
También se destacó por un cromatismo muy libre de verdes, amarillos, azules y ocres que se fusionan con las formas –muro de sus actuales trabajos.
Obra autorreferencial, ya que por su sensibilidad extrema pasan los aconteceres a veces, trágicos, otros de gran alegría que la vida le otorga y que expresa con gran apasionamiento. Estas fortalezas, murallas, muros, remiten a las circunstancias de esta pandemia que ha condicionado y cambiado nuestras vidas. De allí estas formas que parecen separarnos del mundo, de los seres queridos, de las pérdidas, de los encuentros y reencuentros que Guzmán pone en juego, sin anécdota alguna, su emocionalidad capaz de conmover al espectador. Es sabido que el arte geométrico no se mantiene igual en el tiempo y la subjetividad ha influido en la forma en que se lo percibe. Obra armónica en la que se conjugan planos basados en rectas y también curvas donde el color es esencial, su uso, espiritual.
En un reportaje reciente al escritor neoyorkino de origen libanés, Hisham Matar (1970), leímos que “la fuerza del arte ayuda a sobreponerse al dolor y la desdicha, es capaz de brindar consuelo a quienes lo contemplan” y agregamos, fundamentalmente a quienes lo hacen.
Antonia Guzmán expone desde 1989 en galerías de arte, centros culturales y museos de Argentina, Estados Unidos, Canadá, Europa, México, Brasil. Ha participado en ferias nacionales e internacionales, ArteBA (Buenos Aires), Pinta New York y Londres, Arteamericas Miami. Obtuvo el Grand Prix du Salon International de l’Aquarelle, (Uckange, Francia) y el Grand Prix Salón International de la Peinture a l’Eau, (Tregasstel, Francia).
En 2018 publicó su primer libro “Prosas y acuarelas desordenadas”, comentado entonces en esta columna. (Otto Galería. Paraná 1158. Clausura el 21 de julio.)