
Periodista: ¿Cómo surgió la idea?
Pablo Gorlero: No quería rendir un homenaje sino encontrar a cuatro personajes del cine dorado argentino. Siempre me inquietó trabajar sobre la memoria y a partir de la muerte de una artista, apareció un disparador para pensar en la eternidad. Los únicos que mantenemos vivas a las figuras somos los espectadores, y depende de la magnitud del artista que se apague o se mantenga la llama encendida. Con la muerte de Beatriz Bonnet, que fue una gran figura y murió
en soledad, con casi nadie en su entierro, me pregunté qué pasó que estaba tan sola. Quise pensar en quién construye la figura del artista.
P.: ¿Y quién lo hace? ¿Por qué esas cuatro y no otras?
P.G.: Eso se lo dejo al espectador, me gusta pensar que cada pueblo tiene la diva que se merece. Hice un repaso por el cine argentino en su época dorada y se me vinieron Tita, Zullly, Libertad y quería una cuarta. Y ahí apareció Fanny para confrontar y demostrar que la grieta no es algo de estos últimos años. Cómo Fanny y Libertad sufrieron consecuencias por estar de uno u otro lado.
P.: ¿Existen divas como estas en la actualidad?
P.G.: No. Eran supremas, estrellas de una época en que la pantalla grande dominaba todo. Se esperaba la nueva película con Zully Moreno, que era una especie de Greta Garbo. Se esperaba lo que Tita o Lamarque lanzaran, o Navarro, eran exitazos. Si tengo que decir divas hoy son Mirtha, Susana, Moria, Nacha. Y nos pintan como pueblo.
P.: ¿Qué le atrajo de sus historias?
P.G.: Libertad quiso ser figura desde chiquita y se abrió camino a fuerza de carisma e impulso. Dicen que, como Tita, eran bravas y competitivas. Tita tuvo una infancia fea y desafortunada, tuvo su golpe de suerte gracias a su trabajo y carisma, eso la convirtió en estrella. Tita era la misma en la calle cuando iba a comprar verdura que en la pantalla, Zully o Libertad no se dejaban ver en la vida cotidiana. Zully, apenas descubrió su primera pequeña arruga, decidió retirarse. Fanny fue una gran figura de teatro que saltó al cine y su devoción y amistad con Eva Perón, además del noviazgo con Juan Duarte, la opacaron más adelante. Se dedicó a militar y cuando murió Eva el mismo peronismo le cerró la puerta. Después de la Revolución Libertadora la sepultaron y le mostraron en una bandeja la cabeza de Duarte. Son historias muy fuertes y me parecía atractivo provocar ese encuentro en una suerte de limbo donde hablan un poco de sus vidas pero también sobre quién las forjó y qué significa ser una estrella.
P.: ¿Encajarían en el paradigma actual?
P.G.: Trabajamos con el autor, Luis Longhi, el tema de la sororidad. Estas mujeres se potencian en esa charla comprendiendo lo que les pasó y pasa. Lamarque trae su intento de suicidio, se tiró del departamento en el que vivía y no murió de milagro porque la atajó un toldo. Se tiró porque su marido le pegaba. Fanny fue terriblemente maltratada por hombres, Tita debió prostituirse. La que tuvo una vida más feliz fue Zully, quiso ser figura, lo logró rápidamente por su enorme belleza, se casó por amor, no por conveniencia, con el gran director de cine Luis César Amadori, tuvo una vida en familia, y cuando no soportó perder la juventud se retiró de la actuación y fue empresaria del Maipo. Durante la Libertadora se exilió en España. Sin embargo no hacemos una biografía sino que el eje es la conversación y la relación.
P.: ¿Qué público se acerca a ver este musical al Cultural San Martín?
P.G.: Vienen muchos jóvenes y a la que más conocen es a Tita porque es la más popular. Junto con el programa de mano quise entregar una breve biografía de las cuatro para sumar algo más, no porque no pueda verse sin saber de ellas. Y la respuesta de cómo se construye una diva es el veredicto que da el público.