Por Christian Sanz
¿Por qué renunció Martín Guzmán? ¿Lo sabía Alberto Fernández o se enteró en el momento de la defección? ¿Fue casual que decidiera irse del gobierno mientras hablaba la vicepresidenta? ¿Qué hará el presidente? ¿Se irá también? ¿Quién será el nuevo ministro de Economía? Algunas de esas preguntas intentarán ser respondidas por este cronista. Con las dificultades del caso.
Primero lo primero: el tuit a través del cual Guzmán dio a conocer su renuncia este sábado, estaba escrito desde hace unos días. El economista tenía pensado enviarlo en unos días. Pero un pasaje del discurso de Cristina Kirchner lo obligó a anticipar los tiempos.
Fue justo cuando dio detalles de su reunión con el economista Carlos Melconian: “Tuvimos una coincidencia sobre la economía bimonetaria (…) analizamos el problema bimonetario”, dijo.
Acto seguido, lanzó un elocuente dardo contra el ahora ex ministro de Economía: “No soy una apologista del déficit fiscal, pero esa no es la causa de todos los problemas. Tenemos que encontrar la solución al problema de las corridas cambiarias, que se producen por la escasez de dólares”.
Guzmán entendió el mensaje y presionó “enviar” desde el teclado de su Iphone, anticipando aquello que ya tenía decidido: pegar el portazo. Lo iba a hacer antes de que se conociera el dato de la inflación de junio, para evitarse las feroces críticas que llegarían desde su propio espacio.
Alberto incluso intentó convencerlo de que no dejara su cargo, más por autopreservación —se encuentra cada vez más solo— que por la situación del propio Guzmán. Pero no hubo caso.
“Desde la experiencia que he vivido, considero que será primordial que trabaje en un acuerdo político dentro de la coalición gobernante para que quien me reemplace, que tendrá por delante esta alta responsabilidad, cuente con el manejo centralizado de los instrumentos de política macroeconómica necesarios para consolidar los avances descriptos y hacer frente a los desafíos por delante”, señaló el ex ministro en su carta de renuncia, denotando algunos de los motivos que lo obligaron a dejar su cargo. En buen romance, no logró alinear bajo su órbita a los funcionarios de su propia cartera.
“¿Cómo voy a poder combatir la inflación y resolver los problemas de la economía si todo lo que quiero hacer me lo boicotea el kirchnerismo? Me traban todo lo que propongo y después soy el tipo al que putean públicamente”, le dijo Guzmán a Alberto esta misma semana, anticipando de alguna manera lo que vendría.
Es curioso, porque su eyección surge justo cuando el jefe de Estado insiste en asegurar que la Argentina está atravesando un momento de “crecimiento extraordinario”. Algo no cierra.
No obstante, ahora mismo eso no es lo importante, sino saber quién seguirá al frente del Ministerio de Economía. A pesar de lo que dicen los grandes medios, no hay ni habrá reunión en la Quinta de Olivos. El nombre lo decidirá el jefe de Estado y solo él. Le agrada la idea de Sergio Massa, un hombre moderado que no carece de buena relación con el cristinismo.
Sin embargo, ese nombre cuenta con severas objeciones por parte de lo poco que queda del albertismo. No solo por su desconocimiento del tópico económico, sino también por sus ínfulas de ser candidato a presidente en 2023.
Sea como fuere, cualquier cosa que se diga será pura especulación. El propio Alberto anunciará en unas horas el nombre sucesorio.
Luego, tendrá que ver qué ocurre con su propio gobierno, que siempre parece a punto de explotar. ¿Seguirá como si nada? ¿Buscará empoderarse junto a los suyos? ¿O seguirá tolerando la hemorragia de soldados que viene sufriendo en las últimas semanas?
Una cosa está clara: o se radicaliza, como le pide Cristina, o deberá ceder el poder. Se lo dijo con todas las letras Andrés “Cuervo” Larroque a través de una entrevista radial que le hicieron esta semana: “La fase moderada está agotada”, sostuvo.
Frente a esas palabras, muchos tragaron saliva: si lo que pasó hasta ahora es moderación, ¿cómo sería la presunta profundización? ¿Hay algo menos moderado que las cartas públicas de la vicepresidenta o las críticas de Fernanda Vallejos y Hebe de Bonafini? Preocupa imaginar algo más duro que todo eso.
En estas horas, lo único claro es que no hay nada claro. Acaso una sola cuestión: que Guzmán le ganó la tapa de todos los diarios del domingo a Cristina. Ciertamente imperdonable.
Más aún cuando el discurso de la otrora presidenta se pareció tanto a un lanzamiento de campaña.
Fuente Tribuna de Periodistas