática plaza de Segovia, famosa por sus soportales y por ser centro neurálgico de vecinos y visitantes ya que allí se celebran las Fiestas Patronales, ferias como el Mercado de Artesanía, la feria Medieval o la Feria del Libro, además de servir de excelente decorado para momentos como la Navidad o el Carnaval. Junto a esta plaza se exhibe majestuosa la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, cuya construcción se inició hacia 1520 y que cuenta con una preciosa torre de campanario que mezcla el estilo mudéjar con el capitel barroco. En su interior se conserva una magnífica colección de retablos de arte barroco. la visita a este templo merece la pena, fue d
eclarada monumento histórico-artístico, antecedente de la figura de bien de interés cultural, mediante real decreto de 12 de enero de 1983. Plaza de Segovia de Navalcarnero, al fondo la Iglesia de Nuestra Señora de la AsunciónLa plaza del Teatro es el escenario por excelencia de la cultura de Navalcarnero y destaca por su amplio espacio y por la fuente central con chorros y luces que dan el toque de alegría y color a la zona. Junto al Teatro Municipal y el Centro de las Artes Escénicas conforman una cita ineludible de la Agenda Cultural de la villa. Plaza del Teatro donde se realizan numerosas actividades culturalesEn el cruce entre las calles Real y Libertad, descansa el monumento de bronce que representa a los tradicionales Encierros de Navalcarnero. Esta escultura, que se realizó en 1996 por Feliciano Hernández, representa las figuras de los mozos corriendo delante de los toros por las calles de la localidad. Los encierros de este pueblo se remontan al siglo XVII, cuando para celebrar la boda de Felipe IV y Mariana de Austria en 1649 se decidió llevar 16 toros para conmemorar el enlace. Cada año, en septiembre, se celebran las fiestas de Navalcarnero y en este punto se inician los encierros. Escultura representativa de los famosos encierros de NavalcarneroTras un largo paseo por sus callejuelas, plazas y visitas a sus diferentes ermitas, seguro que a los visitantes se les abre el apetito. Navalcarnero cuenta con numerosos bares y terrazas, sobre todo en el entorno de la Plaza de Segovia donde se puede tomar un refigerio y aperitivo. Para los que el hambre les pida algo más, el Restaurante Asador las Cuevas del Príncipe es un sitio ideal. Este restaurante se caracteriza por disponer de unas cuevas construidas en el siglo XVIII que se encuentran a más de 15 metros de profundidad y constituyen uno de los principales puntos de interés turístico de esta villa. Jesús, el dueño de este lugar, explica que las cuevas tienen unos 30 metros de longitud y una profundidad de 20 metros. «En sus paredes había hace años unos huecos donde se guardaban grandes tinajas que optamos por quitar para colocar unas mesas para nuestros clientes. En total hay 10 mesas. Se trata de un lugar muy original para comer. ¡Y bien fresquito! —apunta—, puesto que la temperatura por la humedad ronda los 18 grados». El restaurante dispone de varios menús, aunque el “recomendado” por ellos mismos cuesta 43 euros por persona e incluye entrantes para cuatro personas con fuente de ibéricos, gambón a la plancha, ensalada de pimientos de piquillo al horno y, como segundo plato, lomo alto de vaca o merluza al horno con guarniciones, postres de sorbete de limón al cava, surtido de tartas, café y licores. En su carta no faltan sugerencias como la “Olla del Segador”, cocido típico de Navalcarnero (28 euros). Esta delicia —según explica Jesús— tiene su origen en los años 40, cuando las mujeres llevaban pucheros a los lomos de borricos para que pudieran comer sus maridos segadores que trabajaban en el campo a altas temperaturas. «Esta especie de cocido llegaba a veces casi seco por los vaivenes de los borricos que derramaban el caldo y una de las mujeres, María, optó por cubrir el puchero con un tapón de arroz. A los maridos les supo tan rico que desde entonces se hace así y nosotros también decidimos incorporarlo». Entre otras de las sugerencias destacan también los callos (18 euros), el solomillo de cebón (20 euros), la pierna de cordero lechal (18 euros), el cochinillo tostón (2o euros), o la lubina a la espalda (18 euros), entre otros platos. Todas las carnes se hacen en lumbre, al estilo antiguo y con leña de encina. Las Cuevas del Príncipe dispone, además, de aparcamiento concertado para sus clientes en la Plaza del Teatro de Navalcarnero, a 100 metros.
Fuente ABC