Brook se formó en el Magdalen College, de Oxford, y pronto ya estaba encargándose de una puesta de “Salomé”, de Richard Strauss –la ópera y el cine fueron otras de sus pasiones– en la Royal Opera House, Covent Garden (institución que llegaría a dirigir, al igual que la Royal Shakespeare Company), con decorados diseñados por Salvador Dalí. Pronto también empezó a ser convocado para dirigir a los grandes divos británicos, como Sir John Gielgud y Sir Laurence Olivier.
En una de sus últimas entrevistas, justo antes de la pandemia, explicó que toda su carrera fue “nadar contra la corriente, eso es lo que le da sentido a obras y conceptos que, si no los proponía yo, jamás habrían existido”. Si bien nunca dejó de hacer experimentos revolucionarios, como un Shakespeare sobre trapecios circenses, su momento más rico fue en la década del 70 cuando con su esposa y musa, la actriz Natasha Parry, tomaron por asalto un antiguo teatro de variedades destruido de París, Les Bouffes Du Nord, donde armaron grupos de improvisaciones o concretaron puestas avant garde, como su gran hito “Marat–Sade”, inspirada en la idea que en el manicomio el Marques de Sade dirigía teatro con los internos. Más tarde Brook logró que esa obra crudísima, que llevaba a un nuevo nivel de inmersión teatral, fuera representada en Broadway, donde ganó un Tony.
Brook se instaló en Les Bouffes du Nord en 1971 y ya no regresó a Inglaterra porque allí el gobierno le impedía contratar actores extranjeros en la Royal Shakespeare Company. Ubicado en el barrio árabe de París, Les Bouffes mantenía parte de sus muros interiores quemados por un incendio (él se opuso a su restauración) y también fue escenario de otros artistas por él invitados, como Astor Piazzolla, quien allí grabó varios de sus conciertos con Milva.
Otro de sus grandes éxitos fue una versión de “El Mahabharata” de 9 horas, que de alguna manera podría verse como equivalente a las películas de Andy Warhol que duraban numerosas horas.
Brook siguió activo hasta hace poco, justamente con una nueva versión de “El Mahabharata”. con la que recorrió la India. Era un artista saltimbanqui, como los antiguos pioneros del arte escénico en la Edad Media. En 1972 estuvo durante tres meses por África con su compañía donde realizó representaciones en pequeñas ciudades de Argelia, Nigeria y otros lugares que no conocían el teatro; recorrió el Sahara con un equipo de fotógrafos y camarógrafos, donde filmó su obra “The Ik”, junto a Colin Higgins y Denis Cannan, adaptación de un libro de Colin Turnbull titulado “El pueblo de la montaña”. En aquellos viajes conoció al actor africano Sotigui Kouyaté, a quien incorporó a su compañía.
Kouyaté encabezó el elenco de la obra “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero”, que Brook montó sobre textos del neurólogo Oliver Sacks, y que se representó en el Teatro San Martín de Buenos Aires durante el primer FIBA (2001). Aunque Brook no vino personalmente, también se vieron aquí otras de sus creaciones, como “La mort de Krishna”, en el mismo escenario y durante 2003; “Warum Warum” (2011) y la ópera de Mozart llamada por él “Una flauta mágica”, el mismo año, en el VIII FIBA, en el teatro Avenida.
Como cineasta rodó varios títulos, hoy de culto, como su obra maestra “El señor de las moscas” sobre la novela de William Golsding, acerca de unos niños sobrevivientes, sin adultos, a una accidente aéreo y que se van volviendo paulatinamente más salvajes; “Moderato Cantabile“, incluida en la nouvelle vague por los miembros más místicos del público, como el desaparecido cinéfilo Fabio Manes, que la exhibió en la TV Publica (decía que podía ver “una vez al mes); “Encuentros con hombres notables” sobre la vivencias de Gurdjieff entre los derviches, entendiendo siempre nuevos conceptos (un film que fue censurado por la dictadura militar).
Como se dijo, Brook fue también un gran teórico, y además de la citada “El espacio vacío” (1968), donde aseguraba que cualquier espacio vacío automáticamente se convierte en un escenario si hay un actor que representa una obra y alguien que mira, también escribió “La puerta abierta”, “Hijos de tiempo”; “Cambiar el punto de vista” y “Más allá del espacio vacío”.